El Gato que Atraviesa las Paredes: El divertido y absurdo Macguffin de Robert Heinlein

Hoy toca de nuevo volver la vista al mundo de la literatura y para no perder las buenas costumbres de nuevo a mi genero favorito, la ciencia ficción. Y para ello nada mejor que hacerlo con todo un clásico como Robert Heinlein y el que hasta ahora es el libro mas divertido de los que he leído suyos (y por suerte aun me quedan unos cuantos de su bibliografía por descubrir) El Gato que Atraviesa las Paredes. Un divertidisimo libro en el que seguimos las andanzas de una peculiar pareja en una alocada huida a través de nuestra sistema solar en la que el peligro acecha detrás de cada esquina. Y aunque voy a intentar mantener los SPOILERS al mínimo, porque estamos ante un libro que vale la pena descubrir leyéndolo, alguno que otro se va a escapar, así que esta todo el mundo advertido.

En uno de los restaurantes mas lujosos de la estación espacial conocida como la Regla de Oro, el escritor Richard Ames se encuentra disfrutando de una agradable cena en compañía de la encantadora Gwendolyn Novak, una cena que es interrumpida por un desconocido que le pide a Ames que asesine a Tolliver solo para ser asesinado el a su vez ante la atónita mirada del escritor. Este no tarda en darse cuenta de que alguien va a por el, y tras una rápida boda con Gwen ambos deciden escapar de allí junto con su bonsai y un ratero al que han adoptado. Pero sus misteriosos enemigos no lo tendrán fácil para acabar con ellos, ya que Richard es en realidad el veterano Coronel Campbell (a veces conocido también como Senador cantor) y Gwen tiene mas nombres y habilidades de las que cualquiera podría imaginar y juntos son una combinación demasiado peligrosa para cualquiera.

Tengo que reconocer que hacia tiempo que no me divertía tanto leyendo una novela como me ha sucedido con esta. Una novela dividida en tres actos en cuyos dos primeros Heinlein maneja con maestría absoluta una trama muy tenue (alguien les persigue y deben huir) que básicamente es un Macguffin gigantesco pero que con el ritmo frenético y el humor, en ocasiones absurdo, que Heinlein le imprime a la historia uno no tiene tiempo mas que para pasárselo de miedo siguiendo a esta singular pareja a través de una rocambolesca huida que no parece acercarles demasiado a la verdad de lo que les esta sucediendo. Una historia y unos protagonistas que salvando las distancias me han recordado muchísimo a ese clásico del cine que es la Charada de Stanley Donen y a sus grandísimos protagonistas, Cary Grant y Audrey Hepburn pero con los géneros intercambiados.

Para el tercer acto se descubre toda la verdad y Heinlein consigue que cualquier teoría que tuviese el lector sobre lo que estaba sucediendo en realidad salte por los aires hecha pedazos ante los descubrimientos que vamos haciendo, enrevesando aun mas la historia y aprovechando para introducir a toda una serie de personajes presentados anteriormente en otras de sus novelas (e incluso en clásicos con mayúsculas de otros autores) ademas de al gato que da titulo a la obra, revelándonos que esta divertida y apasionante historia no es mas que un capitulo en una historia mucho mayor.

Pero si algo me ha sorprendido es lo tremendamente moderno y liberal (de los de verdad, no de esos que utilizan la palabra para vender su política toxica) que es Heinlein en esta novela, mas si tenemos en cuenta que hablamos de alguien que tenia casi ochenta años cuando se publico hace treinta y cinco años. Los personajes femeninos tienen un peso enorme en la trama, y aunque la novela esta narrada desde el punto de vista de Richard (como buen escritor) es en muchas ocasiones Gwen quien lleva la voz cantante y tiene que tirar de su esposo. Un peso que se aprecia también en el resto de la sociedad en la que se mueven sus personajes donde los roles de los géneros no es que estén perfectamente equilibrados, sino que casi parecen invertidos en muchos aspectos. Y eso por no hablar de la forma que tiene Heinlein de tratar la sexualidad y muchos de los tabús de la sociedad moderna real, con un futuro en el que la primera difícilmente podría ser mas liberal y fluida y los segundos van camino de desaparecer. Una forma tan natural de tratar estos temas que hacen que Heinlein, pese a llevar muerto mas de treinta años parezca mas moderno que muchos autores actuales.

Y resumiendo, que de nuevo estamos ante una novela de esas que hay que leer (yo es que a estas alturas me niego a hablar de libros que no me han gustado) aunque en general yo lo extendería a que hay que leer toda la obra de Heinlein, que no es considerado un clásico por capricho, es algo que se gano apulso a base de escribir un gran libro tras otro. Yo por mi parte seguiré poniéndome al día con lo que me queda por descubrir de la obra de Heinlein, aunque lo haré con calma y sin prisa, que cuando se trata de autores de los que tristemente no habrá mas libros de los que ya hay, prefiero paladearlos poco a poco.