Si la semana pasada hablaba de Kingsman y de cómo había salido una divertidísima película de una de las mediocres miniseries que Mark Millar produce como churros, hoy toca hablar de una de estas en las que el escocés parece haber recordado que sabe escribir y se ha esforzado un poco más de la cuenta. Pero tampoco nos engañemos, que se haya esforzado un poco tampoco convierte a este trabajo en un gran comic, pero si al menos en uno bastante entretenido que consigue mantener el nivel hasta el final y nos hace tener la esperanza de que un día Mark Millar volverá a tomarse en serio esto de escribir. Así que sin más rodeos vamos a ver que nos han ofrecido en esta ocasión Mark Millar, acompañado en esta ocasión por Sean Gordon Murphy, en Chrononauts.
(y viendo como por fin Millar se ha puesto las pilas, el titulo del mismo es mas que apropiado)
El Doctor Corbin Quinn lleva décadas tratando de encontrar una forma de viajar en el tiempo, y la gran cantidad de artefactos desplazados de su época que han ido surgiendo por todo el mundo le hacen estar convencido de que va por el camino correcto. Después de todo ¿Qué otra explicación puede haber para que aparezca un caza de combate del siglo XX en el interior de un templo en Turquía sellado desde hace seis mil años? Pero el viaje en el tiempo representa algún que otro problema aparte del viaje en sí, y una vez descubiertos sus secretos hace falta refinar el proceso. Ahí es donde entra en acción el Doctor Danny Reilly, experto en miniaturización y nuevo mejor amigo de Corbin, quien consigue que las aparatosas maquinas del tiempo de Corbin se conviertan en ligeros y esbeltos cronotrajes que les permitirán saltar por el tiempo como quien da un paseo. Tras numerosas pruebas todo está listo para el viaje inaugural, un viaje que será un gran paso para la humanidad… y una oportunidad de oro para que estos dos amigos se lo pasen en grande.
Diógenes esta vez no podrá quejarse de nada ya que me he leído la miniserie entera antes de reseñarla, pero es que con Mark Millar más vale tomar precauciones. Tras hacerlo tengo que confesar con sorpresa que Millar me ha sorprendido mucho y muy gratamente ya que parece que esta vez se ha tomado mas en serio de lo habitual (aunque no a nivel de Jupiter’s Legacy) lo de escribir. Si, es cierto que la miniserie no deja de ser una gamberrada como una casa en la que dos amigotes, arrogantes, prepotentes y narcisistas pero de buen corazón, se meten en líos y salen de ellos por los pelos. Todo envuelto en una historia de viajes en el tiempo sobre los que es mejor no pensar demasiado acerca de su funcionamiento y las consecuencias de estos, pero que si conseguimos suspender (mucho) la incredulidad, nos lo podemos pasar bastante bien. Pero la historia es muy divertida, el ritmo no decae, consigue que los dos imbéciles de los protagonistas nos caigan bien y de paso nos recuerda que no hacen falta docenas de números para contar una historia (cómics cuya lectura cunde, un bicho raro en estos tiempos)
Y como siempre Mark Millar sabe rodearse de lo mejorcito de la profesión y en esta ocasión ha sido Sean Gordon Murphy quien le ha acompañado en la tarea de desarrollar a esta pareja de cafres con más poder en sus manos del que deberían tener. El trabajo detallista y expresivo de Murphy es tan bueno como siempre, y pese a la complicada tarea de tener que representar sobre el papel docenas de épocas y lugares diferentes con todo lo que ello conlleva, cambios en la arquitectura, vestuario, armas y vehículos, rasgos faciales de los secundarios… El trabajo de documentación ha tenido que ser agotador, pero el resultado final ha sido excepcional.
Si, Chrononauts no es el mejor comic de la historia y ni tan siquiera es el mejor trabajo de Mark Millar, pero ha sido una gamberrada muy divertida que con un poco de suerte será una señal de que el escocés se ha dado cuenta de que si quiere seguir publicando miniserie que vender al cine (esta ya la ha vendido también, así que no tardaremos en verla en la gran pantalla) tiene que asegurarse de que estas cumplan con un mínimo de calidad. Ahora queda por ver si esta miniserie, como tantos otros de sus trabajos, se quedara ahí una vez cumplido el objetivo de vender los derechos al cine. Aunque espero que no sea así, ya que esta ha sido una de las escasísimas ocasiones en las que he querido que una de las miniseries de Millar tenga una continuación, y eso ya es decir mucho, aunque ello suponga aguantar las ocasionales muestras del ego del propio Millar…