¡Oh, pobre pollo, que volabas y eras feliz! Revoloteabas por nuestros corazones, cual tostadora galadoriana, y las ventas y el público en general era indiferente a si sufrías o padecías. Sobreviviste al mismo Liefeld -hazaña prodigiosa, no lo vayamos a negar- pero al final, en pleno renacimiento, la parca te vino a reclamar.
Oh pollo, pobre pollo, ¡cuantísimo me importa tu muerte! Porque te llames Carter, Kufú o Katar, DC lo había spoileado hace tres o cuatro meses ya.