Cada vez me da más pereza leer estas historias de «mundos alternativos» en los que todo se va a al cuerno y que tanto parecen gustar en DC (y en los What If de Marvel), porque quieras no hoy en día es más fácil leer una historia de Liga de la Justicia en la que se comportan como energúmenos que como superhéroes. Y supongo que éso es lo que provocó que rehuyera leer Justice League Last Ride, porque era más fácil quedarse en tu zona de confort con la JLU Infinity de DeMatteis y rehuir catástrofes como la JLA de Bendis. Sin embargo, Last Ride venía con guión de Chip Zdarsky, con lo que quieras que no era lectura obligada y me tocó echarle un vistazo…
Como decía, Last Ride cuenta una historia chunga de la Liga de la Justicia, una de esas «crepusculares» en las que el grupo se está yendo al carajo por el trauma y porque la gente muere y cosas. En este caso lo que ha pasado es que Lobo se ha cargado a los Nuevos Dioses por encargo de un misterioso patrón -no, no es un gran misterio- y Oa fue destruida por Darkseid, que murió en una batalla final contra los Green Lanterns y la Liga. Durante la batalla por lo visto murió el Detective Marciano, sacrificándose para salvar el universo y blablabla, pero Superman no ve su sacrificio como algo inevitable en absoluto y culpa al liderazgo de Batman por ello, cosa que fractura al grupo por completo y acaban separándose. Sin embargo, la Liga es convocada de nuevo cuando los Green Lantern Corps dirigidos por Hal Jordan atrapan a Lobo y deciden que los mejores carceleros del universo para tenerlo encerrado hasta el juicio es la LIga de la Justicia, por lo que el grupo debe reunirse para una última misión.
Uno de los mayores problemas que tienen estos universos superhéroicos es que se repiten más que el ajo; cuando estás trabajando con cincuenta y pico años de historia o más, es normal que las historias se vuelvan repetitivas, pero el problema se agudiza mucho más si en los últimos treinta años se ha reincidido gravemente en la idea del Dark Knight Returns de Miller, el contarnos el final de la historia, la última actuación de un personaje o hasta su muerte. Algo parecido hizo ya Chip Zdarsky en la aclamadísima Spider-Man: Life Story, cómic en el que venía a contar lo que habría sido la historia de Spiderman si hubiera avanzado a tiempo real y que todo el mundo puso por las nubes a pesar de que se volvía a repetir la misma idea de que hacerse viejo es sufrir penurias y acabar fatal. En Last Ride la historia es mucho menos ambiciosa y carece de ese aura de solemnidad, pero aun así el cómic sigue siendo igual de bajonero y hasta más hiperviolento, con casi todo el personal encabronadísimo (no, Wally no, te queremos Wally) y Wonder Woman todo el día cortando cabezas. Vamos, que casi parece el guión de una secuela no filmada de la JLA de Zack Snyder.
Se suele decir que lo importante de un viaje no es el destino, que es lo que te pasa hasta que llegas a él, y visto lo visto no merece la pena. Pasa algo parecido con la Liga de la Justicia de Bendis, que arrancó con una historia que supuestamenter era sobre la Liga de la Justicia y en realidad era una de Naomi, el cómic aquel que creó con David Walker sobre una chica que descubría que venía de una tierra alternativa y que ahora tiene hasta su propia serie de televisión pese a que su serie fue cancelada sin el menor miramiento. Tanto Zdarsky como Bendis estaban contando historias que no eran sobre la Liga de la Justicia, en un caso podías sustituirlos por los Vengadores o hasta la JLI sin que cambiara mucho la historia y en el otro los protagonistas directamente no eran ellos.
Y es que el problema de la Liga de la Justicia siempre estuvo en que cada uno de los miembros tenía una o dos (o más) series propias, con lo que los guionistas se veían con las manos atadas a la hora de ver que hacer con ellos; y así es como hasta podría justificar ciertas cosas que hace Bendis en su etapa (aunque acaba haciendo como todos, que tarde o temprano las historias giren alrededor de Batman o Superman) pero no «historias imaginarias» como Last Ride, que quieras que no ya estamos saturados de variaciones de Injustice. Lo que es peor, son historias que no aprenden las lecciones que dió Tom Taylor al escribir esta última serie, porque lo que hacía destacar a ese cómic por encima del resto no era que Superman fuera malo o que matara gente, no, lo que lo hacía funcionar era el contarte pequeñas historias de los personajes, darte flashbacks sobre las relaciones entre ellos que te hacían empatizar con ellos para luego encogerte el corazón destrozándolos.
Ojo, no digo que la solución sea esa, porque estoy harto de ver superhéroes matándose; como se suele decir, la verdadera gracia de Superman está en que teniendo tanto poder no se haya corrompido, y es que la idea del Superman malo o Superman muere la habían tenido sobre la mesa todos los editores desde Mort Weisinger a Mike Carlin, simplemente nadie le dió luz verde a ninguna de esas historias hasta que llegaron los 90 y tenían que ir más allá del grim & gritty. Y por supuesto que la primera vez que ves a Batman y Superman pegándose entre ellos o matándose puede impresionarte, pero a estas alturas hasta Bendis hace coñas en su JLA sobre el hecho de que están constantemente peleados a pesar de ser los mejores amigos del mundo. Copón, un poco vale, pero tanto empacha y te quita las ganas de volver a ver algo así. Y lo mismo pasa con estas historias pochas como Last Ride, vacías de contenido, sosas y que hubiera preferido no haber leído. En fin, a ver si hay suerte y el Chip de DC es solo un espejismo y no se nos echa a perder como Jason Aaron…