Cuando DC anuncio su iniciativa DCYou no las tenía todas conmigo, más que nada por la desconfianza perpetúa que tengo hacia la editorial desde que en ella mandan Nelson, Didio, Lee, Johns y Harras. Pero es que encima esa iniciativa parecía enfocada sencillamente a tratar de explotar el éxito de la nueva Batgirl. Así que no, no me fiaba demasiado, pero entonces anunciaron la nueva serie de Starfire a cargo de la pareja, tanto artística como sentimental, formada por Jimmy Palmiotti y Amanda Conner y esa desconfianza se disipó, porque con esos dos al mando estaba garantizado que como poco, este comic iba a ser entretenido, y eso en el panorama actual del comic de superhéroes es decir mucho.
Koriand’r, más conocida como Starfire, ha sido muchas cosas en su vida, Princesa de Tamaran, esclava, superheroina… pero desde que escapo de sus captores y llego a la tierra se ha sentido fuera de lugar y quiere empezar de nuevo para alejarse del ajetreado mundo superheroico y descubrir que es ser una persona “normal”. Por lo que siguiendo el consejo de Superman decide instalarse en la pequeña ciudad de Key West, un lugar lo bastante concurrido como para no sentirse sola y en una zona tropical en la que espera no destacar demasiado. Allí no tardara en hacer buenas migas con la sheriff local que la ayudara a establecerse allí y ajustarse a la vida local, pero como Starfire no tardara en descubrir, alejarse de los conflictos no supone que no te vayas a encontrar nuevos…
Starfire fue uno de esos personajes que no empezó con buen pie en el New52, aunque… ¿quién lo hizo? Pero es que el clásico personaje creado por Marv Wolfman y George Pérez tuvo la desgracia de caer en manos de alguien tan incapaz (y al mismo tiempo tan afortunado de seguir teniendo contactos) como Scott Lobdell. En sus manos Starfire se convirtió en poco más que un pendón desorejado, hipersexualizado, y con la misma personalidad que una muñeca hinchable. Esto provoco las lógicas y abundantes criticas que Lobdell trato de aplacar con su inimitable estilo (o sea, muy lamentablemente) y aunque trato de dar marcha atrás con la caracterización del personaje, su habilidad como escritor no da para mucho por lo que al final en la editorial han optado por la decisión más lógica (aunque algo tardía) apartar el personaje de sus manos y dárselo a autores más capaces.
Con el destrozo realizado con Starfire hacía falta encargarle su nueva serie a alguien que fuese completamente opuesto a Lobdell y supiese tratar a Starfire, y en la DC pocos había mas adecuados para la tarea que Jimmy Palmiotti y Amanda Conner. Juntos ya habían trabajado en la serie de Power-Girl antes del New52, mas tarde repitieron con Harley Quinn y finalmente reunieron a ambos personajes en una miniserie, demostrando de sobras en cada uno de estos comics que lo de tratar a personajes femeninos con dignidad y respeto es algo en lo que sobresalen. Así que por fin, desde que comenzó el New52, íbamos a tener la tranquilidad de que Starfire volvería a ser tratada de forma correcta.
Lo primero que han hecho Palmiotti y Conner para volver a dignificar a Starfire es regresar a las raíces del personaje que establecieron en su día Wolfman y Pérez en sus primeras apariciones en los New Teen Titans (y que tanto le debia a la Tormenta de Claremont y Byrne). Esta Starfire esta movida por una infinita curiosidad por todo lo que la rodea, todo es nuevo y fascinante para ella (casi la tratan como si acabase de llegar a la Tierra) quiere conocer a todo el mundo, probar todas las comidas y bebidas, aprender todos los idiomas… La otra principal característica que Palmiotti y Conner han recuperado para el personaje, y que Lobdell en un primer momento desechó por completo, es su gran empatía. Su Starfire (o la de verdad para entendernos) es alguien cuyo principal impulso es ayudar al prójimo, que se desvive por los demás y que tiende a confiar en la buena voluntad de cada nueva persona que conoce, todo lo cual la lleva a un divertido choque cultural casi constante al enfrentarse Starfire a unas costumbres que tan alienígenas son para ella. Y ademas han conseguido todo ello sin necesidad de convertirla en una pseudo-adolescente tontorrona como otra famosa superheroina pelirroja de la editorial…
El apartado grafico también ha sido una mejora para Starfire, ya que el personaje ha pasado de estar en manos de gente como Kenneth Rocafort para pasar a las más capaces manos de Emanuela Lupacchino. Esta dibujante que no ha parado de mejorar desde que vi por primera vez su trabajo en el X-Factor de Peter David no solo aporta a la serie un gran dominio de la expresividad de sus personajes, sino algo mucho más importante y que le hacía muchísima falta al personaje. En sus manos Starfire sigue siendo sexy pero sin ser tan exuberante ni estar hipersexualizada, y ha abandonado el revelador “uniforme/bikini” de la era Lobdell para vestir algo un poco más discreto y que parece basado en el atuendo que llevaba el personaje en la serie de animación de los Teen Titans. Casi se podría decir que Starfire ha renacido en todos los sentidos.
Si, aunque a veces cueste creerlo todavía quedan algunas series en la DC actual que vale la pena leer, son pocas y muy repartidas, pero aun existen. Lo que no cuesta nada creer es que una vez más Jimmy Palmiotti este asociado a una de estas series que valen la pena, siendo de los pocos autores que le quedan a la editorial y que ha sido capaz de mantener un gran nivel en su trabajo en todo lo que ha escrito aunque por desgracia las ventas no siempre hayan acompañado (aun echo de menos a Jonah Hex, snifs) Y me gustaría creer que esto es una pequeña señal de que las cosas van a cambiar, pero después de tanto tiempo ya tengo claro que series como esta no son más que pequeños oasis en un inmenso desierto en el que a veces parece que nada volverá a crecer.