Estos últimos días Diógenes se ha llenado la boca de bonitas palabras celebrando el décimo aniversario de un crimen contra natura que confío en que un día sera juzgado en un tribunal penal internacional y que su nombre pasara a la historia junto con el de los mayores genocidas que ha conocido el ser humano. Nos ha contado una bonita fabula llena de mentiras sobre los orígenes del blog e incluso ha tenido el atrevimiento de colgar aquí un libro que le ha escrito otro (aun no puedo decir quien es pero es un famoso novelista español reconocido internacionalmente) en el que la verdad brilla por su ausencia. Pero mi conciencia ya no puede mas y aquí, atrincherado en el sótano de la mansión, escribo lo que quizá sean mis ultimas palabras para desvelar la autentica verdad sobre el mortal virus conocido como Brainstomping.
Hace una década yo era un joven dicharachero con un prometedor futuro en el mundo de la ciencia en la Universidad Politécnica de Wakanda. Pero un fatídico día, tras la terrible decisión de realizar un viaje por Europa antes de comenzar mis estudios superiores, me encontré en una cafetería en la Bahnofplatz durante mi escala en Zurich con un misterioso anciano. Este vestía un pesado abrigo negro poco adecuado para la temperatura que hacia y se dirigió a mi en un ingles chapurreado digno de un camarero borracho de algún bar de mala muerte de la peor zona turística del mundo preguntándome algo aparentemente inocente “do you like Pop Culture?”
Yo apenas tenia ni idea de lo que me hablaba ya que mis refinados gustos solo incluían el visionado de cine perteneciente al expresionismo alemán y la lectura de los grandes filósofos, encontrándome justo en ese momento leyendo de nuevo el “Sobre la Voluntad en la Naturaleza” de Schopenhauer. Le hice saber a ese peculiar personaje que no tenia ni idea de que me hablaba y le rogué que me dejase proseguir con mi lectura y mi taza de te. En ese instante el misterioso anciano me miro con unos ojos inyectados en sangre que solo había visto en los animales salvajes de la jungla, se puso en pie y con un diestro movimiento de muñeca se abrió el abrigo revelando debajo una cornucopia de objetos de brillantes colores que en ese momento aun no sabia lo que eran, pero que se trababa de cómics, DVDs y videojuegos.
El hipnótico brillo de esas portadas con logotipos cromados y el plástico protector de las cajas de los juegos, películas y series me cegó al mismo tiempo que me imposibilitaba el apartar la mirada de esa cacofonía visual de reflejos y colores. Y en ese estado de estupor solo podía escuchar la voz del anciano que repetía sin cesar en su ingles balbuceante “Now you like pop culture. You like me, You help me to spread it”,quien me agarro de la mano y me guio a ciegas sin que yo pudiese oponer resistencia, caminando durante lo que me parecieron horas hasta que afortunadamente perdí el conocimiento.
Cuando finalmente me desperté me encontré desorientado en lo que parecía una mazmorra sacada de una pesadilla. Me habían desnudado cubriéndome solo con un taparrabos, una gruesa cadena unía mi cuello a una argolla anclada a los viejos muros de esa prisión y habían embadurnado mi piel con pintura beige en lo que parecía un patético intento de convertirme en una parodia de hombre blanco. En ese momento se abrió la puerta en lo alto de la escalera que bajaba hasta donde me encontraba y allí en el umbral se recortaba la silueta de mi captor, aquel extraño anciano de la cafetería.
Ese extraño personaje sujetaba en su mano mi mochila, y vaciándola sobre las escaleras se agacho a recoger del suelo mi ejemplar de “Del sentimiento trágico de la vida” de don Miguel de Unamuno y me grito “Si llego a saber que hablabas castellano me hubiera ahorrado mucha vergüenza hablando ingles en publico!” Le mire sin entender nada y le suplique que me soltase, que si me dejaba ir no le denunciaría y que si lo que buscaba era dinero podía conseguirle lo que quisiese con una simple llamada a la embajada. Pero mi captor rompió en carcajadas y me dijo, “Tengo mas dinero del que podrías imaginar, y mas te vale que nos llevemos bien porque tu vida a partir de ahora sera miá. A partir de ahora tu seras mi mano ejecutora, y yo Diógenes seré tu amo y señor”
Pero mientras ese Diógenes me hablaba yo sentía una extraña ansiedad provocada por el brillo que se adivinaba bajo su abrigo, el brillo de esos objetos que me había mostrado en la cafetería y que ahora sentía que necesitaba mas que el oxigeno. El se dio cuenta de ello y con una mueca en su rostro me dijo “¿Quieres esto verdad? Lo necesitas…” y tras bajar las escaleras hasta ponerse a mi nivel arranco las sabanas que cubrían unos bultos que hasta entonces no había percibido revelando miles de cómics, novelas de ciencia ficción, series, películas, videojuegos y un ordenador. Mirándome con sadismo Diógenes me dijo “sabes lo que quieres hacer, yo volveré dentro de una semana para ver como te encuentras” y sin mas se marcho dejándome en un estado de ansiedad y frenesí como no había conocido jamas.
Aunque trate de resistir la tentación encomendándome a mi diosa Bast, no pude aguantar mucho tiempo y me abalance sobre todo aquello como un animal salvaje. No se durante cuanto tiempo permanecí en ese estado mientras devoraba uno tras otro todos los Call of Duty (los ambientados en la 2GM) y los Kotor, la Patrulla X de Claremont, Starman, Breaking Bad, Mad Men, la trilogía original de Star Wars, la Fundacion de Asimov, los Libros de Terramar… Creo que en ese tiempo en el que permanecí como en un trance ni comí, ni bebí, ni dormí, toda mi atención estaba dedicada a esos artefactos que mi secuestrador había puesto frente a mi y de los que no podía despegarme del mismo modo que un adicto no puede despegarse de la jeringuilla.
Tras un tiempo indeterminado Diógenes regresó y viendo el estado en el que me encontraba se rio y me pregunto que si quería algo, ante lo que para mi vergüenza le grite con las escasas fuerzas que me quedaban que quería mas, que necesitaba mas libros, mas cómics, mas juegos y películas. El se carcajeo de nuevo con esa risa que hiela las entrañas y me dijo que por fin nos estábamos entendiendo y que ya era hora de conocer cual seria mi nuevo papel en la vida.
Al parecer de pequeño se reían de este Diógenes por ser lo que se suele llamar un friki, algo que le lleno de traumas y complejos de por vida y que le llevo a elaborar su maquiavelico pero sencillo plan. Su idea consistía en promocionar toda esta cultura friki por Internet en un blog que estaba desarrollando y al que quería hacer destacar por su ausencia de molesta publicidad (algo que no necesitaba dado su considerable fortuna) Mediante ese blog esperaba captar adeptos que se engancharían a las recomendaciones del blog y se verían obligados a consumir cada vez mas. Algo que de forma indirecta le reportaría beneficios a través de su cadena de librerías especializadas y de sus perfiles falsos en varias webs de venta online, ya que incluso pensaba dedicarse a recomendar cosas descatalogadisimas e imposibles de encontrar pero que casualmente podían conseguirse a precio de oro en determinados vendedores online que no era mas que meras fachadas suyas.
Pero lo mas terrible de su plan es que Diógenes, tan vago como todos los ricos, no tenia ganas de pasarse la semana escribiendo, así que buscaba un compañero que le ayudase. Pero dada su desagradable personalidad y esas ínfulas de marisabidillo que le acompañaban a todas partes, todos aquellos a quienes había pedido colaborar le habían abandonado, por lo que había recurrido al secuestro para encontrar a alguien que le ayudase a llevar el blog. Y en mi mirada inocente llena de candor encontró a la victima ideal, alguien que se dejaría seducir por ese mundo friki que me había descubierto y del que solo me dejaría disfrutar si escribía regularmente en su blog, ya que me resultaba imposible escapar.
Diez años he vivido bajo esta tortura, pasando penurias y malnutrido, escribiendo miles de artículos sobre todos los temas posibles para conseguir mi siguiente dosis de cultura popular. Pero ahora con el parón mediático debido al coronavirus, sin nuevos cómics, ni series ni estrenos cinematográficos que llevarme a la boca, he podido recuperar la libertad de mi mente y escribir esto con mis ultimas fuerzas mientras escucho los brutales golpes de Diógenes contra la puerta en su desesperado intento de que la verdad no salga a la luz. Pero mientras pulso el botón de publicar ya se que es demasiado tarde, ahora todo el mundo sabrá que clase de persona es y lo que trama, y es que al final Brainstomping ha sido el peor virus que ha conocido la humanidad y del que me temo que por el momento no existe ninguna cura…