Hemos sido críticos con Dan DiDio, tremendamente críticos con su trabajo, su filosofía y con lo que haga falta, y cuando hemos visto que hacía algo mal hemos estado ahí denunciándolo. Hemos llegado a poner listas de gente que estaba haciendo mal su trabajo en DC, y yo mismo proclamé en pleno New52 que no volvería a leer un cómic nuevo de la editorial hasta que hubiera un cambio radical en los puestos directivos. Y lo mantuve durante dos o tres años, y son cómics que ni siquiera he leído a posteriori (ni ganas). Todavía hoy en día leo bastante poco de DC, porque me desagrada profundamente su política editorial, y aun así me paso horas y horas leyendo sus cómics de décadas anteriores, disfrutándolos como un enano. Y aun así, con razones de sobra para el escarnio, no voy a patear el estómago de Dan DiDio una vez lo han tirado al suelo.
Porque, aunque como dije por aquí el viernes pasado estoy seguro de que DiDio no va a sufrir muchos apuros personales, creo que no tiene sentido desahogarme en su figura. Lo tenía cuando él tenía poder, lo tenía cuando él podía cambiar las cosas, cuando aunque ni en sueños esperaría que él leyera esto, protestabas contra alguien que estaba arriba. Ahora no vale de nada, para bien o para mal el hizo lo suyo y se acabó, y patearle en el estómago al que se ha caido es algo que solo hacen los mediocres. De la lista de cinco que teníamos hace siete años siguen rondando Bob Harras y Jim Lee, pero son probablemente los dos cuyo rol es más difuso. El primero porque apenas hace declaraciones y hay bastante hermetismo respecto a su trabajo, y el segundo porque es más un relaciones públicas que otra cosa. No nos engañemos, la figura de Dan DiDio es alargada y no se sabe exactamente en que consistía su trabajo en una editorial en la que había dos Co-Publishers (él y Jim Lee) y un Editor-en-Jefe (Bob Harras). Lo que si sabemos es que DiDio era el que se echaba adelante a recibir todos los palos, el que hacía todas las declaraciones polémicas mientras Jim Lee se limitaba a sonreir y hacerte un dibujito y Harras… Pues Harras seguía a lo suyo.
Y ahora están sacando el cajón de mierda, y se recuperan historias de terror de becarios y asistentes de DC que tuvieron que padecer a Berganza, el lado oscuro de Julius Schwartz y la forma en la que se perpetró algo tan vergonzoso como Identity Crisis, las mezquindades de Countdown, las crisis y todo aquello, porque claro, el gato se ha muerto y los ratones juegan. Hemos pasado por un fin de semana en el que los profesionales del cómic han escrito y borrado montones de tweets, sin saber exactamente que tenían que decir o como tenían que reaccionar, mientras Rob Liefeld seguía siendo Liefeld y se cagaba en todo sin recordar que sí, efectivamente, fue DiDio el que permitió su destrozo de Hawkman en New52 y las ventas las que le pusieron en su sitio, no DiDio. Si alguien tiene derecho a escupir en el cadaver se me ocurre una larga lista de gente que va muchísimo antes de Rob. Pero lo dicho, Rob es Rob, y tan pronto se caga y se mea en Tom Breevort como se pone a trabajar para el diciendo lo maravillosa que es Marvel.
Y así, mientras la gente pasaba el fin de semana de carnaval en el fin de una era, poco a poco pasó la euforia y nos hemos ido dando cuenta de que ahora estamos en una incertidumbre tremenda. No se sabe que va a ser de DC, si Jim Lee va a seguir de Publisher todopoderoso o le pondrán otro saco para amortiguar los golpes, si habrá una remodelación completa de la editorial, si llamarán a Mark Waid o alguien del mundo del cómic que sepa lo que hace o directamente pondrán a un Bill Jemas que no haya leído un cómic en su vida… Y la otra gran duda está en que hará DiDio ahora, si se irá a Marvel o si se pondrá a dar seminarios de liderazgo empresarial, yo que sé. Lo que está claro es que los 18 años de trayectoria de Dan DiDio al frente de DC Comics son ya historia del medio, y que lo que empezó con la contratación de un «anti Joe Quesada» y la violación de Sue Dibny, acaba con rumores de tiranía tras el despido de cuatro editores en un mes y de que la razón fundamental de su despido es la misma que supuestamente también forzó la salida de Axel Alonso de Marvel unos años antes: sustituir a los personajes más importantes de la editorial por versiones más jóvenes. Las versiones son contradictorias, el hermetismo sigue siendo bastante grande, pero entre vosotros y yo, nunca entenderé como el tipo que impidió casarse a Kate Kane puede cambiar de opinión de forma tan radical.
En fin, yo que sé. Si queréis cagaros en DiDio tenéis la serie sobre Dan DiDio Año Uno que hice hace unos años (que era cuando había que hablar mal de DiDio, cuando estaba en el poder) pero mis inquietudes van más hacia preguntarme que está pasando ahora mismo por la cabeza de Jim Lee, el tipo que vendió su estudio de Image porque se sentía apabullado dirigiéndolo y ahora mismo es el publisher de la editorial más grande de EEUU. Si es que esto del karma es tremendamente poderoso, así que me vais a dejar que, temeroso de él, prefiera no ensañarme con el tirano caido y procure recordar a Dan DiDio como al tipo que convirtió a Dios en un perro, que no deja de ser el incidente que provocó una de las pocas tiras con gracia que ha hecho M’Rabo en toda su vida…