Se cumplen este mes 75 años de Batman, y mientras algunos siguen hablando «del superhéroe creado por Bob Kane», nosotros sabemos que en el ADN del personaje hay más de Bill Finger que de ningún otro. Sin embargo, hoy no estamos para hablar de ese trilero y estafador que era Kane, ni siquiera para hablar de un escritor como Finger al que la vida y DC le trataron fatal, estamos para celebrar los buenos momentos que hemos pasado junto a Bruce Wayne. Hoy vamos a empezar por un plato fuerte, una obra maestra de Frank Miller y David Mazzuchelli: Batman Año Uno.
Seguramente por salir un año más tarde, Batman Año Uno siempre fue el hermano pobre del Regreso del Señor de la Noche (The Dark Knight Returns, 1986), y sin embargo sigue siendo una de las historias que más y mejor ha definido al personaje y la ciudad en la que se mueve, Gotham. Año Uno fue una pequeña saga de cuatro partes publicada entre los números 404 y 407 de Batman, e intentaba establecer los orígenes del personaje tras el reinicio parcial del universo DC durante Crisis en Tierras Infinitas un par de años antes. La historia comienza desde el punto de vista de Jim Gordon, relata su primer contacto con Gotham City y como se la encuentra en manos de las mafias y un cuerpo de policía completamente corrupto. A lo largo de la historia comenzará a establecer alianzas con otros habitantes de Gotham que desean algo distinto, y comenzará a encontrarse esporádicamente con un Bruce Wayne que comparte sus objetivos, pero que tiene otros métodos para llevarlos a cabo.
Es Bruce Wayne en esta serie un Batman completamente novato, que acaba de volver de su viaje por el mundo y posée todo el entrenamiento y aprendizaje necesario para enfrentarse a lo peor de Gotham pero que aun así no sabe hacerlo. Vamos, algo parecido a cuando uno esta acabando sus estudios y todavía no sabe que hacer respecto al mercado laboral. Bruce fracasará en sus primeros intentos de luchar contra el crimen, y gracias a ello empezará a darse cuenta de que tiene que usar otros métodos para lograr su objetivo. Que tiene que apabullar a sus rivales, que tiene que asustarlos, porque los criminales en realidad son cobardes y supersticiosos… La crudeza por aquella época de ver una Selina Kyle prostituta y un Gordon apalizado por sus propios compañeros de policía contrasta con la aparición de un Batman que poco a poco se va a haciendo respetar entre los bajos fondos. El crimen organizado empieza a tambalearse ante sus avances, y Gordon pronto empezará a comprender que aquel perturbado al que en un principio debería detener seguramente sea su mejor aliado y, con el tiempo, uno de sus mejores amigos.
Miller sabe jugar sus cartas al remarcar la tozudez casi sobrehumana de Bruce Wayne para llevar a cabo su misión, superponiéndola a un James Gordon que no deja de ser un héroe con pies de barro, humano al fín y al cabo, que arruina su matrimonio mientras persigue la quimera de limpiar Gotham. Si nos fijamos, en realidad es más o menos lo mismo que le ocurre al propio Batman, que en su caso prescinde completamente de cualquier tipo de vida social y se vuelca por completo en su misión. Personajes como Selyna Kyle o Harvey Dent asoman ligeramente en segundo plano, mostrando que la ciudad y la llegada de Batman ya los va transformando en los personajes que conocemos.
Por su parte, Mazzuchelli destila una mezcla de referencias entre Alex Toth, Torpedo y cine negro -Sarah Essen es la Lauren Bacall de El Sueño Eterno- en la que que viene a ser su última gran obra dentro del cómic de superhéroes, años después de su gran trabajo en Daredevil. A su trabajo se le une el color de Richmond Lewis, que sabe jugar con la limitada paleta y comparte trucos con el otro gran trabajo de Miller y Mazzuchelli, Born Again.
Año Uno sería a partir de su publicación el origen con mayúsculas del personaje, y tras varios intentos fallidos de adaptarla a la gran pantalla fue versionada con demasiadas libertades por los Nolan y Goyer en Batman Begins, una película que, aunque no le hacía justicia a la historia original, sirvió para que el público en general empezara a entender un poco quién era Batman, de forma muy parecida a la que 25 años antes Richard Donner había conseguido la primera gran historia de Superman en la gran pantalla. Los años traerían otras versiones del origen de Batman con desigual éxito -el Zero Year de Snyder, La Máscara del Fantasma de Radomski/Timm o el Tierra Uno de Geoff Johns son buen ejemplo de ello- pero la versión de referencia, por encima incluso del original de Bill Finger y Bob Kane, sería el Año Uno de Frank Miller y David Mazzuchelli.