Lo de que una araña radioactiva o una bomba gamma te de poderes ya esta pasado de moda. Y no, no me estoy refiriendo a que lo que lo pete ahora sea la manipulación genética o los nanobots, lo que de verdad lo peta a la hora de conseguir poderes es conseguirlos a través de una enfermedad venérea. Y que la enfermedad te mate a los seis meses (¡yay!).
Porque la premisa de Death Sentence viene a ser esa, el virus G+ se ha extendido por el mundo y la gente está consiguiendo unos poderes que acaban con ellos a los pocos meses. Las víctimas se toman su enfermedad de distintas formas, desde el cantante fracasado que intenta por todos los medios «dejar un bonito cadaver» gracias a la creatividad que supuestamente te da la enfermedad, pasando por la dibujante que manda al cuerno su trabajo y para la que la enfermedad sólo esta suponiendo problemas, hasta llegar al humorista al que le importa un cuerno contagiar a quien sea y sólo quiere vivir el tiempo que le quede.
Death Sentence me ha sorprendido muy gratamente, no sabía nada de sus autores -son gente que viene de 2000AD, revista que no sigo mucho- y el cómic por lo visto fue autopublicado para más tarde ser editado por Titan Comics. Sin embargo, la primera entrega me ha parecido bastante interesante, y los «movimientos gubernamentales» para afrontar la enfermedad me han dejado intrigado. Admitámoslo, no deja de ser la enésima vuelta de tuerca al género de superhéroes, con la diferencia de que esto es una serie limitada sobre gente que al final de la historia va a morir, es una historia cuyo punto central es cómo la gente afronta su propia muerte, que hacer con el tiempo que les queda y, sobre todo, que pasaría si alguien que sabe que va a morir en breve tuviera el poder para hacer lo que le de la gana. El dibujo de Mike Dowling recuerda al Gaidos de Alias y al Lark de Gotham Central y Lazarus, cosa que no deja de estar bastante bien.
Es pronto para decir si la serie merece realmente la pena -normalmente suelo esperarme a ver tres o cuatro números- pero siendo como es una serie limitada de seis números, pues habrá que darle un trato especial y jugársela. Curiosamente, Death Sentence ha salido al mercado a la vez que el Sex Criminals de Matt Fraction, otra serie que relaciona superpoderes con sexo; poco a poco parece que el Sex de Joe Casey ha marcado tendencia y nos estamos viviendo en una moda de superpoderes mezclados con sexualidad, un tabú profundamente enraizado en el Comics Code y tanto guardián de la moral. Digo yo que cualquier buena idea es bienvenida, y Sex Criminals acabará pasando por aquí tarde o temprano, pero siendo como es una serie regular, creo que todavía es pronto para hablar de ella. Sólo espero que esto de recomendar Death Sentence tan pronto no haga que me pase como a M’Rabo cada vez que habla del piloto de una serie de TV, que lo suyo es como si jugara a la ruleta rusa…