Cuando te pasas más de dos años escribiendo una historia, es lógico que se pierdan cosas por el camino y por eso se inventó la figura del editor. Porque al final un escitor puede hacer una novela, pero el que lo convierte en libro es su equipo editorial, los que lo convierten en un producto. Con los cómics pasa exactamente lo mismo, y cuando pienso en Secret Empire me doy cuenta de todo lo bueno que tuvo el último crossover de Marvel, de hasta dónde alcanza a llegar y a dónde no ha ido y… Me parece muy triste, porque Secret Empire se merecía mucho más.
Ya en su día mencionamos el caótico baile de dibujantes -y lo que es peor, de estilos- que Secret Empire padeció desde el principio, porque si bien la historia empieza ya en Pleasant Hill y hasta cierto punto tiene un desarrollo a lo largo de aquel evento por decreto llamado Civil War II, la cosa se pone peor en la propia serie limitada principal, que dura la friolera de diez números -más un número cero- con una montaña rusa de estilos creada exprofeso para poder cumplir las fechas de entrega y que no les pasara lo que ya casi parecía una tradición en Marvel, que los últimos números se retrasaran y los primeros cómics posteriores al crossover se publicaran antes y spoilearan el final de la historia. Éso no va a pasar en esta ocasión, porque al fin y al cabo ya lo estarán haciendo el Previews, las entrevistas de editores y guionistas a USA Today y demás. Pero vamos con el cómic propiamente dicho…
Secret Empire se plantea como una historia sobre el fascismo, sobre cómo las ideologías totalitarias se meten poco a poco en la sociedad sin que nos demos cuenta hasta que un día nos despertamos y somos los ejecutados o ejecutores de un régimen corrupto. En éste cómic pasa exactamente lo mismo, la sociedad convierte al Capitán América en el gran policía del mundo, el director de SHIELD -porque lo tiene por un tipo incorruptible y tal- pero él en realidad ha sido manipulado por un cubo cósmico para hacerse más nazi que la señora de Goebbels, con lo que el tipo nada más empezar la serie ejecuta su plan maestro y saca fuera de juego a la mayor parte de los superhéroes y gobiernos del mundo, declarándose líder supremo de Hydra, tomando el control directo del gobierno de los EEUU y repartiéndose el resto como le viene en gana, exiliando a los mutantes a su propio país y metiendo en campos de concentración a los Inhumanos, que alguna cosa buena tenía que tener Hydra.
Sobre el papel, la idea es interesante. Más de uno la puso a caer de un burro desde el principio por considerar al Capitán América una figura inviolable, no siendo consciente de que las semillas del totalitarismo y la intolerancia están dentro de todos nosotros y que la diferencia entre tu malvado hermano gemelo y tu mismo está a un cubo cósmico de distancia. Lo cierto es que uno podría poner pegas respecto a un deus ex machina portátil como es la figura del cubo cósmico, pero teniendo en cuenta que el trasto ha figurado en mayor o menor medida a través de los últimos 50 años de historia del personaje, con Craneo Rojo liándola constantemente al respeto y siendo en esta ocasión el principal instigador de todo el conflicto -porque al fin y al cabo es él mismo el que convence al cubo cósmico de que Hydra es maravillosa y por eso transforma a Steve Rogers- las reglas del juego están establecidas desde el principio y el que Secret Empire sea una historia en la que los dos bandos luchen por reconstruir el cubo cósmico no supone ninguna violación del contrato entre autor y lector. Dicho lo cual, vamos con los verdaderos problemas de Secret Empire:
De entrada, aunque es cierto que es el cubo cósmico -Kobik- el que manipula la realidad y deja a Steve hecho un desastre, lo cierto es que el villano de todo esto es el Capitán América. El resto de los miembros de Hydra lo siguen con asombrosa devoción -yo preveía que acabaran traicionándolo o incluso matándolo, porque al final es gentuza que se ha pasado toda su vida odiándolo- y es ese mismo aura de inspiración el que provoca que otros personajes como Masacre o el Castigador decidan unirse a Hydra sin ningún tipo de pegas, lo cual veo bastante más chungo. Es más, así como Masacre tiene sus más y sus menos en su propia serie y Duggan acaba contándonos una historia bastante recomendable, en el caso de Frank Castle o -ugh- Thor la cosa no acaba de ser muy explicada; de hecho el Castigador se une a Hydra encantado y… Poco más. Nos cuentan porque sueña con que Hydra resucite a su familia con el cubo -éso también lo pueden hacer los «buenos», ya puestos- y lo tenemos deambulando por ahi alegremente con el pulpo en el pecho matándo gente y fastidiando a la Viuda Negra en un momento concreto, es un pegote que no va a ninguna parte y que creo que sus fans agradecerían bastante que no se hubiera realizado.
La estructura general de la serie, que se recrea en un principio en el «nuevo mundo» y se alarga con episodios como la cena de los idiotas de Ultron -que seguramente sea uno de los mejores números, pero acaba siendo un tanto irrelevante- acaba haciendo que para cuando llegue el final de la serie todo parezca atropellado y forzado, artificial, con un bonito mensaje de que «esconderse no sirve de nada, lo único que hace falta para que triunfe el mal es que los buenos se queden quietos» que poco más o menos nos viene a decir que los mutantes y algunos superhéroes que se escondieron al empezar todo esto son una bandada de canallas por agachar la cabeza. Y eso por no hablar por la mayor parte de ciudadanos de EEUU que se afiliaron a Hydra sin chistar y al resto de gobiernos del mundo que miraron para otro lado hasta que volvieran los superhéroes y lo arreglaran todo. No tiene sentido, no es coherente y, aunque estemos haciendo una historia sobre Kobik, Bucky, Sam Wilson y Steve Rogers, el resto de los personajes también pinta bastante en todo esto y deberían haber tenido un peso en esta historia.
Pero esto es un mal ya estructural en la Marvel -y DC- de hoy en día, que nunca hay visión de conjunto y nos centramos en el túnel, en los personajes principales y el resto son un estorbo al que podemos matar o maltratar como queramos. Lo que es peor, Secret Empire no redime del todo al Capitán América -el nazi sigue existiendo, el «bueno» es una reconstrucción a partir de los recuerdos de Kobik aunque en esencia es el Capi de toda la vida- y el mensaje final que da sobre que los héroes originales deben pasar el testigo a los jóvenes, enviándolos al pasado en los especiales de generations y dejando esta bonita doble página que véis aqui debajo, se ve totalmente truncado cuando ya sabemos por el Previews que no va a ser así, que Steve Rogers volverá a ser el Capitán América, que Thor volvera a ser Thor y que es muy probable que los Vengadores recuperen su status quo pre Bendis a corto medio plazo.
Hay que decirlo bien claro, Secret Empire ha sido una historia muchísimo más interesante y mejor antes del crossover en sí, cuando Nick Spencer nos la contaba en las series del Capitán América y veíamos la progresión de Kobik en Thunderbolts -al margen del apartado gráfico, vaya-. Queda claro que a Spencer se le han quedado cosas en el tintero -ése Kraken- y que esto podía haber ido mucho más allá, pero la hostilidad enorme de cierta parte de los lectores y opinadores de internet puede que hayan perjudicado bastante este cómic, no lo sé. Prefiero no pensar en ello y centrarme en lo que ha acabado en nuestras manos, otra historia más de tantas perjudicadas por un equipo editorial que no funciona como debiera, que no protege a sus personajes y que parece más interesado en seguir absurdas estrategias editoriales de ningunear a los 4 Fantásticos. Pero vaya, que podía ser peor, ¿alguien sabe que es lo que estuvo haciendo la familia real de los Inhumanos durante Secret Empire?