Tal vez las razones por las que Marvel fichó a Quesada y Palmiotti no fueran del todo las más correctas -de eso ya hablaremos largo y tendido la semana que viene- pero lo que estaba claro es que a corto plazo fue una decisión excelente, porque Marvel Knights vendió que da gusto. Y tal vez una de las razones por las que funcionó la podemos encontrar en Ash, el buque insignia de Event Comics y el que probablemente sea uno de los tebeos más caóticos de seguir de una década que ya era caótica de por sí, pero como era lo que estaban haciendo Quesada y Palmiotti justo antes de la llamada de Marvel, habrá que echarle un vistazo:
Hasta donde he podido encontrar, se publicaron veintitres cómics de Ash, siendo seis de la serie original, con tres especiales publicitarios, un crossover con Azrael, dos series limitadas de dos números y una de 6, un número cero de una nueva serie con James Robinson que no pasó del segundo número y otra serie limitada crossover con otra serie de Event sobre unas «bad girls» que tienen un grupo de música y hacen cafradas, 22 Brides. A posteriori tendría más recorrido el otro gran personaje de Event, Painkiller Jane, pero como aquella serie la hacían Brian Augustin y Mark Waid -¡con dibujos de Rick Leonardi, toma ya!- creo que es mejor centrarnos en Ash, que es la de Quesada y Palmiotti a todo trapo. Y alguno se estará preguntando con todo el ansia del mundo qué carajo es Ash, qué es eso del bombero superhéroe y yo le responderé que es, en resumidas cuentas, una criatura de su tiempo; el estilo de Quesada en aquellos años era muchísimo más exagerado y se tomaba las «licencias cartoon» de la misma mala manera que Humberto Ramos o Joe Madureira en aquel momento, con lo que visualmente tenemos unos excesos y unas exageraciones un tanto indigestos. Si sumamos a esto que tanto a Palmiotti como a Quesada se les nota muchísimo que es su primer trabajo como escritores, tenemos como resultado un cómic no pasó a la historia por su calidad si no por su significancia histórica. Pero voy a callarme y dejar que saquéis vuestras propias conclusiones:
La cosa empieza con un edificio en llamas y citas a Shakespeare con aquello de que la vida es una historia contada por un idiota y tal, que aunque no venga a cuento en aquellos tiempos estaba muy de moda porque te hacia parecer intelectual o yo que sé. Culpad a John Byrne, que durante los 80 le dió por empezar todos los tebeos con citas y hasta Claremont empezó su Sovereign Seven riéndose de la moda y empezando con una cita al peor inicio de novela de la historia de la literatura inglesa. El caso que es Ash empieza con que unos bomberos se encuentran a uno de sus compañeros, el susodicho Ashley, totalmente carbonizado entre los restos de un incendio, con lo que lo mandan corriendo al hospital y allí descubren que se ha regenerado por completo y está estupendamente. Pronto Ashley empieza a tener pesadillas con el fuego y para el final del cómic acaba transformándose en… Ash, el superhéroe ese. Su primera pelea es contra una arpía que se cansa del tráfico y se transforma en una especie de dragon que escupe fuego y se carga un camión cisterna de material inflamable y… Sí, os prometo que no estoy exagerando, y que la historia se cuenta de forma tan atropellada como la estoy contando ahora.
En los siguientes números, intercalados con pinups de autores como Barry Windsor Smith, Mike Mignola, Kevin Nowlan o Geoff Darrow, empezaremos a ver a Ash pegarse contra unos paramilitares futuristas, un Joker sui generis que cita a Shakespeare y, como no podía ser de otra forma en un cómic de estos tiempos, un arcángel del cielo porque todos estos dibujantes metidos a guionistas tenían la Biblia metida en vena. Y no os creáis que la cosa se iba a quedar así, no, porque poco a poco las referencias bíblicas se irían haciendo más grandes y todas las incógnitas sobre Ash y demás personajes se irían resolviendo tirando del libro de libros, de maquinaria para resucitar soldados del futuro, alienígenas, la aparición de gente como Adán y tirando tantas ideas al techo como se les pasararon por la cabeza a Quesada y Palmiotti, que acabaron montando un embolado tan grande que ninguno de los dos fue capaz de resolver y terminaron endosándole el muerto a Waid y Augustyn en Ash: Cinder & Smoke, que para ser sinceros, pasaron un poco del tema y contaron lo que les vino en gana. Años más tarde y cuando Marvel Knights ya iba viento en popa, Quesada y Palmiotti hacen el ya mencionado intento de una serie regular de Ash a cargo de James Robinson que aparece en 1999 y, aunque se la ve bastante más «evolucionada», es un trabajo muy inferior al que estaban realizando en Marvel Knights y se acaba prescindiendo del personaje por completo cuando en el 2000 Quesada pasa a ser EiC de Marvel.
Mi conclusión es que nadie de Marvel se molestó en leer Ash, y menos todavía Joey Calamari, el flamante nuevo presidente de Marvel que tomó la decisión de fichar a Quesada y Palmiotti. Pero de eso ya hablaremos la semana que viene…