Para terminar con mi parte del homenaje a Jack Kirby he pensado que nada mejor que eso que tanto le gusta a Diógenes de bucear en la nostalgia y recordar el que fue mi primer encuentro con su obra (la de Kirby, no la de Diógenes) Así que toca remontarse a los años 80 (años 70 en la edición original) para reencontrarnos con una de las creaciones mas famosas de Jack Kirby, el Capitán América, quien tuvo que hacer frente a unos enemigos que pretendían tomar el poder en su país utilizando una terrible y devastadora arma… La Bomba Loca.
Nunca entenderé como aquí en lugar de utilizar las portadas originales tenían a Lopez Espí calcando de mala manera estas…sigh
Mi relación con esta saga es un tanto caótica, ya que debido a la escasa oferta de tiendas en las que comprar cómics, por aquel entonces en mi barrio los vendían en un pequeño comercio de alimentación que mezclado con la prensa y las revistas del corazón a veces traían algún cómic, no pude leer ni el comienzo de la saga ni algún numero intermedio antes del final hasta muchos años después. Pero pese a que leí aquel cómic, el nº2 del Capitán América de Mundi-Comics (Vértice) , sin conocer el principio de la historia ni lo que sucedió inmediatamente después., la fuerza del trabajo de Kirby me engancho de tal manera que no se cuantas veces debí leer y releer ese cómic que ahora mismo casi da pena verlo de lo gastado que esta de tanto manoseo.
Pero es que ese cómic era pura acción de principio a fin. Nada mas comenzar uno se encontraba con una viñeta a pagina completa en la que el Capitán América y el Halcón eran prisioneros de un misterioso villano y se encontraban rodeados de monstruosas criaturas. Y eso solo para protagonizar una espectacular fuga en la doble viñeta pagina siguiente. La acción aquí era frenética, los villanos disparaban a todo lo que se movía, los héroes se movían como una apisonadora entre ellos y estos no podían mas que mostrar su odio y su horror ante la fuerza imparable que se abría paso entre ellos. ¿Quien podía resistirse a esto?
Pero Kirby no se conformaba con eso y nos daba a continuación un momento de pausa… y de horror. Y es que para que no nos quedase duda alguna de lo malvados que eran estos villanos, el Capitán América y el Halcón descubrían que sus enemigos experimentaban con humanos, transformándolos en criaturas como las que habíamos visto al comienzo del cómic, para que fuesen la mano de obra del nuevo orden que pretendían instaurar en Estados Unidos. Un nuevo orden en el que iban a mandar personajes como el que nos introdujo Kirby, justo en esa escena, Cheer Chadwick, la hija de uno de los lideres de los villanos y que creía que podía hacer lo que quisiese solo por el poder que ostentaba su padre. Kirby consiguió, incluso en mi mas tierna infancia, que me asquease la noción de que alguien podía tratar a los demás como inferiores solo por tener algo de poder.
Aunque el mensaje de Kirby no se quedaba ahí, ya que nos mostraba como las masas al servicio de esta nueva élite eran adoctrinadas en la adoración de un anónimo líder que se revelaba como inexistente, una cara falsa a la que idolatrar, que les decía lo que querían oír y que les daba un enemigo al que odiar y con el que desahogar sus frustraciones. Referencias nada disimuladas a demasiados políticos de la vida real y a la famosa novela 1984 de George Orwell (que en aquel momento aun me faltaban años para descubrir )que Kirby utilizo como inspiración incluso para el titulo del propio cómic. El mensaje de Kirby no solo era claro y directo, sino tristemente también muy actual.
Pero de nuevo tocaba dar paso a la acción, y si el cómic había comenzado de forma frenética, aun no habíamos visto nada. Tras el paseo enseñándole a los héroes los logros de su “Élite”, una nueva y violenta villana les incapacita al pillarles por sorpresa y son enviados a luchar a a Arena, un violento y sangriento espectáculo con el que el líder alimenta las ansias de sangre y violencia de las masas. Y aquí de nuevo Kirby se permite tomar prestada algo de inspiración de otra fuente, y si hasta ahora habíamos visto muchos elementos del 1984 de Orwell, ahora tocaba ir a una fuente radicalmente diferente, la película Rollerball.
Tras un comienzo tan violento como el del anterior (los cómics de Mundi-Comics incluían dos números americanos) en el que uno de los competidores roba el mismísimo escudo del Capitán. Descubrimos en que consiste exactamente este sangriento espectáculo. Dos equipos se enfrentan en una pista de patinaje a bordo de monopatines (para que no fuese demasiado similar a los patines de Rollerball) armados con la mas alta tecnología, pistolas de rayos, lanzacohetes, lanzallamas y con el único objetivo de arrasar al equipo contrario y ganar (como suena) una vasija llena de oro, y todo ante una masa enfervorecida que exigía violencia. Kirby no se andaba con tonterías a la hora de demostrar lo malvados que eran sus villanos y no tenia tampoco reparo alguno a la hora de utilizar las ideas mas alocadas posibles y conseguir que funcionasen.
Pero ni el ansia fanática por ganar de los competidores podían hacer nada contra la determinación de un Capitán América que decidido a no consentir que su escudo se utilizase en un espectáculo como ese, se abría paso como un rinoceronte entre los competidores de ambos bandos solo para llegar a la amenaza final, el ladrón que le había robado su escudo… Tarde muchos años en saber como había terminado esta historia en concreto (spoiler, el Capitán recuperó su escudo) ya que lo siguiente que leí fue un par de números mas tarde (dos americanos, uno de Mundi-Comics) con la resolución de la saga de la Bomba Loca. Pero me daba igual, la tremenda fuerza de Kirby me había enganchado de tal manera que aun hoy en día considero esta segunda etapa suya con el Capitán América lo mejor que se ha hecho con el personaje.
Leyéndolo con los ojos de un niño uno se maravillaba ante la acción que Kirby desplegaba ante nuestros ojos, pero releyéndolo como adulto uno se sorprende y se admira de lo directos y claros de los mensajes que incluía la historia. Y es que pese a la sencillez del mensaje, Kirby no se conformaba con un simple “fascistas malos” sino que nos mostraba lo insidiosos de los métodos de muchos de estos lideres que presumen de buscar lo mejor para el pueblo pero solo quieren asegurar su propio poder y que mas de una vez hemos visto en acción en la realidad. Kirby era grande en todos los sentidos.
Pero es que ademas a nivel visual era espectacular. Kirby se encontraba en su mejor momento artístico y ademas se le notaba que disfrutaba al volver a trabajar con su primer personaje importante. La acción era espectacular y brutal, los golpes y las explosiones casi parecían querer salirse de la pagina y las expresiones de horror y angustia en sus personajes te mantenían en tensión porque lo que estaba sucediendo tenia que ser tremendo a la fuerza. Y todo envuelto en unos diseños únicos que no se parecían a nada que viésemos en otros cómics y que era uno de sus mayores puntos fuertes.
Aunque para mi vergüenza, y pese a que estos cómics siempre han sido muy especiales para mi, con los años pase por una fase en la que el estilo de Kirby en su doble faceta de guionista y dibujante me parecía algo viejo y del pasado y me lance a admirar a otros autores que me parecían mas “modernos” (si, fui un crio idiota). Pero el tiempo lo acaba poniendo todo en su sitio y buena parte de toda aquella modernez que tan superior me parecía no solo la tengo casi olvidada, sino que muchos de los que la perpetraban han pasado a la irrelevancia (o al menos al nivel que les correspondía) mientras que el trabajo y el recuerdo de Kirby están mas vivos que nunca.