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El secreto mejor guardado del cómic estadounidense: El Dossier Austen

A mí lo que me sorprende es que la noticia nos haya pillado con el paso cambiado, ¿no? Quiero decir, llevábamos años diciéndolo, que algo raro había en los cómics de los últimos años, que si el decompressive storytelling, que si remakes de eventos y demás… Pero claro, cuando nos ponen las cartas sobre la mesa, nos deja turulatos igualmente. Como no quiero que nadie saque conclusiones apresuradas ni se ponga a montar turbas linchadoras en las redes sociales sin tener todos los hechos, vamos a ver que es todo lo que se sabe hasta el momento del tema:

El origen del mal.

La bomba saltaba durante estas navidades cuando un supuesto autor de cómics cuyo nombre permanece en el anonimato -se especula con nombres como los de Sean Gordon Murphy, Kurt Busiek, Cullen Bunn, Gerard Way o el mismísimo Chip Zdarsky, que después de todo no deja de tener un pasado como periodista- publicó en Google Docs un dossier de más de seis mil palabras, conocido popularmente como el «Dossier Austen», en el que se detallaba con nombres, fechas e incluso contratos la forma en la que se hacen los cómics de hoy en día. Lejos de hablarnos de la visión romántica de artistas escuernándose con sus editores para sacar adelante las historias que les salían de lo más hondo de su ser, el documento denunciaba que desde principios de este siglo la mayor parte de los cómics creados por el mainstream norteamericano de Marvel, DC y parte de Image ha venido estando realizado por… Una red neuronal. Como lo lees.

El verdadero rostro del cómic estadounidense.

Todo esto, siempre según estos documentos, habría empezado allá por 2003 cuando Grant Morrison pegó la espantada de New X-Men y Joe Quesada se agarró un rebote que no te menées. Hasta ahora creíamos que todo esto había sido una jugarreta de un Morrison que no tuvo la delicadeza de informar a Quesada de que ya había firmado un contrato de exclusividad con DC antes de acabar el suyo con Marvel, pero según los datos que han salido a la luz puede ser que la cosa empezara un año antes, en 2002; y es que si bien desde 2001 Joe Casey había intentado en Uncanny X-Men emular el tono de Morrison para New X-Men y los resultados no habían sido los deseados y por ello fue sustituido aquel año por Chuck Austen, según este dossier recientemente publicado Joe Casey en realidad no dejó la serie y siguió trabajando en ella junto a Chuck Austen, pero su forma de escribirla fue totalmente novedosa y diferente a todo lo visto hasta entonces.
Todo empezó cuando Casey, tratando de emular a Morrison, empezó a elaborar una extensa base de datos de todos los manierismos del escocés, llegando a crear una base de datos de su estilo literario, otra con su temática y otra con sus influencias. Constantemente presionado por las ventas y la influencia de New X-Men, Casey se obsesionó con mimetizar el estilo de su colega, y aunque su trabajo era francamente encomiable, los resultados todavía no llegaban a estar a la altura de lo deseado, poniendo en la picota no solo su puesto si no el de su editor, Mark Powers. Conscientes ambos de que la serie necesitaba un revulsivo y que el trabajo de Casey podría proporcionarlo si se le daba el tiempo suficiente, el editor decidió enseñar la base de datos creada por Casey al propio Joe Quesada, que aunque para entonces ya se había decidido a sustituir a Powers por Mike Marts – el primero no dejaba de ser un editor de la administración anterior- decidió mantener tanto a Powers como Casey en plantilla trabajando en un nuevo departamento de «proyectos especiales».

Todo esto explica muchas cosas, aunque de Kia Asamiya no dicen nada. Mejor, supongo.

A partir de ese momento la base de datos ya no sería un material de referencia, si no que se utilizaría como un generador de temas sobre los que Joe Casey escribiría para que más tarde se aplicara sobre su trabajo la base de datos de estilo, simpre según las correcciones de Powers. La gran novedad del departamento de proyectos especiales vendría con la incorporación de tres programadores que automatizarían todo el proceso. Sin embargo, los inicios del nuevo sistema no fueron ninguna maravilla y los guiones resultantes dejaban en evidencia que no habían estado escritos por un ser humano, por lo que Chuck Austen fue contratado para «maquillar» los resultados, y así fue como acabó siendo el firmante oficial de aquellos cómics. El experimento les había funcionado tan bien que en menos de un año se consiguió automatizar todo el proceso aun más y de repente la firma de Chuck Austen empezó a aparecer en otras series como US War Machine, Captain America, Avengers o los cómics salidos a raíz del 11S como The Call of Duty. Ninguno de aquellos cómics fue muy bien recibido por parte de la crítica o el público, pero como los guiones de aquellos cómics se generaban en menos de una mañana, Austen no recibió ningún toque de atención hasta que Morrison dejó New X-Men…

¡Normal que tebeos como este salieran como setas!

Joe Quesada se encontró de repente con una máquina de hacer guiones que, si bien ya hacía mucho que había dejado de emular a Grant Morrison y de repente ya contaba con influencias de otros autores como Warren Ellis o de hasta Alan Moore -aunque aquello no había salido nada bien- le podría hacer perfectamente independiente de los vaivenes de prima donnas como el escocés, por lo que metió a su amigo Brian Michael Bendis en el departamento de proyectos especiales y se pusieron a trabajar en un relanzamiento de los Vengadores aplicando el estilo de Bendis… Pero entonces llegó Dan DiDio y lo puso todo patas arriba.

Esto es como darle una caja de petardos a un amado líder norcoreano, ¡cuando haces pop ya no hay stop!

Porque a Joe Casey y Mark Powers no les hizo ni pizca de gracia esto de haber quedado relegados a estar en la sombra, y aunque Chuck Austen recibió todo tipo de palos, también recibió bastante dinero por todas las series creadas con la herramienta automática. Lo que es peor, la herramienta había sido depurada en esos años hasta tal punto que para 2004 apenas necesitaba ya correcciones, por lo que Bendis ahora recogía sus frutos sin haber corrido ni el más mínimo riesgo. Hartos de la situación, Casey y Powers llevaron el proyecto a la DC Comics de Dan DiDio, el cual los recibió con los brazos abiertos. DiDio, que era mucho más ambicioso y con mucho menos filtro que Joe Quesada, enseguida puso a Powers a trabajar junto al novelista Brad Meltzer para lo que sería el gran evento del año siguiente, unas crisis. El programa imitó el estilo de Meltzer -experto en thrillers políticos- y lo combinó con Ellis, Millar y hasta Bendis, dando como resultado un cómic que poco tenía que ver con la tradición de crossovers de DC como Crisis en Tierras Infinitas o Our Worlds at War. Sin embargo, y como Dan DiDio es como es, decidió llamar al crossover Identity Crisis y lo publicó el año siguiente, consiguiendo un gran éxito de ventas. Casey, asqueado del monstruo que había creado, decidió abandonar la industria para dedicarse a los dibujos animados. Lo sustituiría un tal Geoff Johns, que supongo que os sonará de algo…

Ya no te puedes fiar ni de la mujer de Atom…

Dan DiDio de repente tenía en su mesa los guiones de los eventos de los próximos diez años, con nombres como Crisis Infinita, Crisis Final, Crisis Definitiva, Crisis Continua, Cuenta Atrás a Crisis, Crisis Eterna… Gran parte de estos crossovers acabarían en la papelera -quieras que no tampoco es cuestión de saturar demasiado el mercado- pero aun así DiDio sentía que iba a necesitar más, por lo que puso a Powers a trabajar junto a Bob Harras en un proyecto que iba más allá del guión: un generador de dibujantes. Y así es como nació el proyecto 52… Pero de eso ya hablaremos el año que viene, que aquí hay material de sobra y no es cuestión de empacharos…

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