The Leopard from Lime Street – El poder y la responsabilidad de copiar bien de Tom Tully, Mike Western y Eric Bradbury

Hoy toca regresar a la Gran Bretaña para descubrir otro clásico del cómic setentero pero uno radicalmente diferente al que descubrimos ayer. Y es que aunque en el cómic británico de la época parecía encantarles el poner a toda clase de villanos megalómanos en primer plano, en las revistas de la época también podíamos encontrarnos con héroes de pura cepa que solo buscaban el ayudar a los demás de forma (casi) altruista, héroes tan clásicos que uno casi podría decir que resultan tremendamente familiares… Y uno de esos héroes fue the Leopard from Lime Street de Tom Tully, Mike Western y Eric Bradbury.

Al menos no se llamaba The Amazing Leopard from Lime Street…

Cuando el joven Billy Farmer fue arañado por un leopardo radiactivo descubrió que este le había transmitido de alguna forma sus extraordinarias habilidades, y que ahora poseía no solo la fuerza, velocidad, reflejos y visión de un felino, sino también una especie de sexto sentido, o sentido leopardino, que le advertía del peligro. Y con esas nuevas habilidades y un traje casero, Billy decidió convertirse en un héroe enmascarado que lucharía contra el crimen en su pequeña ciudad natal mientras se ganaba un dinero extra vendiendo fotos de si mismo en acción al usurero editor del periódico local… Había nacido el Leopardo de Lime Street.

De que me sonará a mi esto…

Se lo que esta pensando todo el mundo, que este Leopardo resulta vagamente familiar, como si estuviese mínimamente inspirado en algún otro personaje algo famoso… Pero ya en serio, a estas alturas no debería sorprendernos que en el cómic británico de los sesenta y setenta agarrasen sin vergüenza cualquier cosa popular para hacerla suya, del éxito de Tiburón/Jaws nacieron cómics como Hook Jaw, los Harlem Heroes le deben su existencia a la película Rollerball, el Alimento de los Dioses de HG Wells fue la inspiración de Von Hoffman’s Invasion y ni Pat Mills ni John Wagner escondieron jamas que M.A.C.H. 1 era una copia descarada del Hombre de los Seis Millones de Dolares y Deathlok. Así que no es de extrañar que a la hora de crear un superhéroes adolescente se fijasen en uno de los mas populares de la época y copiasen todo lo posible de Spiderman.

De pronto las arañas radiactivas no parecen una idea tan mala…

Y así es como en 1976 apareció en las paginas de la revista Buster (IPC/Fleetaway) The Leopard from Lime Street, donde aparecería regularmente durante casi una década. Un personaje surgido de la imaginación de Tom Tully (y de Stan Lee y Steve Ditko), uno de los escritores mas prolíficos y recordados del cómic británico de aquellos años, recordado entre otras muchas cosas por su trabajo en clásicos como Zarpa de Acero, Kelly Ojo Mágico, Roy of the Rovers, Von Hoffman’s Invasion, Harlem Heroes o el Dan Dare de 2000 A.D. entre muchos otros. Un guionista con un talento enorme que no se limito aquí a hacer una copia (muy) descarada de Spiderman sin mas, sino que hizo suyo el concepto, dándole un toque un poco mas realista (pero no demasiado) y convirtiendo a Billy Farmer en un héroe aun mas de la clase obrera de lo que lo fue Peter Parker.

Solo por esta historia que de crio lei y relei incontables veces le estare siempre agradecido a Tom Tully (y a Jesus Blasco)

Porque si, los elementos “prestados” (vamos a ser generosos) de Spiderman son innumerables y descarados, desde su origen, su profesión extra escolar, la forma de representar su “sentido leopardino” e incluso en los primeros episodios tiene que sufrir el abuso de un matón de su clase apellidado Ginger (porque al ser el cómic en blanco y negro no podían mostrar que era pelirrojo como Flash Thompson). Pero este Leopardo no vivía en la glamurosa Nueva York, sino en la pequeña ciudad de Selbridge, donde no había rascacielos desde los que balancearse con su cuerda-leopardo, los villanos en su inmensa mayoría eran criminales de poca monta, y en muchas ocasiones el mayor peligro que corría el huérfano Billy era en casa a manos de su Tío Charlie, un vago borracho que alternaba entre pegarle a Billy y robarle dinero a su mujer para irse al bar a beber con los amigos.

Seguro que Billy envidia la «suerte» de Peter Parker

Esta forma diferente de enfocar una misma idea es lo que convierte la lectura de The Leopard from Lime Street en algo tan interesante. Diferencias que no se limitaban al entorno que rodeaba al personaje, ya que el propio Billy no podría ser mas diferente de Peter Parker. Porque a Billy no le motiva a ser un héroe ningún evento traumático ni exactamente un sentido de la responsabilidad, lo hace porque le gusta, porque se lo pasa bien saltando por los tejados atrapando criminales y porque le gusta ganar dinero para ayudar en casa a su tía Joan. Un Billy que tampoco parece preocuparse demasiado por ocultar sus habilidades, y que aunque constantemente se recuerda a si mismo que no debe hacer gala de ellas en publico cuando no lleve su disfraz, no se reprime como hacia Peter, sino que constantemente esta realizando acrobacias increíbles delante de todo el mundo hasta que recuerda que no es buena idea hacerlo. Porque como en todos los ejemplos citados antes de copias mas o menos descaradas del cómic británico la gracia de esto era hacer algo diferente partiendo de la misma base.

Billy disimulaba sus habilidades igual de bien que sus creadores disimulaban sus influencias

Y con todo eso Tully, Western y Bradbury realizaron un cómic muy divertido que seguía el formato habitual que nos encontramos en todos estos cómics de aquellos años que he ido reseñando, episodios cortos siempre acababan en cliffhanger y que le daban a la serie un ritmo muy ágil, y que mezclando cierta seriedad con una autoparodia del genero superheroico nada disimulada (que ya ha quedado claro que estos autores no tenían vergüenza ni querían tenerla) hacían que fuese tan divertido o mas ver al Leopardo atrapar a unos atracadores que ver los enfrentamientos entre Billy y Thadeus Clegg, el editor del periódico local, que en lugar de financiar la creación de supervillanos como hacia su “colega” Jameson en Estados Unidos, usaba una pistola para ocuparse de las visitas inoportunas del Leopardo a su despacho.

Esto queda feo hasta que uno recuerda que Jameson financio los Mata-Arañas

Pero por mucho que Tully se esforzase al máximo para hacer de este plagio de Spiderman un héroe por derecho propio, el cómic no habría sido lo mismo sin el excelente equipo creativo con el que contó en el apartado gráfico. Un apartado gráfico. que debió chocar un poco a los lectores de la revista Buster, ya que mientras que esa se caracterizaba por contar en sus series con un estilo de dibujo caricaturesco mas propio de un publico infantil, un poco en la linea de lo que uno podía encontrar en las revistas de Bruguera, el trabajo de Mike Western, entintado aquí por Eric Bradbury no podía ser mas diferente.

Ya desde la portada de su primera aparición quedaba claro que esta serie no pegaba mucho con la revista

Su estilo era mas propio de revistas de aventuras o bélicas como Battle, Lion, Valiant o Action, mas cercano a ese realismo que tanto debía gustar en la época y como la mayoría de sus compañeros de aquellos años sacándole el máximo provecho posible al blanco y negro en el que se publicaban estas historias. Un cómic en el que además podemos apreciar como Western experimentaba constantemente con la composición de pagina, a veces creando composiciones algo rebuscadas que no acababan de funcionar del todo y que no parecían aportar demasiado a la historia, llegando de forma puntual a entorpecer un poco la narrativa, pero encontrándonos con otras paginas con ideas muy interesantes. Un estilo que se complementaba muy bien con el del propio Bradbury, cuyo acabado hacia difícil diferenciar donde comenzaba uno y terminaba el otro, pero que le dio al cómic un aspecto muy atractivo que ha aguantado muy bien el paso de los años.

No me cansare de decirlo, da gusto disfrutar de comics así

Todo esto hace de The Leopard from Lime Street, mas allá de ir encontrando las semejanzas y diferencias con Spiderman, una lectura muy divertida que cuarenta y cinco años después de su publicación sigue valiendo mucho la pena. Un cómic que es también otro gran ejemplo de esa mina de oro por descubrir que es el cómic británico de las pasadas décadas, donde todo parecía valer, ninguna idea era demasiado idiota como para no convertirla en un cómic y que por suerte los lectores del presente estamos pudiendo descubrir gracias a Rebellion, que no para de sacarle partido a ese inmenso fondo editorial que han ido adquiriendo con los años y que espero que algún día podamos ver publicado por aquí.

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Miki
Miki
2 años han pasado desde que se escribió esto

Éste no lo he pillado, el tufillo a spider-clon me hizo dejarlo de lado (junto a Death Wish, aunque ese me da más curiosidad), y me estoy centrando más en las reediciones de terror, ciencia-ficción y bélico (eso y que el bolsillo no da para todo).
Una pregunta, ¿el tercer volumen de Thirteen Floor lo has leído? El segundo me pareció un poco menos interesante que el primero y éste estoy ahí, ahí.

Miki
Miki
2 años han pasado desde que se escribió esto
Responde a  M'Rabo Mhulargo

Gracias 🙂

Zatannasay
Zatannasay
2 años han pasado desde que se escribió esto

Aun voy a tener que meter mano a algunas cosas de lo de Rebellion. Hacen un autentico servicio social devolviendo al mundo cosas del pasado.
Me pondré a mirar con detenimiento para la caza y captura.

De esto concretamente me ha llamado la atención ese dibujo al que le veo una mezcla muy curiosa entre ¿Gene Colan? Y un dibujo ingles más tradicional. Llamativo.