A ver, que cuando hablo de Guerra Civil no hablo del Capitán América pegándose con Iron Man o de Iron Man pegándose con Carol Danvers, no, estoy hablando de la Guerra Civil Española, esa que se dió justo antes de la Segunda Guerra Mundial porque a algunos no les gustaba la democracia y prefirían regalarle el país a un indeseable con voz de pito. El caso es que unos cincuenta años más tarde y con Larry Hama y Marc Silvestri llevando la serie de Lobezno, se les ocurrió hacer una historia en la que Logan viajaba en el tiempo para conocer a Hemingway y la gente de Forum/Planeta se fliparon porque de repente tenían entre manos una historia de Lobezno en la guerra civil, con lo que publicaron la historia entera en el formato más caro que pudieron encontrar y la publicitaron lo más grande. Esto, lejos de darles unas ventas tremendas, lo que provocó es que la mayor parte de los plebeyos que tiraban de grapa tuvieran que prescindir de leer ese cómic que ni era prestigio ni novela gráfica, eran tres números sueltos de la serie que deberían haber salido en grapa. Pero claro, Planeta infló tanto el significado cultural de este cómic que hasta acabó en el Reina Sofía, a pesar de que su significación artística es más bien escasa y que la documentación de Hama para el proyecto se quedó un pelín corta. Pero dejémonos de contexto histórico, que vosotros habéis venido a por sangre y la vais a tener…
La cosa empieza con Lobezno de visita en Canadá para ver a Puck y tratar de relajarse un poco, que en aquel momento el hombre había estado muy perjudicado después de ser crucificado por los Cosechadores y de haberle estallado en la cara su antro de Madripur (o Madripoor, como queráis). Y estaba Logan tan feliz teniendo peleas en bares y pescando mientras discutía de literatura con su pequeño amigo, cuando de repente le ataca Lady Deathstrike vía agujero teleportador de Pórtico. Pórtico, para los que no lo sepais, era un aborigen australiano capaz de abrir portales teleportadores a todo el mundo que solía trabajar para la Patrulla X cuando estos decidieron fingir su muerte y esconderse en Australia por una temporada -sí, hasta ese extremo tuvo que llegar Claremont para que no le metieran mano en la serie-. La cuestión es que el periplo en las antípodas terminó cuando los Cosechadores -lo que vendría a ser el club de cyborgs mutilados por Lobezno, siendo una de ellos Lady Deathstrike- los echaron a patadas y se quedaron con su casa y su teleportador favorito. La cuestión es que la cyborg tenía tanta ansia por matar a Lobezno que se mete en el agujero teleportador de Pórtico con demasiadas prisas, provocando un desgarro espaciotemporal que manda a Lobezno y Puck hasta la guerra civil española.
Nada más llegar allí pues ya véis, Puck recupera mágicamente su estatura -que no se me queje nadie, que el hombre si era enano era por otra cuestión mágica- y se encuentran en mitad del ruedo de una plaza de toros. Puck, que es un tipo casi tan viejo como Lobezno y trabajó como mercenario durante esa misma guerra, no tarda en reconocer a una tal «Inez» -no es que Larry Hama no sepa escribir Inés, es que los yanquis escriben «Inez» y les parece un nombre normal- y a Ernest Hemingway, un tipo que os sonará por haber escrito algunas novelas que vendían menos que La Sombra o Doc Savage y por eso tenía que estar todo el día de juerga y emborrachándose para desahogar su frustración. El caso es que Puck rápidamente se pone a torear -porque es algo que le ha molado de siempre- y hace una faena tan estupenda que todo el mundo empieza a pedir que le den las dos orejas y el rabo mientras Lobezno se queda en su esquina bebiéndose el vino de Hemingway. Y en esto que estaba Puck pidiendo la absolución del morlaco por haberse mostrado bravo en la contienda, cuando de repente el pobre animal es tiroteado por un jodido stuka de la Legión Cóndor. Porque sí, no solo estamos en la Guerra Civil, es que estamos en 1937 y han ido a parar justo al bombardeo de Guernica.
Lobezno -que por si no lo recordabais, es el mejor en lo que hace- aprovecha que Puck tiene un estoque en la mano para lanzárselo a uno de los stukas y conseguir la única baja alemana durante el bombardeo, tras lo cual decide largarse junto a Puck, Hemingway e Inez a las montañas, a buscar la «banda de partisanos» de esta última. Larry Hama parece desconocer que Guernica en el momento del bombardeo era un pueblo normal en día de mercado, sin ningún tipo de presencia militar y con los fascistas y el frente todavía a 42 kilómetros de distancia -por eso la atrocidad bombardeo es tan monstruosa- pero al hombre parece darle igual y nos planta a una banda de soldados nazis «de la legión condor» con sus tanquetas y sus MP40 entrando en Guernica y encontrándose con Lady Deathstrike, la cual parece que no va a poder repetir la alianza del eje entre Alemania y Japón y va a ser colgada sin la menor ceremonia. Y así acaba el número, con toda la tensión montada.
Decir que este cómic se flipa es poco, y a pesar de la apropiación cultural flagrante que hacen tanto Hama como Silvestri, ofendiéndome profundamente por su desconocimiento de nuestra tierra, he de reconocer que es un cómic tremendamente divertido y me lo he pasado estupendamente. Silvestri sigue teniendo las mismas carencias de siempre, pero como narrador sigue estando a años luz de sus contemporáneos de Image y eso hace que le saque brillo al trabajo de Hama, uno de los guionistas más infravalorados de los 80 en Marvel. Que ya que estamos, la semana que viene os hablaré un poquito más de Larry Hama y seguiremos con las aventuras gudaris de Lobezno, que la cosa se va poniendo interesante.