El polichinela (pulcinella) es un personaje de la comedia del arte italiana que se caracteriza por ser un tipo bastante cafre, muy dado a tomar el pelo a la gente y ser tremendamente irascible a la par de violento. Para entendernos, es la versión salida del madre del típico pícaro de la literatura española, pero que a lo largo de los años se ha ido extendiendo por europa (en el siglo XVII no había leyes de copyright) con múltiples versiones adaptadas a cada país, con lo que en Inglaterra tendríamos a Punch y Judy, obra en la que Neil Gaiman y Dave McKean se basarían para su Mr Punch.
Mr Punch se publicó en 1994, justo cuando Gaiman y McKean estaban en la cresta de la ola del éxito de The Sandman y el primero empezaba a dejar claro que su intención era ser novelista. Para ello publicaría este Mr Punch y más tarde Stardust (que era más bien una novela ilustrada), además de crear para la BBC una serie de televisión llamada Neverwhere, con lo que su éxito entre el gran público iría creciendo y pasaría de coescribir una novela con Pratchett a ser novelista completo con la adaptación literaria de Neverwhere. Gaiman sólo volvería al cómic esporádicamente para tratos puntuales como 1602 y Eternos para Marvel y lo mismo con DC en proyectos de Batman, un serial de Wednesday Comics o The Sandman. Pero estábamos hablando de Mr Punch…
La adaptación del polichinela al público británico sería la ya mencionada Punch y Judy, unas pequeñas obras en las que Mr Punch se pasaría toda la obra engañando (y matando) a gente que se la quiere liar, pasando de maltratar bebés a cargarse figuras de mayor autoridad como guardias y jueces, teniendo como colofón en muchas versiones la derrota y asesinato del mismísimo Satanás. La historia solía basarse en Cenicienta (siendo Judy la maltratada) y empieza un día en el que su marido Punch tiene que cuidar al hijo de ambos, tarea durante la que demuestra gran incompetencia y que viene a provocar todos los ataques que recibirá el personaje a lo largo de la obra. Punch es un villano, un marido maltratador de una perversidad terrible, con lo que la historia acaba siendo tremendamente cruel y en ningún momento tiene como objetivo moralizar o instruir; estamos hablando de una comedia satírica a lo largo de la cual se van reventando sistemáticamente iconos de la sociedad de la época, con lo que sorprende que en épocas de moralidad tan cerrada como la victoriana o la corrección política de nuestros días Mr Punch siga siendo considerado uno de los grandes iconos culturales de Inglaterra.
En The Tragical Comedy or Comical Tragedy of Mr. Punch Gaiman y McKean usan la obra de títeres como paralelismo a la historia del protagonista, el cual la cuenta desde un punto de vista infantil que no acaba de entender muy bien el mundo de unos adultos que a ratos se comportan como los protagonistas de Punch y Judy. El estilo surrealista de McKean durante toda la narración combina dibujo con fotografías de los guiñoles, que van representando su obra mientras los personajes «reales» van perdiendo la cabeza. Sin querer reventaros el cómic (aunque veinte años después de su publicación más de uno ya lo reventaría sin ningún pudor) se puede decir que Gaiman y McKean trataron con esta historia de desnmascarar el horror de la comedia de Punch y Judy, de contarle al mundo que esa historia es horrible y aterradora (como tantos y tantos cuentos infantiles, dicho sea de paso). Punch (el mal) siempre se sale con la suya, y el protagonista de Mr Punch va recordando los horrores de su infancia y descubriendo que hay mucho de Mr Punch en la gente, en su entorno, en su familia.
En la cultura española se introdujo el polichinela con el género de los llamados «títeres de cachiporra», a través de distintas obras que empezaron a dejar claro que por muchos golpes que arreara el villano, el bien siempre acabaría triunfando y pegándole una buena paliza. A principios del siglo XX, un tal Federico García Lorca escribiría una obra dentro de esa tradición llamada «Retablillo de Don Cristóbal», en la que un tal Don Cristóbal asesina a sus propios pacientes para conseguir dinero para casarse, coacciona con su porra a la madre de su futura esposa (y probablemente con algo más) y hace que la mujer le cante sobre sus «dos tetitas como dos naranjitas y un culito como un quesito y una urraquita…», con lo que la obra está repleta de alusiones sexuales que supuestamente los niños no entenderían. Lorca usa esta obra como herramienta pedagógica, retratando la perversidad del Don Cristóbal maltratador y pendenciero, pero no llega a «castigarlo» porque el objetivo final parece ser el de que cada uno haga examen de conciencia respecto a su vida y sus actos.