Para valorar hasta que punto tiene importancia el milagro navideño que hemos presenciado hace no tanto en nuestros cines, creo que tenemos que echar la vista atras para darnos cuenta de que la situación de Aquaman fue mucho peor de lo que alguno se imagina. Porque no solo estamos hablando de una especie de secundario cómico de la Liga de la Justicia -que en los cómics nunca lo fue, aunque nos hiciera gracia verlo tocar los bongos junto a Topo-, si no que llegó a haber un momento en el que Aquaman directamente no pintaba nada. No existía, no era nada de nada. Era completamente irrelevante, era más fácil que te tocara la lotería que encontrarte un fan de Aquaman.
Siempre recuerdo que tanto él como Green Arrow son personajes creados por el mismísimo Mort Weisinger, y de hecho son uno de sus primeros trabajos para DC. Y os lo recuerdo porque son personajes que Weisinger debió de insistir para que se mantuvieran en el mercado y, así como consiguió colar a Aquaman como fundador de la Liga, Green Arrow tardaría un poco más en adquirir ese status. Tras la era Weisinger, Denny O’Neil conseguiría darle una personalidad interesante a Oliver Queen, llegando a tener algunos hitos durante los 70 y 80 simultaneos a la pérdida en el olvido del pobre Arthur Curry; para que nos hagamos a la idea, mientras sus compañeros cofundadores de la Liga de la Justicia mantenían serie propia hasta bien entrados los 80 -con la excepción del Detective Marciano, al cual los muy canallas supongo que no daban oportunidades por ser verde- Aquaman se veía relegado a periodicidades largas durante los 60 y vería su serie cancelada en el 71, obteniendo una nueva oportunidad durante la DC Explosion -un relanzamiento global de la línea en 1977 al poco de llegar Jenette Kahn- que se fue al traste con la consiguiente DC Implosion un año más tarde.
A partir de ahi Aquaman se confirmaría como un personaje totalmente irrelevante, hasta el punto de que, si bien aparecía en los la serie de animación de Super Friends, nadie le hacía el menor caso y probablemente fue en aquel momento en el que empezó a ser material de burla, cosa que se acrecentaría años más tarde con la aparición de internet y los primeros memes. Sin embargo y aunque Aquaman no recuperaría cabecera propia hasta después de Crisis en Tierras Infinitas, hay que decir que sí que hubo presencia atlante en el kiosko entre 1982 y 1985 con la publicación de la serie de Arion: Lord of Atlantis, un personaje que había empezado como complemento del Warlord de Mike Grell y que en realidad poco tenía que ver con Aquaman, porque no dejaba de ser un hechicero del año 45000 antes de Cristo en una época en la que Atlantis todavía no se había sumergido, con lo que en realidad sus aventuras tenían que ver más con Conan o el propio Warlord que con Aquaman y La Liga de la Justicia.
Tras Crisis Neil Pozner intentaría revitalizar el personaje con una miniserie dibujada por Craig Hamilton en la que se trataría de integrar el Atlantis de Aquaman con el de Arion, además de cambiar el traje del personaje por considerar el original de Paul Norris «muy pasado de moda». La cosa no debió de cuajar, porque aunque Aqualad llegó a llevar un traje parecido por una buena temporada, el propio Arthur Curry pronto volvería al naranja y verde con otra miniserie que saldría tres años después, a cargo de Keith Giffen, Robert Lauren Fleming y el mismísimo Curt Swan en uno de sus últimos trabajos para la editorial. Sin embargo y pese a la envergadura de algunos de sus autores, el relanzamiento tampoco tendría continuidad y un año más tarde saldría el que seguramente sea el mejor cómic de Aquaman sin Aquaman, las Crónicas de Atlantis de Peter David y Esteban Maroto. Poco puedo decir de ésta obra que M’Rabo no haya dicho ya en su propio artículo así que pasaré directamente a la serie regular que saldría al año siguiente a cargo de Shaun McLaughlin y Ken Hooper, la cual comenzó poniendo el foco sobre las relaciones geopolíticas de Atlantis -si Peter David hizo un Juego de Tronos con Atlantis McLaughlin no iba a ser menos-, pasó luego a interesarse por la ecología -al igual que el Namor de John Byrne que se estaba publicando en aquel momento, ¿casualidad?- y acabó siendo cancelada en el número trece porque… Bueno, porque a nadie le interesa Aquaman, lo que molaba era las Crónicas de Atlantis.
Y no volvería Aquaman hasta 1994, cuando supongo que Paul Levitz se plantó delante de la casa de Peter David con un camión lleno de dinero y le propuso amablemente continuar el trabajo que había hecho con Las Crónicas de Atlantis. David acabaría aceptando -aunque primero realizaría la miniserie Time & Tide, en la cual se hablaba de la profecía sobre el enfrentamiento entre él y Ocean Master- y creo que fue una mala idea, porque si bien casi todo lo que hizo por aquellos años mantiene un nivel de calidad bastante alto, en Aquaman parece que está intentando imitar a la chavalería de Image a costa de cargarse Atlantis, convertir a Arthur Curry en un melenudo encabronado, matar personajes de forma sangrienta y grotesca, volver loca a la pobre Mera, dejar manco a Aquaman e implantarle un gancho… Soy consciente de que tiene sus defensores, pero para mí esta serie me parece con mucho lo peor de David -aunque Supergirl tampoco es gran cosa, por lo menos mantiene el tipo- y no acabo de pillarle la gracia.
Pero debo de estar tremendamente equivocado, porque David duró en la serie cuarenta y cinco números tras los cuales llegaría un breve paréntesis con Dan Abnett y Andy Laning antes de la llegada de su sustituto definitivo, Erik Larsen, el cual pasó por la serie como una apisonadora tratando de deshacer todo el trabajo de David durante un año. Le sucedería Dan Jurgens, el cual, a pesar de contar con el mejor dibujante que había tenido la serie hasta entonces -Steve Epting- llevaría este capítulo de la historia de Arthur Curry a su final con la cancelación de la serie en el número 75, ya en el año 2000. Sí, el volumen 5 de Aquaman es el más largo de toda la historia del personaje, superando al original por 4 números -5 si contamos con el especial One Million, que fue un mes loco que tuvo DC en los 90 en el que jugaron a especular como sería un hipotético número un millón de sus series regulares publicado en el siglo XXX o por ahí-.
Recuperaría su propia cabecera en 2003 con Rick Veitch e Yvel Gulchet, en una serie en la que poco a poco el bueno de Arthur recuperaría su ser pre Peter David y volvería a afeitarse y cortarse el pelo. Es una serie en la que Aquaman va pasando página respecto a la destruida atlantis y se dedica más al mundo de la superficie, pero ninguno de sus guionistas llega a tener la suficiente continuidad como para darle una cohesión temática a la serie más allá de ver a Aquaman cabreado con Black Manta y gente así. Una lástima, porque aunque Veitch parece llegar con buenas ideas en menos de un año ya comienza un baile de guionistas y una escasez de definición temática que acabará transformando la serie en «Aquaman: Sword of Atlantis» durante el evento One Year Later y que la llevará a la cancelación en su número 57.
Serán cuatro años más tarde, en 2011 y el New52, cuando Geoff Johns iniciará una nueva serie del personaje junto a Ivan Reis. El Aquaman de Johns prescinde de casi todo lo que se ha hecho con el personaje en los seis volúmenes anteriores -que sorpresa, ¿no?- y se dedica a reinterpretar el original de la silver age añadiéndole elementos casi lovecraftianos en la figura de The Trench, unos atlantes que se hundieron demasiado bajo cuando la Atlántida se sumergió y que ahora disfrutan más de la cuenta de comer carne humana. Johns aguantaría 25 números en la serie antes de que sus múltiples ocupaciones ejecutivas en DC lo obligaran a dejarlo, con lo que, dejando de lado a los susodichos Trench, podría decirse que la contribución principal de Johns fue la de hacer que Arthur Curry portara mucho más a menudo el tridente de lo que había hecho en todas sus encarnaciones anteriores. Nombres como los de Jeff Parker, Cullen Bunn o Dan Abnett -de nuevo, sí- llevarían la serie a su final en el número 52, pero hay que reconocer que, dejando de lado el hecho de que llegó un momento en el que se jugueteó peligrosamente con la idea de que Aquaman adoptara el look Momoa de Batman v Superman, probablemente sea el volumen más redondo de la historia del personaje. Lo cual, siento repetirme, pero tampoco es decir mucho.
Por estas cosas de los relanzamientos y no por la cancelación de la serie, Aquaman llegó con Rebirth a su volumen 8 en el año 2016 -un par de meses después, tampoco os creáis que tardaron mucho- y el propio Abnett aguantaría al mando de la misma hasta que el mes pasado y aprovechando el estreno de la película Kelly Sue Deconnick y Robson Rocha se hicieron cargo de la serie. Confieso tener pendiente esta última etapa del personaje, así que no puedo decir si está siendo mejor que el volumen anterior. Eso sí, entre los dos volúmenes Aquaman lleva casi cien números de publicación casi ininterrumpida, con lo que podríamos decir sin equivocarnos que éste es el momento de mayor éxito comercial del personaje y probablemente hasta creativo, porque la película sigue siendo la mejor historia de Aquaman que haya visto en medio alguno.
No me gustaría terminar el post sin recordar que, aunque Aquaman empieza como un personaje de relleno, una criaturita que se asomaba como complemento de otros personajes que siempre acababan eclipsándolo y condenado a una irrelevancia permanente hasta que en los 90 Peter David pone los fundamentos de cómo debe ser una serie regular del personaje y los conflictos que se pueden dar en ella sin caer en los tópicos de la edad de plata, nos guste o no es Johns el que lo hace finalmente relevante, pero eso sí, lo hace mientras mira de reojo a Peter David. Y es que aunque reniege de David, la agresividad salida de madre que caracteriza la etapa de Johns y su temática es muy parecida a la de David, porque al fin y al cabo New 52 no dejaba de ser un intento de volver a la estética y formas de los 90. Que tampoco nos engañemos, Aquaman está donde está porque Johns se empeñó en ponerlo al frente de DC y como miembro fundador de la Liga de la Justicia de New52 -cuando en casi cualquier encarnación posterior a la original se había prescindido de él en favor de J’onn, que era un indispensable, o Hawkman/Hawkgirl-. Lo que es peor, cuando Waid hace JLA Year One el personaje que menos pinta es Aquaman, teniendo más protagonismo cualquier otro de los fundadores del grupo y la relación entre ellos. Pero claro, no dejamos de estar hablando de un tebeo completamente retconeado, que ya se sabe que Waid ahora es persona non grata en DC…