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Retconeando el origen de Superman, desde Byrne hasta Geoff Johns: Por qué el mundo necesita a Superman (II)

A principios de los 80 y en mitad del éxito comercial de Superman I y II, el personaje a recuperar sus índices de popularidad de los viejos tiempos y una nueva generación de críos de todo el mundo empieza a conocer al personaje. Pero eso a DC Comics le da absolutamente igual, porque sus cómics siguen sin venderse…

Sí, estos cómics eran contemporáneos al Daredevil de Miller o a los X-Men de Claremont y Byrne. Para llorar.

Y es que el éxito cinematográfico no se tradujo en las ventas esperaradas por DC, y éstas no remontarían hasta la llegada de John Byrne al personaje a mediados de los 80, que nos entregaría la versión más humana del personaje desde los primeros tiempos de Siegel y Shuster. Si la versión de Richard Donner nos había mostrado a un Superman que venía de una utopía kryptoniana completamente maravillosa con matices mesiánicos en los que Jor El era Dios y Zod era el diablo -aunque por supuesto no fuera ni la mitad de cansino con ello que las versiones de Synger y Snyder- Byrne abandona el concepto por completo y deja claro que Krypton era una sociedad fría y sin sentimientos, con lo que Superman no era un héroe que nacía, si no uno que se hacía a fuerza de criarse con sus padres humanos, los Kent.

Byrne puso patas arriba al personaje con un único objetivo: Hacerlo humano.

Si a Superman se le había llamado despectivamente el «mayor boy scout» del mundo, en «Man of Steel» Byrne nos recuenta el origen del personaje haciendo hincapié en esa inocencia y esa simpleza, en los valores positivos que tradicionalmente se le suelen dar a los granjeros del corazón de EEUU. Clark Kent crece al amparo de una familia que lo impulsará a ayudar a los demás por encima de todo, inculcándole unos valores que lo impulsan a compartir sus poderes para mejorar la vida de los demás y no en provecho propio. Este nuevo Superman «nace» y tiene los valores terrestres, con lo que su aspecto kryptoniano adquiere un carácter totalmente secundario.

Superman «marvelizado».

Y es que el mundo de Krypton que nos muestra Byrne es el de una sociedad totalmente tecnificada y con un mensaje altamente ecológico, tan desprovista de pasiones y sentimientos que el amor entre Jor El y Lara, los padres de Superman, son una excepción en esa sociedad y aun así nos parecen un tanto fríos desde el punto de vista terrestre. Byrne incluso llega a insinuar en el primer número de Man of Steel que el joven Kal El es enviado a la Tierra para «tal vez» conquistar a los humanos; en esta versión ni siquiera el escudo de Superman es de creación Kryptoniana, siendo un diseño elaborado a medias entre Pa Kent y Clark.

La mayor virtud del Superman de Byrne es su cercanía y su… ¿Me atrevo decirlo? «Campechanía»…

El Superman postcrisis es un hombre hecho a si mismo, con aspecto de ejecutivo agresivo de los 80 y muy alejado del apocado reportero que aparecía en la película de Donner. Aunque tampoco se puede decir que este «nuevo» Clark sea invención de Byrne, porque ya en los 70 se podía ver a un Clark Kent bastante más desinhibido que hasta presentaba las noticias en el canal WGBS. Lo que sí que deja claro el Superman de Byrne es que Clark Kent no es un «disfraz» de Superman, si no que los dos son la misma persona, un chaval de Kansas que trata de hacer lo posible para que el mundo sea un lugar mejor, ya sea como superhéroe o como reportero. Esta nueva actitud del personaje y su entorno se vería reflejada en la serie durante los 15 años siguientes a Crisis en Tierras Infinitas, y se vería ampliamente reflejado en adaptaciones televisivas como «Lois & Clark: The New Adventures of Superman», «Superman: The Animated Series» (aunque esta combinaba un poco más el origen con el anterior a crisis) o Smallville.

Tanto el Clark Kent de la serie de animación como el de Lois & Clark viajaban regularmente a Smallvile para cenar con la familia.

El nuevo siglo traería una visión diferente para el personaje. Los nostálgicos del Krypton precrisis como Jeph Loeb habían ido introduciendo elementos en la serie poco a poco, y la llegada del Brithright de Mark Waid, una historia que en principio pretendía a ser una puesta al día fuera de continuidad del origen de Superman de repente se convertía en el canon del personaje. En la serie se venía a insinuar que la serie de TV Smallville era el origen oficial del personaje (con Lex Luthor dando vueltas por el pueblo en el que se crió Superman, al igual que ya lo había hecho en Superboy) y se volvía a decir que las ropas de Superman tenían un origen kryptoniano, siendo la «S» de su escudo el símbolo de la casa El y que tendría como significado la palabra «esperanza». Waid también muestra cierto rechazo por parte de Jonathan Kent hacia la idea de que su hijo sea «un kryptoniano», y Clark no parece tener ningún problema en aceptar que pertenece a dos mundos. Mientras el Superman de Byrne era humano y kryptoniano después, el de Waid no solo nace en krypton, si no que se considera a si mismo humano y kryptoniano por igual. Pero si por algo se caracteriza la DC de hoy en día es por su volatilidad, y el origen planteado por Waid pronto se vería sustituido por uno creado por el nuevo niño bonito de la editorial, Geoff Johns…

Jonathan Kent cabreado porque se queda sin niño.

El nuevo origen de Superman se publicaría durante el año 2009 en «Superman: Secret Origins». El cómic,  que comienza con un Clark Kent en plena adolescencia aterrorizado por sus propios poderes (ugh) introduce un concepto curioso en el personaje, el de un Clark Kent nacido en Krypton pero que al descubrir dicho origen lo rechaza, reafirmándose en su humanidad. A su vez, introduce elementos de Smallville (Lex Luthor haciendo amistad con el durante aquellos años, Clark salvando a Lana Lang de un tornado, aparece el nombre de Chloe Sullivan y hasta Clark se pasa las horas muertas mirando por el telescopio que tiene instalado en el granero) y reintroduce la idea de que Superman durante su adolescencia se hizo llamar Superboy y hasta fundó la Legión de Superhéroes. Para cuando Clark llega a Metropolis, la serie cambia Smallville por el Superman de Donner, y el dibujante Gary Frank recrea a la perfección un personaje con los tics y expresión corporal del que elaboró Christopher Reeve para dicha película.

Esta versión de Clark es kryptoniana a su pesar.

A todo esto y al margen de los cambios en su origen, el Superman post-crisis no cambia mucho en su forma de ser y comportarse. Es más, su matrimonio con Lois Lane lo humaniza aún más, con lo que el personaje sigue disfrutando más de su vida como Clark Kent que de las largas sesiones contemplativas en la Fortaleza de la Soledad de las que disfrutaba el Superman anterior a Byrne. Superman sigue siendo un tipo que trata de hacer lo correcto, sigue siendo el arquetipo del buen superhéroe y sigue respetando la ley por encima de todo y colaborando con las autoridades. Esto cambiaría en el Superman: Earth One de Straczynski (en el cual no nos vamos a parar porque al fín y al cabo no deja de ser un elseworlds) y también lo haría con la llegada de Grant Morrison y el universo New52… Pero en esta ocasión para bien, porque el Superman defensor de los oprimidos había vuelto.

Y que poco iba a durar…

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