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Tocándole las narices al Doctor Muerte: El Doctor Doom de Cantwell y Larroca

Hay un tipo de historia que, por sobado, me saca de quicio: la del protagonista al que, tras quitarle todo lo que tiene, le hacen pasar por todo tipo de penurias hasta que consigue rehacerse y vencer. La hicieron estupendamente Miller y Mazzucchelli en Born Again y claro, todo el mundo quiere hacer Born Again, ya sea con el propio Daredevil o con el personaje que sea, pero quieras que no es un tipo de historia que no es compatible con todos los tipos de personaje. Que narices, si me preguntaras cuál es el último personaje con el que yo haría un Born Again, el primer nombre que se me vendría a la cabeza es el de Victor Von Doom, más conocido gracias a Vértice como el Doctor Muerte.

Ya estamos con lo de Squirrel Girl, ¡pues vosotros tenéis de presidente a Donald Trump! ¡Me vais a comer los huevos por debajo del culo, mamarrachazos!

Doctor Doom es una serie realizada por Christopher Cantwell -el creador de Halt & Catch Fire, aquel Mad Men de informáticos que últimamente trae loco a M’Rabo- y Salvador Larroca en la que el monarca de Latveria lo pierde todo. Otra vez, sí. No valió con lo de Zorba, ni con lo de Kristoff activándose antes de tiempo y desterrándolo aunque luego fuera un muertebot, ni con la miniserie de Chuck Dixon del pobre Victor arrastrándose por el desierto, ni siquiera aquella vez en la que el maldito Reed Richards lo mandó al infierno solo para poder colgar su ropa interior en lo más alto de Doomstadt o aquella otra en la que Bendis metió al pobre Victor en la cárcel por un quítame esos simbiontes, o cuando… Yo que sé, las infamias contra la figura del Doctor Muerte han sido tantas, que la humillación sufrida en la Batalla del Edificio Baxter en tiempos de Lee y Kirby ahora parece un martes por la mañana. El Doctor Doom es un juguete roto, y aunque ahora con Slott guionizando los 4 Fantásticos parecía que había vuelto a recuperar su trono y todo parecía haber vuelto a su cauce, lo primero que hacen Cantwell y Larroca en su serie regular es dejarlo sin su Latveria, sin su armadura y convertirlo en un fugitivo por las calles de Nueva York. Y hasta ahí todas mis pegas con la serie.

¡Por fin un personaje con el que se puede identificar la gente como yo!

Para situaros un poco, os diré que tras el arranque de la etapa Slott, el Doctor Muerte vuelve a ser el entrañable monarca latveriano con el añadido de que ahora tiene una nueva lugarteniente, Victorious, una lealísima súbdita latveriana a la que el buen Doctor cedió una parte del poder cósmico que normalmente reservaría todo para él mismo; supongo que todos tenemos nuestros días generosos de vez en cuando. La cuestión es que la serie empieza con un proyecto completamente absurdo a cargo del maldito Reed Richards y Tony Stark para acabar con este asunto del cambio climático mediante la estrafalaria idea de crear un agujero negro en la luna, sí, habéis oido bien, los muy desgraciados quieren crear un agujero negro «de bolsillo» que chupe todo el exceso de CO2 de la atmósfera. Porque no había una forma menos peligrosa y sobrada que esa, por supuesto. Naturalmente, semejante desfachatez no hace otra cosa que escandalizar sobremanera a Muerte, por lo que se acaba rebajando a dar entrevistas a los medios de comunicación norteamericanos implorando al buen juicio de la ciudadanía norteamericana, a pesar de que él es el primero que sabe de sobra que tal cosa brilla poderosamente por su ausencia. Las consecuencias funestas del proyecto no se hacen esperar y cuando las instalaciones que selenitas de los dos científicos locos saltan por los aires, todas las miradas acusadoras recaen en el rey de los latverianos.

¡Mefistazo por mis cojones!

Aunque bueno, vale, está claro que sus razones tienen. Quieras que no es el arsenal de nuestro bienamado monarca el responsable de la explosión, ya que por un vete tú a saber cómo y porqué lo que provocó la explosión fueron un puñado de misiles latverianos a los que les dió por estrellarse contra la instalación de Stark y Richards justo cuando los dos maniacos se vanagloriaban de que todo parecía ir de rechupete y la cantidad de CO2 en la atmósfera ya se había reducido en un 20%, por lo que los enemigos de Latveria deciden echarle todo la culpa a su persona a pesar de que está la mar de claro que, aunque esos misiles pertenecieran al arsenal latveriano, Muerte jamás habría dado la orden de dispararlos y arriesgarse a un desastre de proporciones interestelares, no señor. Tampoco ayuda que los responsables del ataque invadieran a posteriori las instalaciones selenitas portando una bandera latveriana en lo que a todas luces es un montaje -que perfectamente lo podrían haber urdido los perversos Vengadores de Stark, porque quieras que no en toda la serie nadie habla de que haya subido nadie a detener a esos bellacos que usurpaban las enseñas latverianas para cometer tamañas tropelías- por lo que los Estados Unidos, la OTAN y yo que sé quién más deciden que no tienen nada mejor que hacer que invadir Latveria, bombardeando la hermosa nación y haciendo sufrir a su pueblo injustamente. Muerte, como gallardo campeón de su pueblo, decide rendirse incondicionalmente.

¿Cable? ¿Cable? ¿Quién cojones es Cable?

Sí, habéis leído bien, decide rendirse incondicionalmente. Porque no puede crear un escudo de energía impenetrable, no tiene preparadas contramedidas contra algo así. Sus vecinos symkarianos tienen muchas cuentas pendientes con Latveria -¡ah la envida!- y la invasión se pone en marcha de forma casi instantanea, por lo que Muerte decide abdicar en favor de Victorius y forzarse a si mismo a ser detenido humillantemente por symkarianos y el Doctor Extraño. Y eso solo en el primer número, porque en números posteriores veremos como la humillación va más allá, con la conspiración de los mediocres para igualar su genio mientras personajes como Mefisto, Kang, el Supervisor y hasta Modok van asomando en un vano -y oportunista- intento de sacar tajada del pastel. Y estaba yo dispuesto a hacer una reseña de toda la serie una vez estuviera acabada… Cuando llegó el parón.

Vale que tenga que comer el bufet libre del contenedor de la orgánica, pero que me vacile el mamarracho carapitufo este no, ¿eh? ¡NO!

Y llegó el parón sin saber cuál es la conclusión de toda la historia, con lo que todavía no se si me gusta lo que veo. De momento sí, veo agujeros en la trama que perfectamente se pueden solucionar en los números siguientes, así que me abstendré de hablar del tema. Pero aun así no puedo dejar de hablar de lo mucho que me sorprende la falta de planes b de un personaje famoso por tener planes b, cómo es arrastrado por el suelo sin la posibilidad de tener una cápsula de escape a mano solo para que Cantwell pueda escribir escena tras escena de Kang vacilándole al pobre Victor. Por su lado Larroca sigue demostrando que eso de que le dieran el Eisner por Iron Man no fue por casualidad, y sigue siendo uno de los mejores dibujantes de tipos con armadura del negocio, sobre todo cuando sigue siendo tan constante en su trabajo como para conseguir que -de momento- todos los números de la serie hayan venido firmados con el. En fin, que sí, que el Doctor Muerte este está la mar de entretenido, a ver cuando nos dejan leer el final…

¡Me vais a fregar todos los suelos del castillo con vuestra cara, hijosdeputa!
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