Hace unas semanas se publicaba el primer número de “Joe Kubert Presents”. En esta obra póstuma Kubert quiso trabajar con algunos amigos y contar algunas historias que llevaban dándole vueltas en la cabeza bastante tiempo, pero ya hablaremos de la serie con más detenimiento en otro momento. Hoy quiero centrarme en la historia que abre este primer número y que está protagonizada por un personaje al que Joe Kubert parecía sentir bastante aprecio y que para siempre va a estar asociado con él en el mejor de los sentidos, Hawkman, en la que tristemente ha acabado convirtiéndose en la última historia del personaje realizada por él.
Tengo que admitir que como fan de Hawkman había pasado un año y pico espantoso, lo del reebot, el rediseño horrible, Liefeld tomando las riendas del personaje… Así que fue un alivio enterarme de que Joe Kubert iba a lanzar esta serie y que Hawkman sería uno de los protagonistas del primer número. Por desgracia unos pocos meses después Joe Kubert falleció, pero por suerte, y aunque sé que suena muy egoísta, nos queda el consuelo de esta última obra suya y la posibilidad de ver a un personaje tan maltratado como Hawkman siendo tratado de nuevo dignamente.
Con esta historia Joe Kubert no se complico demasiado con continuidades, reeboots ni demás tonterías, era su serie y en ella contaba las cosas como él quería. Es así como los Hawkman y Hawkwoman de esta historia no son otros que los “suyos”, Katar y Shayera Hol, agentes de la ley de Thanagar en una misión que les hace dirigirse a nuestro planeta. Todo ello contado con un tono reminiscente de las historias de la Silver Age y demostrando no solo que con los personajes se pueden contar buenas historias, sino además mostrando como tienen que hacerse.
Como ya decía más arriba esta historia pasa de continuidades y demás, así que nos encontramos con una nueva versión de la primera visita de los halcones a la tierra. Además de esto Kubert también se tomo la pequeña libertad de hacer rubio a este Katar al igual que lo había sido Carter Hall, el Hawkman de la Golden Age, seguramente como contraste con la versión más moderna de Carter a la que oscurecieron el pelo ya que lo habían convertido en una amalgama de los dos Hawkmans. Por lo demás, no podría ser un Hawkman más clásico.
Pero ya me he enredado demasiado, centrémonos en la historia en sí. Los líderes de Thanagar han estado siguiendo los progresos de la Tierra desde hace algún tiempo y están preocupados, temen que las guerras, desigualdades, armamentos biológicos y nucleares que asolan nuestro mundo acaben extendiéndose por la galaxia. Pero antes de decidir qué curso de acción tomar necesitan más información y de primera mano, por ello enviaran a dos de sus mejores agentes a investigar sobre el terreno, Katar y Shayera.
Tras un largo viaje por el espacio, llegan a la tierra y establecen su base de operaciones en África, donde descubren horrorizados las masacres a las que se ven sometidos los animales por parte de los furtivos, pero descubren también algo aun más preocupante. Las aves de la zona (recordemos, este es el Hawkman de la Silver Age, podía hablar con los pájaros) les han contado que en una aldea cercana hay venenos que podrían acabar enfermando y matando a sus habitantes. El viejo mago de la aldea no quiere que los secretos de la misma les sean revelados a estos extraños alados, pero el jefe no tiene miedo y les muestra lo que están buscando.
Alguna gran compañía ha sobornado a los aldeanos con alimentos y herramientas para que les permitan enterrar en el suelo de su aldea toda clase de desechos tóxicos que, sin saberlo sus habitantes, acabaran acabando con ellos. Cuando Hawkman trata de hacerle entrar en razón los aldeanos, convencidos por el brujo de que Hawkman y Hawkwoman son demonios, se rebelan contra ellos y tomándoles por sorpresa consiguen capturarles.
Obviamente no consiguen retenerlos demasiado tiempo, consiguen escapar y convocando la ayuda de todos los animales de la zona (si, es el Hawkman de la Silver Age) derrumban el techo de la cueva donde están enterrados los desechos tóxicos, dejando a unos enfadados pero ilesos aldeanos tras ellos. Tras lo cual, una vez cumplida su primera misión, se alejan volando de allí mientras Joe Kubert, en los textos de apoyo, dejaba en un interrogante el saber si volveríamos a ver a estos personajes en el futuro… Por desgracia, y a falta de que DC anuncie los contenidos del nº6 de esta serie, parece que no, que no les volveremos a ver, al menos no de la mano de su co-creador.
La historia tiene un fuerte contenido ecologista pero no queda forzado como suele pasar en estos casos, aunque es verdad que apenas rasca un poco la superficie de todos los problemas que asolan ese continente y el mundo en general, pero para ser un comic muy del estilo de los de la Silver Age no está nada mal. Pero donde realmente destaca esta historia, como no podía ser de otra forma, es en el dibujo de Joe Kubert.
No voy a repetir el tópico ese de que Joe Kubert era el único capaz de dibujar a Hawkman sin que quedase ridículo, por exagerado más que nada, pero sí que hay que admitir que era de los que mejor le dibujaban. Y es que da gusto volver a ver a Kubert dibujando el Thanagar clásico, esos cohetes espaciales retro, y sobre todo a los halcones. Los años de experiencia se notan en cada página, ya fuese dibujando mundos alienígenas super-tecnologicos como la jungla africana y sus habitantes, nada se le resistía.
Al terminar esta historia a uno le queda una sensación agridulce por motivos obvios, pero poder leer de nuevo una historia de mi versión favorita de Hawkman ha sido una gozada. Y quien sabe, quizás, con suerte, aunque no tengo muchas esperanzas, cosas como esta le recuerden a DC que con sus personajes se pueden hacer más cosas aparte de disfrazarlos de Caballero del Zodiaco y encargarle sus historias al primero que pase por la puerta. Pero hasta que llegue ese día podemos consolarnos con la lectura de una de las pocas series que DC publica actualmente que realmente vale la pena.