Voy a decir algo que a más de uno le va a sorprender, porque si ayer comentábamos que muchas series excelentes se nos pasan por alto al venir rodeadas de auténtica morralla, a veces el ver que no somos el target de una campaña de publicidad nos da a entender que ciertos cómics no son para nosotros ni cuentan historias que puedan interesarnos. Y, por sorprendente que le pueda parecer a más de uno, ése era el caso de Gwenpool.
Gwenpool nació como un trasunto publicitario de tantos de Marvel, y es que al hilo de la creación de Spider-Gwen -gracias a un especial de Spiderverse con historias de spidermanes alternativos así a lo loco- la editorial emitió una serie de portadas alternativas en las que los personajes protagonistas de los cómics eran sustituidos por Gwen Stacy, dándonos así «versiones Gwen» de personajes tan emblemáticos como Iron Man, el Capitán América o… Masacre. El responsable de la portada en cuestión fue Chris Bachallo para el número dos de Deadpool’s Secret Secret Wars -un crossover estupendo de Masacre con las Secret Wars originales de Shooter, muy recomendable- y, como podéis ver aquí arriba, en ella se muestra a Gwen Stacy disfrazada de una especie de Deadpool rosa. El personaje tuvo tal impacto entre un sector de los fans y cosplayers, que pronto el editor de Masacre Jordan D. White decidió encargar a uno de sus guionistas -Christopher Hastings, responsable de Adventure Time, Groot o Vote Loki- la elaboración de un trasfondo para el personaje de cara a introducirlo definitivamente en la serie del Pato Howard. La cosa debió de funcionar bien, porque pronto dieron luz verde para que Gwen tuviera su propia serie y todos diéramos por supuesto que Gwenpool era otra serie prescindible como Squirrell Girl… Pero ni por asomo.
La historia que elaboró Hastings sobre el personaje de aquella portada no tenía nada que ver con las ideas preconcebidas que teníamos muchos en la cabeza; de entrada no estábamos ante Gwen Stacy si no ante Gwen Poole, una chica del «mundo real» -o lo que era la Tierra Prime preCrisis, para entendernos- obsesionada con los cómics y los videojuegos que un día se encuentra mágicamente dentro del Universo Marvel, al más puro estilo Howard the Duck. Consciente de que está dentro de un cómic y de que todas las personas que le rodean están sujetos a las normas editoriales y son personajes de ficción, Gwen decide convertirse en una superheroína a lo Grand Theft Auto, sin preocuparse mucho sobre el bienestar de los personajes «sin nombre» porque no tienen «relevancia editorial»; por poner un ejemplo, en su primera historia decide robar un virus peligrosísimo a la Gata Negra -porque ahora es mala gente- y venderselo a Hydra -porque Los Vengadores ya se encargarán de acabar con Hydra-. Con esta actitud tan materialista ante la vida, no es de extrañar que se ponga a trabajar como cazarrecompensas y acabe metida en un lío demasiado gordo junto a personajes como Batroc, Modok y otros villanos de tercera división que recordarán a más de uno a cierta serie de Nick Spencer llamada Superior Foes of Spider-man…
Lo interesante de Gwen Poole es que es toda una niña de Tumblr. Sus referentes de Marvel no son el Capitán América o Iron Man -como pasaba con Kamala Khan- si no que son personajes «recientes» como Jane Foster, Miles Morales o el resto de los Champions. Para ella el «Ojo de Halcón bueno» no es Clint Barton, es Kate Bishop, y esto se presenta en la serie como un contraste enorme cuando estamos hablando de un cómic que se basa tanto en personajes de Kirby como los ya mencionados Modok o Batroc, además de algún que otro personaje del que no voy a decir nada porque sería spoiler. Para cuando empezamos a conocer su pasado en el «mundo real», Gwen se nos torna un personaje demasiado humano, demasiado normal. Sus inquietudes de millenial sin curro ni perspectivas de futuro nos empiezan a parecer peligrósamente cercanas y nos dejan claro que la locura de Gwenpool al tomarse el Universo Marvel como un videojuego tal vez sea más desahogo que locura.
Lamentablemente -y esto es peor de la serie- es que el dibujo no acompaña en muchas ocasiones. Tal vez el amerimanga le venga bien -aunque el dúo Gurihiru está compuesto por dos japonesas que viven en japón, así que esto directamente es manga- pero lo que no le vienen bien son entintados chapuceros o dibujantes que no están a la altura. Que Marvel está sacando el talento de debajo de las piedras, pero lo que no puede ser es que la calidad de algunas viñetas sea inferior a la de muchos webcomics malos. Que Jordan D. White está manejando dibujantes de estilos parecidos y eso se agradece mucho visto lo que está pasando en Secret Empire, pero creo que en estos casos lo que toca es buscar un entintador competente que sepa entintar círculos y dejarse chapuzas.