Aprovechando que gracias a Empyre (un evento sorprendentemente divertido) se ha puesto de moda uno de sus protagonistas, he decidido tirar de nuevo de la nostalgia y releerme el primer volumen de los Young Avengers Heinberg y Cheung década y pico después de la primera vez para recordar como fueron los inicios del actual Emperador Dorrek VIII (Hulkling) y sus compañeros. Una relectura ante la que tenia un cierto miedo de que el buen recuerdo que tenia de esta serie pudiese acabar empañado por la realidad de que no todos los cómics envejecen igual de bien, pero por suerte esto no ha sido así y me lo he pasado tan bien con este cómic como la primera vez. Así que vámonos de viaje hasta el 2005 cuando los superhéroes eran los únicos que llevaban mascaras, los Vengadores se habían disuelto y una nueva generación de héroes parecía dispuesta a tomar el relevo.
Tras sufrir uno de los golpes mas duros de su historia los Vengadores se han disuelto, pero poco tiempo después un nuevo grupo de héroes adolescentes cuya apariencia y poderes recuerdan a la de Vengadores veteranos entran en acción luchando contra el crimen y salvando vidas, lo que provoca que la prensa no tarde en bautizarles como los Young Avengers. ¿Pero quienes son estos jóvenes héroes realmente? ¿Cual es su relación con los héroes a los que parecen imitar? Y mas importante, ¿Cual es ese secreto que ocultan y que podría afectar a toda la existencia?
Si, lo se, jugar a los misterios con la sinopsis de esta serie a estas alturas quizás no tiene sentido quince años después con todo lo que ya se sabe de los Young Avengers, pero ya que ese fue uno de los ejes con los que Heinberg y Cheung jugaron en sus primeros números de la serie me ha parecido de lo mas apropiado seguir con la tradición. Pero en aquel lejano 2005 esta baza del grupo era también motivo de algo de intranquilidad por ese miedo de encontrarnos una vez mas ante copias baratas de héroes clásicos (si, estoy pensando precisamente en «ese») que solo servían para que uno acabase apreciando aun mas al original. Algo que aquí no acabó de suceder gracias a que Heinberg y Cheung ademas de realizar un gran trabajo jugaron con las expectativas de los lectores y no todo era lo que parecía.
Un cómic en el que la inspiración mas directa y evidente, reconocida por el propio Heinberg, fueron los Teen Titans de DC Comics, pero ya que en Marvel los héroes no solían tener sidekicks adolescentes tuvieron que crear los suyos (o algo muy parecido) propios de la nada. A estas alturas ya sabemos que estos Young Avengers no estaban precisamente relacionados con Iron Man, Thor, Hulk y el Capitán América (no con Steve Rogers al menos) y aunque si que casi todos ellos, y los miembros que se unieron poco después del primer numero, si que estaban relacionados estrechamente con Vengadores clásicos (aunque algunas de esas relaciones tardaron unos años en confirmarse) estas relaciones formaron parte de unos giros argumentales constantes, sorprendentes y tan bien llevados que no solo no entorpecieron la historia sino todo lo contrario.
A lo largo de los doce números de los que consto este primer volumen de la serie esta no dejó ni un momento de respiro, con prácticamente cada numero terminando en uno de esos cliffhangers que te dejan ganas de mas y que llevaron a los Young Avengers a formar parte de grandes conflictos que implicaban a personajes y conceptos tan importantes y clásicos como Kang el Conquistador o las secuelas de la Guerra Kree-Skrull (que tan de moda sigue estando hoy en día gracias a Empyre).
Pero ademas de estos giros argumentales que nos dejaban claro que estos personajes no habían venido para reemplazar a nadie (excepto Kate como Hawkeye, que en aquella época Clint aun estaba muerto) sino para sumar al nutrido universo Marvel, los personajes estaban tan bien construidos que resultaba difícil no encariñarse con ellos. Un apartado en donde se nota la experiencia de Allan Heinberg escribiendo adolescentes, terreno en el que tenia experiencia gracias a su experiencia como productor y guionista de series como The O.C. y Gilmore Girls. Y es que sus Young Avengers parecían críos de verdad, unos mas maduros que otros pero adolescentes todos, con sus problemas, sus inseguridades y una forma de ser muy natural que compartían con sus contemporáneos los Runaways.
Y esta relectura también resulta curiosa desde la perspectiva que dan los años transcurridos desde entonces. Así nos encontramos con pequeños detalles como esos dos hermanos pequeños que Wiccan menciona que tiene pero a quienes jamas vimos ni fueron mencionados de nuevo, lo antinatural que resulta ahora ver a Hulkling con el pelo verde o lo raro que es reencontrarse, tras co-protagonizar un par de volúmenes de Hawkeye junto con Clint, disfrutar de su propia serie y ser la líder de una nueva encarnación de los West Coast Avengers, con aquella Kate Bishop de los orígenes que era solo una cría pija convertida en superheroina por accidente. Aunque sin duda lo mas extraño de releer ahora es el enorme contraste que existe en la forma en la que se trataban ciertos aspectos de las vidas personales de algunos de estos héroes.
Porque aunque ahora todo el mundo sabe que Wiccan y Hulkling son gays y pareja (a leer Empyre para mas spoilers sobre ellos) cuando este cómic se publicó en 2005 el tema de cualquier sexualidad que no fuese la hetero era algo que las grandes editoriales trataban como quien camina por un campo de minas. Es cierto que Estrella del Norte había salido del armario trece años antes (después de años en los que Marvel censuró todos los intentos de mostrar abiertamente su homosexualidad) y tan solo cuatro años antes en el X-Force de Milligan y Allred ya se había mostrado el primer beso entre dos personajes masculinos en Marvel, algo en lo que DC se les había adelantado unos años antes en las paginas del Starman de Robinson. Pero pese a ello y a tener ambas editoriales algunos otros personajes no heterosexuales aquí y allá desde hacia tiempo las cosas distaban mucho de estar normalizadas en ambos universos superheroicos (los subsellos editoriales mas adultos y las editoriales independientes ya eran otro cantar).
La moderna Batwoman aun no existía, faltaban aun cuatro años para que se diese el SEGUNDO beso entre dos personajes masculinos en un cómic de Marvel (Rictor y Shatterstar) y siete para ver la boda de Estrella del Norte. Y en ese ambiente extraño nos encontramos con que incluso teniendo la frente del proyecto a un guionista abiertamente homosexual como Allan Heinberg, la relación entre Wiccan y Hulkling se trato con un cuidado excesivo y absurdo. Y es que pese a que resulta obvio prácticamente desde el principio que entre Wiccan y Hulkling hay algo mas que amistad, y que incluso vemos la escena en la que los padres de Wiccan le revelan que saben lo que hay entre ellos y que se alegran, en ningún momento se mencionan palabras como “gay” “homosexual” o “novio”, ni se atreven a mostrar a los personajes no ya besándose, sino ni tan siquiera cogidos de la mano o abrazándose (exceptuando un abrazo post-rescate de lo mas inocente).
Leyendo estos cómics uno se queda con la sensación de que ya fuesen los mandamases de Marvel o el propio Heinberg, alguien parecía temer la reacción de un publico (o probablemente mas bien la reacción de los padres) poco acostumbrado a encontrarse con situaciones así en un cómic de superhéroes y mas tratándose de personajes adolescentes. Una situación mas triste aun si tenemos en cuenta que en este mismo cómic no tuvieron reparos en mostrarnos a Cassie Lang, que tenia en aquella época catorce años, besar en repetidas ocasiones a Iron Lad pese a que solo hacia unas pocas horas que se conocían.
Por suerte estos quince años han dado para mucho y aunque aun queda bastante por avanzar, la forma en la que se tratan ahora estos temas tanto en Marvel como en DC es abismal si lo comparamos con como era no hace tanto, abordándose prácticamente con la misma naturalidad como se hacia con los personajes heterosexuales.
Y eso que si uno lee la propuesta original de Allan Heinberg para el cómic (que aparece como extra en el recopilatorio), descubre que la historia podría haber sido mucho mas complicada. Y es que su idea original era revelar que Hulkling era en realidad una chica rubia y espectacular de la que Wiccan (en esta propuesta no era gay) se enamoraba y que las habilidades metamórficas de Hulkling, que no solo le permitían cambiar de apariencia sino también de genero, le hacían replantearse su propia sexualidad y acabar aceptando que el amor lo puede todo. Una idea que probablemente se descartó porque aquel mismo año en Runaways Brian K. Vaughan y Takeshi Miyazawa ya habían introducido a un príncipe Skrull, Xavin que mantenía una relación muy similar con Karolina Dean a la descrita por Heinberg, quien acabo optando por simplificar las cosas y darnos a los Wiccan y Hulkling que conocemos.
Pero este cómic no hubiese sido lo mismo sin el trabajo de Jim Cheung, un dibujante al que conocí (y detesté) cuando dibujaba a aquel Iron Man adolescente Post-Encrucijada para que irónicamente una década después redescubriese su trabajo y comenzase a apreciarle en una serie en la que uno de los protagonistas era precisamente una versión adolescente de Iron Man. Y aunque es cierto que Cheung tiende mucho (demasiado) a repetir caras, la expresividad de sus personajes es bastante buena y se maneja tan bien en las escenas de acción que uno acaba perdonándole esos defectillos.
Pero pese a que al parecer la serie no funcionó mal a nivel de ventas y los personajes se ganaron el cariño del publico, el grupo se paso una temporada en una suerte de limbo editorial en la que su presencia en el mercado se limitó a varias miniseries compartidas con los Runaways que sirvieron de tie-ins en diferentes eventos y a algún cameo que otro. Algo que continuo hasta que cinco años mas tarde Allan Heinberg y Jim Cheung regresaron a sus personajes en la serie limitada Young Avengers: Children’s Crusade para retomar algunos de los hilos argumentales que habían quedado colgando y aclarar de una vez por todas el misterio del origen de algunos de los miembros del grupo. Pero eso es algo que ya veremos con mas detalle la semana que viene.