El Norte de África puede que no sea el escenario bélico mas recordado de la 2º Guerra Mundial, pero no por ello fue menos interesante. Hoy vamos a echar un vistazo a aquella parte del conflicto de la mano de alguien que lo vivió en primera persona en su juventud, Hugo Pratt. En aquellos años convulsos su familia se traslado a la Etiopía controlada por los Italianos, donde Pratt tuvo la oportunidad de conocer muy bien a quienes participaron en aquella parte de la guerra mundial. Aquel fue un periodo breve pero muy intenso de su vida del que nació un amor por África que nunca se desvaneció y que le llevo a crear una de sus obras más emblemáticas (con permiso de Corto Maltés) Los Escorpiones del Desierto.
Se podría decir de este cómic que el verdadero protagonista es la propia guerra, pero en realidad casi todo el protagonismo recae en un hombre, el Teniente Koinsky. Este era un oficial de caballería Polaco a quien los azares de la guerra acabaron llevando a huir de su país tras la ocupación alemana, recalo en el norte de África a luchar en el bando Británico contra los fascistas Italianos y sus aliados y se enrolo en el “Long Range Desert Group” (Los Escorpiones del Desierto). Estos eran una unidad del ejército Británico formada por expatriados de toda Europa, judíos, africanos e incluso habitantes de las colonias británicas. Esta unidad fue creada especialmente para combatir en la guerra en África y de ellos el mariscal Rommel llego a decir lo siguiente: «El LRDG nos causó más daños que cualquier otra unidad de su tamaño».
Eso sí, quien espere encontrarse aquí con grandes y épicos enfrentamientos entre los aliados y las fuerzas del eje saldrá muy decepcionado porque aquí no hay nada de eso. Lo que Pratt nos cuenta en Los Escorpiones del Desierto son todas esas pequeñas anécdotas que se dan en las guerras y que no normalmente no merecen ni una nota a pie de página en los libros de historia. Todo esto nos es narrado desde el particular punto de vista del diario del teniente Koinsky, quien se verá envuelto una y otra vez en pequeñas escaramuzas sin importancia, mostrándonos los sinsentidos de la guerra mientras todo lo “importante” sucede en otro lado.
Aunque esta no fue la primera vez que este fue protagonista de los relatos de Pratt. Koinsky ya había protagonizado algunas de las historias que el autor Veneciano realizo para el mercado británico a comienzos de los años sesenta y que décadas más tarde reescribiría y reeditaría para el mercado francés bajo el título de “Koinsky raconte… deux ou trois choses que je sais d’eux”. De estas historias se llegaron a editar en España dos de ellas de la mano de la editorial New-Comic bajo el título de “Relatos de guerra del teniente Koinsky” pero el resto creo que han quedado inéditas hasta la fecha, aunque puede que estén incluidas en los tres tomos dedicados a Pratt que se han editado en España bajo el titulo «Diario de Guerra de…», algún día mi presupuesto me permitirá comprobarlo.
Koinsky además guarda algún que otro paralelismo con el otro gran personaje de Pratt, Corto Maltés. Los dos se ven envueltos casi por casualidad en situaciones insólitas de las que escapan por los pelos, tienen un peculiar sentido del honor y son muy leales a su manera. Pero Koinsky es mucho más cínico y despiadado que Corto y carece del romanticismo de este. Pero aquí no terminan las conexiones entre dos de las obras más famosas de Pratt, ya que por los escorpiones del desierto se deja caer el revolucionario Cush, un viejo conocido de la obra de Pratt al que vimos por última vez en “Las Etiópicas” y que nos desvela el posible destino del famoso marinero…
En el apartado gráfico nos encontramos con que al tratarse de una obra que Pratt desarrollo a lo largo de muchos años, podemos ir viendo su evolución como dibujante, desde los tiempos en los Milton Caniff influenciaba muchísimo su trazo a la abstracción y simplificación del mismo que tanto le caracterizo en los últimos años de su carrera. Eso sí, al igual que en otros trabajos suyos se nota y mucho la mano de Guido Fuga, su colaborador habitual en muchos de sus cómics y que solía encargarse del dibujo de vehículos y maquinaria. Y pese a que a este no se le acredita y solo se le menciona en los agradecimientos del prologo de uno de los tomos, quiero pensar que este fuerte contraste entre el estilo de dibujo de Pratt y el de Fuga era algo buscado para no ocultar el trabajo de este ultimo.
Eso si, conviene advertir que cuarto y ultimo álbum de la saga no esta realizado por Hugo Pratt, la muerte le llego antes de poder terminar de narrar las aventuras de estos personajes y el relevo lo tomo el suizo Pierre Wazem, quien trato de imitar el estilo de dibujo de Pratt, y ese es precisamente el problema, la intención es buena, pero Wazem no consigue estar a la altura de Pratt. Pero tanto si uno es aficionado al género bélico en cualquiera de sus formas o si tan solo es aficionado al buen cómic, Los Escorpiones del Desierto deberían ser una lectura obligada para todo el mundo. Su carácter antibelicista y el estar ambientado en un escenario de la 2º Guerra Mundial que no suele tratarse tan a menudo en la ficción lo convierten en una lectura muy interesante, por lo que vale la pena al menos darle una oportunidad.