El mundo del cómic no tiene memoria. Cada vez cuesta más encontrar a alguien que sepa quién es El Cachorro, mucho más a alguien que lo haya leído. Superventas de su época como El Capitán Trueno son perfectos desconocidos para las nuevas generaciones, con lo que nos sobreviviene el fin de la civilización occidental, porque todo se ha llenado de gente ignorante, malvada y perversa a la que le interesa más que no se discrimine a los demás que los calzoncillos de Superman. Y lo más importante son los calzoncillos de Superman y el Snyder Cut, dónde va a parar.
Toda esta introducción la hago para dejarle claro a los señores de DC que uno puede ser crítico con muchas facetas del mundo del cómic y no ser un troll, ni un nazi, ni una mala persona «con una agenda» -me encanta esa expresión, me imagino a todos con cara de malvados escribiendo en su agenda de Hello Kitty-. Resulta que DC ha enviado una circular a todos sus freelancers y trabajadores con un código ético que deben de seguir en las redes sociales. Más allá de decirles que esperan de ellos que mantengan un alto nivel de profesionalismo y respeto en sus actividades online, les recuerdan que cualquier comentario que hagan que pueda ser considerado difamatorio, abusivo, discriminatorio, que incite al odio o la violencia es inaceptable y puede resultar en una acción legal. Porque claro, hemos llegado al punto en el que un guionista de Superman puede ser del Ku Kux Klan, ¡puto Snyder!
Visto el percal, me parece bien que DC le recuerde al personal que tiene que ser buena gente, al fin y al cabo no deja de ser una empresa que existe en un país gobernado por un mamarracho como Donald Trump y algunos valores básicos están en tela de juicio por culpa de cuatro mamarrachos. Que no es que no llevaran ya más de cincuenta años criminalizando el pensamiento de izquierdas y con un apartheid despreciable, pero vaya, que es bonito ver que DC quiere ser de los buenos. Guay, libertad de expresión, reunión y pensamiento, para eso se fundaron los Estados Unidos de América, un país de libertades respecto a esos desgraciados del viejo mundo que siguen con sus reyes y sus mierdas. Pues vale, chachi, cinismos aparte me parece estupendo que DC Comics intente estar del lado de los buenos, al margen de lo que pueda pensar de su política editorial y sus errores del pasado. El problema viene cuando la carta nos cuenta cuál es la política de DC Entertainment respecto a redes sociales, que es… Matizable.
Porque veréis, la cosa empieza tímidamente con DC animando a los autores a participar en redes sociales y así dar una presencia en ellas a su trabajo y compartir con los fans su pasión por los personajes, historias, marcas y Wonder Woman pegando espadazos, porque eso ahora es parte de su imagen de marca. Todo bien de momento, aunque eso de la pasión «por la marca» me chirría un poco, pero supongo que como dijo un cráneo previlegiado no hace tanto «¡es el mercado amigo!». Lo siguiente que dicen es que mantengan una actitud positiva y recomiendan que «evites los comentarios negativos». Vamos, que no digas que Jim Lee es un pesado con tanta rayita, o que quieres que vuelvan los calzoncillos. No, cállate, sólo podrás decir lo que molan los calzoncillos cuando decidamos que vuelvan los calzoncillos. La cosa va a más cuando DC también recomienda evitar el responder a individuos que hablen negativamente de ellos, de otros autores o de la la propia DC, porque eso sería meterse en un callejón sin salida. Genial.
Vamos a ver si nos aclaramos, DC no está diciendo que no debas hablar con gente maleducada, con los típicos gilipollas que le sueltan al autor «tu trabajo es una mierda, muérete». No. Está diciendo que no deben hablar con la gente que tenga comentarios negativos en general, con gente que les diga que Superman no debería romperle el cuello a Zod, que es contradictorio que Wonder Woman vaya cortando cabezas cuando trata de predicar la paz y el amor o que Batman jamás debería usar una pistola. Muchos de estos comentarios en otra época son de perogrullo, pero con el tiempo hemos visto que no es el caso, y si manifiestas a un autor que estás en desacuerdo, el autor está obligado a no hablar contigo porque «el comentario es negativo». Genial, ¿entonces que clase de interacción podemos tener los lectores con ellos? ¿Sólo podemos decirles lo genial que es su último número y lo bien que dibujan? ¿Se consideraría negativo el quejarnos porque no reeditan el Flash de Messner Loebs? Bueno, pues ya que DC ha decidido darles a los autores una guía para hablar con nosotros, permitidme que os haga una guía sobre la forma en la que debemos hablar con ellos. Para ello, y aprovechando que ayer dije que me gustaba un dibujo suyo, hemos conseguido una entrevista con Jim Lee:
-Hola Jim.
-Hola señor con ojos de loco, ¿me odias?
-Que va tontorrón, no eres Tom DeFalco.
Vale, en este caso ya hemos metido la pata, porque implícitamente hemos dicho que odiamos a Tom DeFalco, eso es un comentario negativo contra alguien que ha trabajado para DC y Jim Lee ya está obligado por su empresa a no hablar más con nosotros. Hagamos un segundo intento:
-Hola Jim.
-Hola señor con ojos de loco, ¿me odias?
-Que va, simplemente no me gusta parte de tu trabajo.
Cagadón otra vez, porque el expresar que no te gusta su trabajo es un comentario negativo. Podríamos ser rastreros y decir que no nos gusta parte de su trabajo en Marvel, pero eso sería una media verdad o lo que es lo mismo, mentir a medias. Así que la mejor opción ha sido decirle que no tenemos nada personal contra su persona en absoluto, y que de hecho el hombre tiene una buena imagen en las redes sociales y omitir todo comentario sobre Image, Alan Moore y demás esqueletos en el armario que serían comentarios negativos:
-Hola Jim.
-Hola señor con ojos de loco, ¿me odias?
-Que va, si ayer ya dije que me gustaba un dibujo tuyo.
-Bueno, ¿y que querías decirme?
Ay, hay tantas cosas que querría decirle… Como cómo se le pudo ocurrir conchabarse con Harras para mangonearle a Claremont y truncar una de las mejores etapas de la historia del cómic de superhéroes, y todo para largarse a los cuatro días a Image y dejarle a Harras compuesto y sin equipo creativo, cómo pudo volver a mangonearle a Claremont prometiéndole el oro y el moro en Image y al final ni siquiera le dibujo un mísero número de Huntsman cuando Claremont si que guionizó su WildCATs, por no hablar de como le hizo otra parecida a Alan Moore cuando… Ya, ya paro. Mejor le hablamos de otra cosa:
-Verás Jim, me gustaría felicitarte por la decisión de traer de vuelta los calzoncillos de Superman.
-Oh, muchas gracias, para el número 1000 de Action Comics queríamos traer de vuelta una versión clásica del personaje y blablabla…
Oh mierda, la hemos cagado. Nuestra conversación se ha convertido en un panfleto publicitario de DC, y éso es lo último que queríamos conseguir. Así que mejor hacemos un esfuerzo y modificamos un poquito nuestra última línea:
-Verás Jim, me alegro mucho de que hayáis traído de vuelta los calzoncillos de Superman, pero me pregunto por qué has incluido esas líneas paralelas en sus mangas.
-Oh, son una clara referencia al bagaje histórico del personaje, dejándole claro al lector que mantenemos el legado de todas las etapas del personaje, incluidas las más recientes como New 52 o Reborn.
-Pues no me decías eso cuando te cargaste el universo postcrisis y le pusiste el alzacuellos a todo dios en New 52, hijo%$%&/&%!!!
Vale, ha sido un fracaso absoluto. Pero, ya hablando más en serio, hay que tener en cuenta que los lectores no somos periodistas que tengan que hacer mil requiebros dialécticos para conseguir una respuesta sincera de su entrevistado, y tampoco tenemos la obligación de ser críticos de arte y que cada cosa que digamos esté fundamentada. No tenemos la obligación siquiera de entender el cómic que compramos, sabemos lo que nos gusta y lo que no nos gusta, y tenemos el derecho a manifestar nuestra opinión. No todo el mundo sabe hacer una crítica constructiva, porque no todo el mundo tiene los conocimientos necesarios para ello. Todos los lectores -como todo el mundo- viven en un constante proceso de aprendizaje a lo largo de su vida, y por eso muchas veces son los propios lectores los que se enseñan unos a otros, los que aprenden juntos a leer y analizar los tebeos que leemos. Pero una vez dicho esto, también hay que dejar claro que no tenemos derecho -como lectores y como seres supuestamente civilizados- a insultar o acosar a los demás, a difamarlos, a ir a su twitter a ponerlos a caer de un burro, ni siquiera tenemos derecho a que nos respondan. Soy consciente de que es completamente apabullante la cantidad de mensajes que recibe un autor de cómics en su correo y sus redes sociales, y entiendo que ignore la mayoría. Al final lo que ha hecho DC con estas líneas es tratar de proteger a sus trabajadores, recomendándoles que pasen de todo porque hay mucha mierda. Y no es un mal consejo, pero tomado al pie de la letra nos está negando el debate entre lectores y autores, y eso es una pérdida tremenda que desvirtúa completamente las redes sociales, porque lectores y autores pueden aprender mucho unos de otros, y al final la razón «oficial» de que los autores estén en twitter no es solo para promocionar sus obras; se supone que es una forma de ser más cercano al lector.
Y sí, sabemos que DC está haciendo esto porque a algunos autores se les ha calentado mucho la boca últimamente y casi hasta tenemos que felicitarnos porque no han llegado al vergonzoso extremo de Marvel, que hace firmar a todos sus trabajadores un acuerdo de confidencialidad de por vida que les impide hablar mal de Marvel o Disney (aunque luego no toma medidas legales contra nadie porque saben que ese papelote no se aguantaría en un tribunal, vaya). Pero eso no quita que llevemos ya veinte años de internet y el personal todavía no haya aprendido que no puedes controlar todo lo que se dice de tí en las redes, porque no eres el puto Ahmal Farouk controlando todo lo que se dice o piensa de tí. Antes tu podías decir en un bar que Michael Bay es al cine lo que Nerón a los bomberos y el único riesgo que corrías era que Michael Bay entrara por la puerta y te pegara un puñetazo en la boca. Tu eres un autor, eres un artista, desnudas tu obra ante el público y el público tiene el derecho a opinar tenga o no tenga ni puñetera idea; ¿cómo puede haber autores que ponen a parir a un fan que los critica y a la vez en su siguiente tweet decir que tal película o tal libro es una puta mierda? ¿Alguien ha visto el foro de John Byrne? ¿Alguien ha visto a Gerry Conway, a Erik Larsen?
La solución no está en callarse, en no criticar a nadie. La solución está en ser educado al criticar y no tomarse toda crítica que recibamos como un ataque personal. Yo mismo he visto a autores poniendo poses de tragedia griega porque han malentendido un comentario de un foro que les ha salido a través de una alerta de Google. Madurad, joder. No podemos cambiar la forma de pensar de siete mil millones de personas, no podemos hacer que todos piensen como nosotros. Podemos hablar, podemos dialogar, pero ya estamos mayorcitos para aquello de «TENGO QUE CONTESTAR, ALGUIEN ESTÁ EQUIVOCADO EN INTERNET Y YO VOY A ARREGLARLO». Y en el fondo es exactamente eso lo que está diciendo DC con su política de redes sociales, pero lo dicho, no le vendría mal un repaso que especifique y proteja la interacción productiva entre lectores y autores, y así de paso se ahorran a unos cuantos mamarrachos reaccionarios poniendo el grito en el cielo.
https://twitter.com/WalterSimonson/status/837454139139493888
Que por cierto, la única interacción que tengo yo con autores de cómic ha sido para dejarle claro a M’Rabo que a Walter Simonson le trae sin cuidado la Tostadora Valiente.