Ayer comentaba de pasada como el mundo del comic (al menos el anglosajón) tiene una deuda inmensa con la publicación británica 2000 A.D. Sus páginas han sido a lo largo de las últimas tres décadas y pico una fuente inagotable de grandes talentos que han exportado al mundo. Una revista que también ha visto nacer a muchas y muy memorables parejas artísticas. Fue allí donde trabajaron juntos por primera vez el guionista irlandés Garth Ennis y el dibujante ingles Steve Dillon, quienes para la que sería la primera de muchas colaboraciones juntos tuvieron el honor de trabajar con el personaje más emblemático de la revista, el Juez Dredd, y llevarle a vivir una de sus más delirantes y recordadas aventuras.
No todos los Jueces tienen la misma dedicacion por su trabajo que los de Mega-City One
Cuando el embajador de Emerald Isle, conocida anteriormente como Irlanda, es asesinado en Mega-City One de un disparo de una patata asada a la cabeza, los sospechosos evidentes son “The Sons of Erin” un grupo terrorista de la isla que al igual que el resto de sus conciudadanos y debido al elevado coste de la munición utilizan armas capaces de disparar patatas. Así que con el objetivo de evitar un incidente diplomático, el departamento de justicia envía a su mejor juez, Dredd en persona, para ayudar con la investigación y detener a los responsables de ese horrendo asesinato. Pero la investigación en esta isla reconvertida en un parque temático dedicado a explotar los estereotipos de su pasado no será fácil para Dredd, quien fuera de su entorno tendrá que lidiar con un territorio extraño y colaborar con unos Jueces locales cuya idea de una investigación consiste en visitar un pub tras otro e interrogar a los paisanos ante unas jarras de cerveza.
Seguro que ni con toda su experiencia Dredd había visto jamas una forma de morir como esta
Es posible que Emerald Isle no sea la mejor historia del Juez Dredd, pero sin duda es una de las más divertidas que he leído nunca. Aquí Garth Ennis dio rienda suelta a su característico humor negro y mala leche para criticar sin piedad alguna a su Irlanda natal, los estereotipos por los que se les conoce en el exterior, e incluso a las diversas organizaciones terroristas/paramilitares que han salpicado la historia más negra del país. Por un lado nos muestra una Irlanda/Emerald Isle que se ha convertido en un estereotipo viviente, un gigantesco parque temático lleno de leprechaums, pubs y patatas en todas sus formas, algo que ha arrasado con el país a todos los niveles solo para contentar a las masas de turistas de quienes viven y que me hace pensar que en los ochenta el gobierno irlandés debía vivir una etapa de urbanismo desaforado como las que hemos sufrido por aquí.
La Irlanda de Garth Ennis siempre es algo digno de ver
Unos estereotipos que incluyen a los propios jueces, quienes a diferencia de sus colegas del otro lado del atlántico, que para horror de Dredd, tienen una existencia relajada en la que se mira para otro lado en la mayoría de los crímenes, los terroristas locales son poco más que gamberros y no hay caso que no se pueda resolver dentro de un pub tomándose unas cañas. Un enfoque irónico que tristemente contrasta con lo que fue la realidad en los años en los que se publicó esta historia (y en los anteriores y posteriores…). Pero nadie ha acusado nunca a Garth Ennis de morderse la lengua y aquí hace lo que mejor se le ha dado siempre, dar rienda suelta a su mala leche y darnos una de las historias más difíciles de olvidar del Juez Dredd.
Definitivamente los Jueces de Emerald Isle son mas relajados que los del continente
Y en esta delirante aventura que reunió por primera vez a dos grandes talentos del comic británico como Garth Ennis y Steve Dillon, este último dio buena muestra de su talento demostrando como su estilo duro y violento encajaba como un guante en un personaje como el más famoso juez de Mega-City One. El hosco y estoico Juez pocas veces ha tenido tan buen aspecto como en manos de Dillon, un dibujante que consiguió plasmar como pocos la hiperviolencia que surge de la mente de Ennis y que les hizo formar tan buen equipo durante tiempo. Además podemos ver lo bien que contrasta la megalítica urbe de Mega-City One con la “idílica” y paródica Emerald Isle pero consiguiendo que nos creamos que co-existen en el mismo mundo y como consigue que incluso las escenas más ridículas del guion no desentonen en la historia.
Conseguir que morir acribillado por patatas fritas resulte grotesco no es algo al alcance de todo el mundo
Como hemos repetido muchas veces estos pasados días, de Steve Dillon aún nos queda su obra y lo mejor que podemos hacer para rendirle homenaje es leer sus comics y disfrutar de esa afición por la que tanta pasión sintió siempre y que tantas satisfacciones le dio a él y a quienes admirábamos su trabajo. Por suerte tenemos a nuestro alcance más de tres décadas de comics que descubrir y redescubrir gracias a los cuales nunca podremos olvidar a ese ingles gamberro que era capaz de dibujar cualquier burrada que le pusieran por delante y conseguir que funcionase.