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Premio Eisner 2020: Laura Dean Keeps Breaking Up With Me porque es gentuza

No, yo no soy el público objetivo de esto. No tengo diecisiete años -¡ay!- nunca me interesaron las historias románticas -mentalmente igual sí que tengo diecisiete años, vete a saber- y me reconozco ante todo como lector de viñetas sobre pijamas. Bueno, ahora que lo pienso en este cómic hay bastantes pijamas, pero no de «ese» tipo.

¡En el más claro espíritu de la gran Purita Campos, sí señor!

Laura Dean Keeps Breaking Up With Me -o, como lo ha rebautizado La Cúpula con menos minúsculas, «Laura Dean me ha vuelto a dejar» es un cómic que ganó todos los premios de cómic el año pasado y acaba de ganar el Eisner de este. Y no, no es de DC, ni de Marvel ni de Image, ni de ninguna de las editoriales que distribuye la supuestamente todopoderosa Diamond Distributors: Es un cómic de First Second Books, distribuido por la británica Macmillan a todo el mundo de habla inglesa y que, aunque sin llegar al nivel de éxito comercial de Raina Telgemeier, está enfocado al tipo de público -adolescentes en este caso- que las grandes del cómic yanqui parecen haber dejado de lado.

En Supergirl: Being Super Mariko Tamaki ya había dejado claro que el problema de la Batgirl de Burnside no era el público objetivo ni gaitas, es que estaba mal escrita.

Que nadie se lleve a engaño, porque ni el guión de Mariko Tamaki ni el dibujo de Rosemary Valero-O’Connell están lejos del alcance de los autores que conforman el la corriente principal -la palabra «mainsteam» la vaís a ver mucho- estadounidense; simplemente no les dejan ir en esa dirección. Si hace más de diez años Scott Pilgrim ya dejaba claro que había otros caminos, que las influencias del manga no solo tenían que venir del shonen, ahora nos encontramos que, en efecto, los modos y las formas del shojo, del «cómic para niñas» que tanto desprecia M’Rabo y por el que con tal de no reconocer monta cortinas de humo con algo que supuestamente es «democracia», son reconocidas con el máximo galardón del cómic yanqui… Y probablemente las cosas seguirán igual, porque «los de arriba» seguirán sin tomar nota, más allá de contratar a Tamaki para escribir Wonder Woman porque el estilo de Valero-O’Connell no debe ser lo suficientemente mainstream. Pero dejémonos de tonterías, vamos con el cómic en sí:

Estas tres viñetas resumen a Freddy durante casi todo el cómic.

Freddy tiene diecisiete años y está enamoradísima de Laura Dean, la chica más molona del instituto, capaz de organizar fiestas en su casa y que se llenen de gente. Sin embargo, Laura no para de romper con ella a la mínima oportunidad y al poco tiempo volver, cosa que a Freddy no para de volverla loca de remate. A lo largo del cómic la presencia de Laura es casi eterea, delineada con trazo fino y líneas abiertas, es un ser casi idealizado que se contrapone con Freddy, conformada con trazo grueso y pelo negro, un auténtico saco de golpes emocional que a lo largo del cómic trata de entender sus propios sentimientos y sobre todo a Laura, que entra y sale de su vida según le apetece y sin ningún tipo de complejo a la hora de pasar por encima a cualquier otro aspecto -o persona- que haya en su vida. Sí, puede que alguno me diga que esto es un spoiler, pero Laura Dean es basura.

La separa de sus amigas y en cuanto la aisla ya está mirando para otro lado, ¡LAURA DEAN ERES GENTUZA!

Que ojo, ni Tamaki ni Valero-O’Connell son nada sutiles con la situación en la que vive O’Connell, mostrando a sus amigos soltando indirectas -aunque escenas como la de los peluches «con materia fecal» mientras Doodle cuenta la historia del hachazo son bastante directas- que dejan claro que la única persona que está ciega a todo lo que está pasando es la propia Freddy. Laura no suele mirar a los ojos a nadie, de hecho se pasa casi todo el cómic con los ojos cerrados y solo en momentos contados mira directamente a su interlocutora, dejando claro lo falsa que es. Porque Laura Dean es egoista y muy mala gente, vaya.

¡VAS A MORIR SOLA!

Para mí leer este cómic me ha recordado mucho a Zot!, aquel cómic de Scott McCloud que empezó mirando a Tezuka en general y Astroboy en particular y acabó más por las coordenadas de Rumiko Takahasi y el slice of life que otra cosa. Una cosa tengo clara, aunque el trabajo de Mariko Tamaki es tan estupendo como suele ser habitual en ella -su Breaking Glass con Harley Quinn es lo mejor que ha publicado DC en el último año- lo que realmente destaca en este cómic es el dibujo de Rosemary Valero-O’Connell, con la expresividad de sus personajes, su capacidad de esconder a Freddy en una esquina de la viñeta, de enterrarla en su propio agujero constantemente, de enseñarnos el desconsuelo de sus amigas al ver como sigue cavando en el susodicho agujero…

¡Te está hundiendo en la mierda la tía basura esa!

En fin, que Laura Dean sigue rompiendo conmigo es un gran tebeo, y a estas alturas de la película en las que llevamos tantas viñetas a nuestras espaldas, no debería hacer falta decir que da igual que no seamos el público objetivo, porque el público objetivo de los buenos tebeos es la gente de bien; también la gente que ha sido adolescente, la gente que ha amado y ha sido amada, la gente a la que le han roto el corazón, la gente que ha estado en una relación asimétrica y ha tenido que abrazar a alguien cercano que sufre por ello. En definitiva, lo dicho, la gente de bien. Y nosotros, a diferencia de Laura Dean, somos gente de bien, ¿no?

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