Aprovechando que hoy se estrena la serie de Netflix de Iron Fist/Puño de Hierro (crucemos los dedos para que sea buena) es un buen momento para mirar hacia atrás, al año 1974, y recordar cómo fueron los humildes orígenes de este personaje en una de aquellas cabeceras genéricas que Marvel utilizaba para probar nuevos personajes. Uno origen en el que Roy Thomas y Gil Kane dieron rienda suelta a su pasión por el cine de artes marciales y el género superheroico y de cuya fusión surgió el segundo artista marcial de la casa de las ideas. Un personaje que de una forma u otra ha sobrevivido más de cuarenta años tanto en los cómics que le vieron nacer como en series de dibujos animados, videojuegos y ahora en una serie de imagen real. Así que veamos qué es lo que ofreció en su momento aquel Marvel Premiere nº15 para que Puño de Hierro no haya dejado de pelear hasta nuestros días.
Portadas como estas hacen que se eche mucho mas de menos a Gil Kane
Durante los últimos diez años solo un pensamiento ha ocupado la mente del joven Daniel Rand, la venganza. Venganza por la muerte de su padre a manos de su socio y amigo Harold Meachum, venganza por la muerte de su madre entre las fauces de una manada de lobos hambrientos, una venganza que es lo único que le dio fuerzas para alcanzar las murallas de la mística ciudad de K’un-Lun y sufrir innumerables pruebas hasta convertirse en un arma viviente, en el Puño de Hierro. Pero aunque ha obtenido el poder que ha ansiado durante una década para llevar a cabo el único deseo que le queda en su alma, aún le queda pasar una última prueba que decidirá su destino… o que le llevara a la tumba.
Eso si, menos mal que no tardaron demasiado en dejar de dibujarle los ojos en la mascara
Puño de Hierro en sus primeras historias era un personaje bastante diferente al que conocimos en décadas posteriores. Aquel Puño de Hierro que crearon Roy Thomas y Gil Kane era alguien que solo sabía odiar, al que la rabia que sentía hacia el responsable de la muerte de sus padres y sus deseos de venganza eran lo único que le impulsaba a seguir adelante. Todo eso hacía que resultase un personaje un tanto antipático en sus orígenes, pero es que Thomas y Kane y aquellos que siguieron sus primeros pasos, se esforzaron por hacer al personaje diferente a las expectativas. Algo que queda claro en la última página de este comic cuando Thomas y Kane revientan las expectativas de los lectores introduciendo un elemento que poco o nada tenía que ver con lo que parecía que nos estaban contando y que hacia saltar al personaje del misticismo y la fantasía a la ciencia-ficción (una mezcla de géneros que siempre le gusto a Gil Kane).
Es una pena que el aspecto mas «sci-fi» de K’un-Lun nunca se haya explorado del todo
Si, el tópico de héroe que encuentra la salvación en algún templo perdido en las montañas de Asia ya estaba muy visto incluso en 1974, pero aquí Roy Thomas y Gil Kane le dieron un giro no enteramente original pero si menos visto de lo habitual. Y es que aquí el héroe no era un adulto que en el transcurso de unos pocos años o incluso meses aprendía todos los secretos de sus benefactores, sino de un niño criado como uno de ellos y que había pasado media vida aprendiendo (Inspirado en el Amazing Man de Bill Everett al que le rinden un nada disimulado homenaje) Un aprendizaje que como todo en la existencia de este primigenio Puño de Hierro había estado impulsado por el odio, un odio que a diferencia de sus compañeros de estudio que solo buscaban el honor o la gloria, había conseguido enfocar su existencia de tal manera que para él no existía otra alternativa más que obtener el poder que buscaba.
¿Para que ser sutil si puedes ser de lo mas evidente?
Pero Puño de Hierro tuvo unas cuantas fuentes de inspiración más, la mayor de ellas sin duda el inmensamente popular cine de artes marciales de la época. El propio Roy Thomas contaba en un mini artículo publicado en aquel mismo número de Marvel Premiere que un año antes había oído la expresión “Iron Fist” en una película del género que había visto y había pensado que eso sería un gran nombre para un superhéroe. Thomas no dejo de darle vueltas a la idea y acabo llamando a Gil Kane, quien también era un aficionado al género de las artes marciales y quedo entusiasmado por la idea y fue quien propuso incorporar a la historias algunos de los elementos del Amazing Man de Everett a modo de homenaje hacia quien era un ídolo y un amigo.
La verdad es que son unas fuentes de inspiración tan peculiares como el propio Puño de Hierro
Aunque Kane aporto mucho más que algunas ideas, aporto todo el talento del que sigue siendo uno de mis dibujantes favoritos y uno de los pocos dibujantes que podría disputarle a Dave Cockrum el trono como diseñador de personajes, que por mucho que lo critiquen yo sigo adorando el traje original de Puño de Hierro. Aunque tampoco podemos dejar de mencionar la habilidad de Kane a la hora de mostrar las peleas, En sus manos Puño de Hierro fluía por las páginas con una agilidad y dinamismo que casi nos hace olvidar que estamos leyendo un comic y en el que los golpes que da Puño de Hierro en su última prueba casi se “sienten”, una muestra más de que por que Gil Kane siempre será uno de los más grandes.
Dibujar escenas de acción (y basicamente todo lo que le pidieran) se le daba de miedo
Pese a ser los creadores del personaje, Roy Thomas y Gil Kane solo se encargaron de esta primera historia, aunque Kane regresaría esporádicamente para dibujar alguna portada. Su lugar se lo cedieron a Len Wein y a Larry Hama, quien por aquel entonces aun dibujaba y aunque su trabajo era prometedor yo me alegro de que acabase dedicándose a los guiones. Durante los años siguientes el personaje tuvo una carrera algo irregular llena de altibajos con puntos álgidos como esa etapa (que tan corta se hace) a cargo de Chris Claremont y John Byrne, sus bajas ventas obligaron a fusionar su serie con la de otro personaje que no pasaba por su mejor momento, Power-Man y de forma intermitente ha llegado hasta nuestros días hasta llegar a protagonizar una serie de televisión que se estrena hoy mismo y de la que espero que no me decepcione. Pero incluso si sucede lo peor, los comics los seguiremos teniendo ahí para leer y releer tantas veces como queramos, lo que en algunos casos como este que nos ocupa es todo un placer.