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DC 100 PAGE GIANT: Ten cuidado con lo que deseas, ¡porque Dan DiDio podría hacerte caso!

A veces somos un poco bocazas, ¿no? Quiero decir que hablamos mucho, pedimos mucho, y luego no tenemos cuidado con lo que deseamos y entonces nos tenemos que comer nuestras palabras y… Bof, igual mejor os pongo una imagen, que por algo vale más que mil palabras:

Nihao bitches!

Para los que no os enteréis de qué es lo que está pasando, supongo que tendré que empezar desde el principio, pero que sepais que esto es culpa nuestra. Que somos idiotas, vaya. Resulta que hace treinta años o así en EEUU los cómics se vendían en los kioskos y en los supermercados, pero a principios de los 80 DC y Marvel se dieron cuenta de que los cómics que iban para allá exigían poder ser devueltos y acababan jamándose un montón de ejemplares sin vender o, lo que espeor, con ligeros desperfectos porque los niños los manoseaban y luego sus padres no se los compraban. Conscientes de que algunas librerias habían empezado a especializarse en comprar ejemplares viejos y revenderlos por más dinero, las editoriales empezaron a sacar algunas series solo para el «mercado directo», con lo que cómics como Dazzler -la primera serie que salió para el mercado directo- sólo podían ser pedidos por encargo y no permitían devoluciones, con lo que las editoriales no corrían riesgos y el librero sí -porque un lector podía pedir el cómic y luego no devolverlo. La cuestión es que el dinero seguro que significaba el mercado directo, que no te hacía especular con las tiradas, provocó que con la llegada del boom especulativo de finales de los 90 tanto Marvel como DC se retiraran poco a poco de kioskos y supermercados para sentarse cómodamente en el mercado directo. Y claro, esta mentalidad cortoplacista la pagaron cara cuando estalló la burbuja especulativa.
¡A ESPECULAR Y ESPECULAR QUE EL MUNDO SE VA A ACABAR!

Porque al salir del kiosko y el supermercado los cómics ya no estaban en la calle, y el mercado se iba reduciendo paulatinamente. Por un tiempo se pensó que las películas basadas en sus cómics, internet o los videojuegos podrían atraer nuevos lectores, pero pronto se dieron cuenta de que si eso era cierto, la cosa acababa siendo muy a largo plazo, y la edad media de los lectores estaba subiendo de forma dramática. Los cómics empezaron a pasar de su espectro de lectores habitual de 10 a 18 años y empezaron a preocuparse por los young adults, los maduritos, etcétera, hasta que de repente Superman se quedó sin calzoncillos y en las editoriales despertaron un día horrorizados al descubrir que no hacían apenas cómics que pudieran leer sus propios hijos. Que habían roto la cadena y la cosa se podía ir a pique, con lo que algunas luminarias y voceras de internet -yo aquí, culpable- empezaron a gritar, ¡VOLVED AL KIOSKO! ¡RECUPERAD LOS SUPERMERCADOS! Y va Dan DiDio y me hace caso. A mí que soy un idiota, ¡de todos a los que debería hacer caso me hace caso a mí! Y claro, pasó esto:
¡Triplicamos el precio original! ¡Y voy a la ruina!

Los DC Page Comic Giant son especiales que mezclan contenido nuevo y viejo hechos especificamente para Walmart, la cadena de hipermercados que practicamente monopoliza los EEUU. Por unos modestos 5 dólares -el valor medio de un comic book de 24 páginas son 4 dólares- te puedes hacer con un monstruo de 100 páginas que te puede dar lectura para rato, con material reeditado de autores consagrados de DC. La cuestión es que estos cómics están hechos para buscar nuevos lectores, con lo que no van a ser distribuidos en los circuitos de venta directa ni -a priori- su material va a ser reeditado para dichos circuitos ni en digital. Con lo que todos los que no vivimos con un Walmart cerca -vamos, los que no somos yanquis- nos tenemos que comer los mocos y quedarnos sin leerlos… A menos que nos peguemos un viaje a EEUU o paguemos la talegada que está pidiendo el personal en Ebay. Y honestamente, si no pasé por el aro de la Supernintendo Mini, por esto tampoco.
¡Tu madre si que scarcea con el butanero!

No me malinterpretéis, no estoy en contra de este movimiento, y de hecho creo que DC está haciendo lo correcto. Y aplaudo su decisión, aunque me joda no poder tener estas historias inéditas, pero también entiendo que estos tebeos no son para mí, son para las nuevas generaciones, para que la gente que no conoce los personajes pueda descubrirlos o redescubrirlos. DC Comics ha hecho lo correcto y hay que decirlo, sobre todo porque por lo que sé de los contenidos la selección bastantes de ellos es buena y, aunque me chirría que pongan como origen de la Liga el de Johns/Lee sin J’onn, creo que comercialmente han dado el paso correcto. Y ojalá esto tenga una continuidad, y Marvel y las demás editoriales tomen pasos parecidos, porque no puedo negar que algunos de mis recuerdos infantiles sobre cómics van ligados a tebeos muy gordos llenos de personajes desconocidos, de mundos rarísimos que estaba dispuesto a explorar. Quiero pensar que los niños son listos y sabrán darse cuenta de que Evan Shaner es mejor que Jim Lee, y si no lo son más nos vale ser responsables y salvarlos de su error. ¡Todo sea por los niños!
No, no compréis a especuladores. ¡Antes leed un escaneado guarro y esperad a que reediten el material, que lo harán tarde o temprano!

En cualquier caso, creo que este post también me sirve para dar paso a una serie que llevo tiempo preparando sobre la accesibilidad de los cómics antiguos a los nuevos lectores. Llevamos más de veinte años oyendo que la maraña de la continuidad de series como X-Men las hacen inexpugnables, que los nuevos números uno son mortales de necesidad porque son la mejor forma de crear puntos de entrada para la sangre nueva, pero a la vez me doy cuenta de que yo empecé a leer cómics con muchas de esas series «inaccesibles». Así que a partir de mañana voy a empezar a repasar década por década la serie más inaccesible pero misteriosamente más vendida de Marvel durante casi todas esas décadas -Uncanny XMen- y veremos que conclusiones vamos sacando.
Ya mismo y desde aquí declaro mi amor más absoluto a estas cajetillas introductorias de la Marvel de los viejos tiempos.

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