Siempre es motivo de celebración que nuestros autores favoritos sigan creando sin parar y sin bajar el nivel, algo que uno de los mas grandes como Carlos Giménez sigue demostrando con cada nueva obra que publica. En esta ocasión le ha tocado el turno a Crisálida, una obra dura, amarga y tremendamente cercana como suele ser habitual en la trayectoria de Giménez, y que en esta ocasión toca, con su maestría habitual, un tema que le toca muy de cerca por conocer de primerísima mano, el envejecer. Una historia triste y a ratos tierna, que pese al mal cuerpo que acaba dejando es un cómic que ningún admirador de su obra, o amante del cómic en general debería perderse.
Raúl acaba de terminar de morirse, una expresión que suena extraña pero que para el tenia todo el sentido del mundo ya que consideraba que todos comenzamos a morir el día en el que nos damos cuenta de que ya estamos en el ultimo tramo de nuestra vida. Una aceptación que unida a multitud de pequeños golpes de la vida le envolvió en lo que el denominaba su “crisálida”, un caparazón metafórico que poco a poco le aislaba de la vida haciendo que cada vez le importasen menos cosas y que ya solo esperase con resignación el final de todo. Unos últimos años que su amigo Pablo ha reconstruido a partir de sus notas, diarios y experiencias personales para formar el retrato de un hombre que sentía que ya no le quedaba nada por lo que vivir…
A lo largo de su enorme trayectoria Carlos Giménez ha escrito historias durisimas sin tener las mas mínimas contemplaciones. Nos ha mostrado los horrores de la guerra, la pos-guerra y la dictadura, de los malos tratos, la violencia en todas sus formas o el trágico final de grandes figuras del cómic… pero pocas historias me han dejado tan mal cuerpo como este Crisálida. Y esto es porque a diferencia del resto de su obra, donde podemos distanciarnos al tratarse de experiencias que no hemos vivido y que con suerte nunca viviremos, lo que nos cuenta en Crisálida. es algo que inevitablemente nos va a suceder a todos y que en muchos casos habremos podido vivir de segunda manos a través de seres queridos, la inevitabilidad de la muerte.
A través de Raúl seguimos el cada vez mas triste día a día de los ultimos años de un hombre que poco a poco va perdiendo la ilusión por todo, un hombre que llega a aceptar con resignación, y casi con alivio, que ya no le queda mucho para el final de su vida y se aparta de todo y de todos para encerarse en si mismo. Una historia que ademas le sirve a Giménez para soltar unas cuantas y certeras puñaladas contra la situación actual en nuestro país no solo en lo social, sino también en lo político y en lo económico y en como nos afecta a todos y contribuye a que para algunos la muerte acabe suponiendo casi un alivio.
Y Giménez nos cuenta todo esto a través de un curioso juego de alter-egos, en el que estos a su vez también tienen sus “otros yoes”. Personajes como Pablo y Raúl, que en el fondo son reflejos de si mismo y a los que el autor que define como avatares a través de los cuales dice todo aquello que no suele atreverse a decir. Una circunstancia que, unida a la tendencia de Giménez de basar sus historias en sus propias vivencias y que muchas de las experiencias que han terminado de hundir a Raúl son inequívocamente del propio Giménez, provocan que resulte imposible evitar el “jugar” a intentar dilucidar cuanto hay del autor en sus personajes y cuanto de lo que estos dicen y piensan es compartido por este, que al igual que ellos también se encuentra en el ultimo tramo de su vida (uno que confiamos en que dure mucho).
Pero confiemos en que creador y creación no estén tan unidos como podamos creer y que al gran Carlos Giménez aun le quede cuerda para rato, que a nivel creativo esta viviendo en estos últimos años uno de sus momentos mas prolíficos sacando nuevas obras sin parar, alternando nuevas entregas de Paracuellos con adaptaciones de clásicos de la literatura y sin duda con numerosas sorpresas mas que sin duda no tardaremos en conocer. Así que el que aun no conozca la obra de este autentico tesoro nacional al que aun no se le reconoce como realmente se merece, que se lance de cabeza a por su obra, que merece mucho la pena. Y si sacamos alguna lección de esta obra, que esta sea la de vivir la vida con algo mas de ilusión que Raúl, y a ser posible disfrutando de buenos cómics como este.