Los nombres son algo que damos por sentado. De hecho, la mayor parte de la población mundial no elige su propio nombre, y acaban cargando durante toda su vida con el nombre que a sus padres les dió por ponerle. En el caso de los personajes de ficción, muchas veces los nombres de los personajes vienen dados por el papel que interpretan en la historia que crea el autor; en otras ocasiones vienen dados por una cuestión plenamente arbitraria como una búsqueda en google o como venganza hacia el niño que me robaba el bocadillo en el recreo. En el caso de Lord Victor Von Muerte, más conocido mundialmente como Doctor Muerte o Doctor Doom, su nombre viene dado por el papel que Stan Lee quiso darle en aquel lejano número cinco de Fantastic Four volumen 1. Nombre que, dicho sea de paso, está completamente equivocado.
Porque vamos al origen del asunto, que esto tiene tela. Víctor (a estas alturas ya hay confianza, que cojones) aparece en aquel lejano número cinco de la serie tratando de manipular a Reed Richards y su alegre pandilla para sus propios fines. Sin embargo, y dejando de lado a la Cosa disfrazada de Barbanegra o el hecho de que el Víctor primigenio es un remedo de otro gran Victor de la literatura, Frankenstein, este «Doctor» ya usaba y abusaba de la tecnomagia, a pesar de que su búsqueda de conocimiento iba más dirigida a la magia que a la de la ciencia. Lo importante en todo esto está en estas viñetas:
Así es como recordaba Reed Richards el paso por la universidad de su colega Víctor, y así es como uno se da cuenta de que, si el latveriano fue expulsado de la universidad, no llego a graduarse, y mucho menos llegar a doctorarse (cosa que Ben Grimm si hizo, con todo lo gañán que es). Que uno podría decir que el hombre se licenció y doctoró en otra universidad, sería perfectamente lógico y normal. Sin embargo, las fechas no acaban de cuadrar cuando el origen del personaje que nos presentan Lee y Kirby en el Annual nº2 de Fantastic Four (1964) nos muestra un personaje que pasa directamente de caravanear con su tribu gitana a ser fichado por el decano de una facultad de ciencias de EEUU:
Luego se ve como después del accidente Víctor se largó directamente al Tibet y se forjó la famosa armadura, momento en el cual se bautiza a si mismo como Doctor sin tener ningún tipo de titulación, y con eso llegamos al meollo de la cuestión ; ¿a santo de que este hombre, que pasó cinco minutos por el mundo académico y manifiestamente lo ha detestado con toda su alma, se hace llamar a si mismo «doctor»? Doctor es una titulación que para el no debería valer absolutamente nada, que debería despreciar. Barón, Rey o Emperador si tendrían sentido (no tanto lo primero, pero al fín y al cabo ése era el título de la dinastía que gobernaba Latveria antes que el), pero Doctor es como llamar Hussein a un presidente de EEUU (jojojo).
Poca gente (o más bien, sólo una persona) ha tocado el asunto en los 50 años de vida del personaje. «Reinterpretaciones» de su origen de autores como Byrne, Stern o Brubaker no se han molestado en prestarle la más mínima atención al detalle en cuestión, ignorándolo por completo. Sin embargo, un colaborador habitual del John Byrne de los buenos tiempos, Terry Austin, sí se fijó en ello y dió una explicación en el cómic en el que menos podríamos imaginarnoslo: el número 53 de Power Pack:
Power Pack era una serie en la que cuatro hermanos que no pasaban de los 10 o 12 años conseguían poderes de una raza extraterrestre de caballos, los kymelianos, y trataban de salvar el mundo y tal. Durante Actos de Venganza -un crossover que va a copiar DC este año en el que los villanos de Marvel se intercambiaban enemigos para pillar a los superhéroes descolocados- el Doctor Muerte recluta los servicios de María Tifoidea para acabar con Power Pack. Uno no acaba de entender a santo de qué el hombre tenía interés en acabar con los cuatro niños, pero el caso es que todo el número esta contado a través de una sesión de terapia psicológica en la que María (Typhoid Mary en el original, un enemigo de Daredevil que venía a ser la versión esquizofrénica de Elektra) le va contando al Doctor como se los intentó cargar y tal. Para no alargarme mucho, os diré que el número acaba con los niños a punto de perder a su padre por los tejemanejes de la mala pécora, y eso a Víctor no le sienta nada bien, que se pone a contar como su padre se murió de frío por protegerle de los malvados soldados del barón y acabó traumatizado de por vida.
Víctor lloriquea un poco (de la forma más indigna, he de añadir) sobre que su padre era doctor y se había pasado la vida sacrificándose por los demás y el mundo se lo pagó matando a su mujer y blablabla, con lo que María se levanta del diván toda estupenda y empieza a berrear que ya ha conseguido lo que quería, que se ha metido dentro de la armadura del Doctor Muerte y que por fín ha descubierto a santo de qué se hace llamar «Doctor». Parece que la cosa no es por tener un doctorado más o menos, si no que es por honrar a su padre el médico. Pedazo guión de Terry Austin, oiga. ¡Con razón últimamente el personal ha dejado de llamarlo «Doctor Doom» y ahora se le llama Doom a secas!