Antes de que DC hiciera secuelas innecesarias de su trabajo, Alan Moore trabajó para ellos durante cinco años y todo pareció ir bien. Sin embargo, hoy en día se tiran de los pelos entre ellos, y entre Didio y Moore, el de Northampton parece tener las de perder, más que nada porque a Didio no le quedan pelos de los que tirar. En fín, que toda esta tontería es para decir que en este artículo vamos a echarle un vistazo una semana más a lo que publicaba DC en el mes en el que el bueno de Alan empezó a trabajar para ellos, a ver si la mano del inglés cambió a DC o fue la propia DC la que cambió a Alan Moore. Hoy nos toca el número 49 del volumen 2 de Superboy:
Antes que centrarme en el número en sí, me gustaría hacer un poco de historia respecto a dónde estaba Superboy en aquel momento y por qué estamos hablando del volumen 2 de la serie. Y es que a Superboy le pasó un poco de lo mismo que a la serie de tv de Smallville pero en menor medida; tras años de tener su propia cabecera, las ideas se iban agotando y el título estaba anclado en la misma mediocridad de los títulos principales de Superman con historias imaginarias y demás. Sin embargo, en Superboy crearon algo llamado la Legión de Superhéroes, un grupo del siglo XXX que acabaría coprotagonizando el título, llegando a adueñarse del volumen 1 de Superboy por completo y echando al de Krypton de su propia serie. Y así es como llegamos al número 49 del volumen 2 de Superboy…
El cómic esta realizado por Paul Kupperberg (al que ya hemos visto en Supergirl) y Kurt Schaffenberger, con el detalle curioso de que el rotulista es nada más y nada menos que Andy Kubert. Empezamos el número con una explosión, algún perturbado ha puesto una bomba en la tienda de Pa Kent (que ya no tiene una granja, cosas de tener que contar algo en una serie y no saber que contar). Superboy corre a rescatar a su padre adoptivo y se encuentra con que no hacia falta, que la policía ya se ha encargado del asunto y su padre se encuentra bien. Al ser interrogado, Pa afirma que todo ha debido ser un accidente, una mentira piadosa que sólo preocupa más al adolescente de acero.
Al volver a casa, Clark se encuentra con una tal Lisa (parece que no solo salió con Lana Lang) que lo invita a ver un espectáculo de magia de Zatara, que parece estar en horas bajas y rebajarse a actuar en puebluchos de mala muerte como Smallville. Mientras tanto, un chaval llamado John Webber tiene los mismos problemas que tenían en la serie de TV de Smallville; la kryptonita le ha dado poderes con los que va reventando cosas mientras duerme.
Antes de ir a ver a Zatara, Clark interroga a Ma sobre la explosión. Su madre le viene a contar que desde que a Pa se le ofreció presentarse a un puesto en el ayuntamiento para evitar la construcción de un megacentro comercial, el hombre no para de recibir amenazas de muerte. Clark promete encargarse del asunto y se va directamente de fiesta, olvidándose por todo lo que queda del número de las amenazas a su padre y demás tonterías sin la menor importancia.
En el espectáculo de Zatara pasa lo de siempre, que el hombre triunfa hasta que sube a Clark al escenario para hacerlo desaparecer y algo sale mal; no solo desaparece el adolescente de acero, si no que en su lugar aparece un tal Turlock the Berserker, un personaje que… Eh… Que viene de algún lado, y que quiere conquistar el mundo.
Tras noquear a Zatara de forma vergonzosa, parece que el hombre del taparrabos y el carro tirado por perros rata no tiene nada que se le oponga a su conquista mundial más allá de un arsenal nuclear y montones de superhéroes, pero no hará falta llegar a esos extremos porque Superboy consigue volver de la dimensión por la que se había perdido. Turlock y él se enfrentan, Superboy se pone emo perdido porque la espada de Turlock «es magica, y esa es una de mis grandes vulnerabilidades» y cuando la cosa parece que esta peor y el berserker esta a punto de rematar al chaval de acero, reaparece Zatara y empieza a arrearle cosa mala. Sin embargo, esto no es suficiente, y ni todos los esfuerzos de Zatara y Superboy parecen conseguir derrotar al aspirante a tirano.
Los dos deciden arrearle simultaneamente, y cuando parece que el cascarle los dos a la vez no vale para nada, el tal John Webber que apareció hace unas cuantas páginas y del que no hemos vuelto a saber nada dispara su rayo mental a Turlock y lo manda de vuelta a su dimensión. Por el esfuerzo realizado John pierde sus poderes, pero se marcha contento sabiendo que, aunque Superboy no lo haya notado en ningún momento, fue su ayuda en el último momento lo que ha salvado el día. Y fín.
A mi este cómic me ha estafado, empieza con un misterioso complot contra Pa Kent para luego olvidarse por completo de él y contarme la historia de un fulano desconocido que viene para conquistar la tierra con su espada mágica y sus perros rata. Supongo que la idea era rematar la historia de John Webber y sacar un poco adelante la subtrama de Pa Kent, pero no creo que sea lo más apropiado centrar toda la atención en un principio en una historia que no me vas a contar en el mismo número, sobre todo cuando leemos los números posteriores y vemos como la historia la van alargando tontamente hasta el cierre de la serie cosa de cinco números después. Por supuesto, eso provoco que todas las tramas de la serie quedaran totalmente colgadas y, aunque se prometía en el último número continuar la serie como complemento de Supergirl… Kara también se quedó sin su propia cabecera poco después y sin asomar Superboy por ningún lado.
La semana que viene tocaría el número 3 de Ronin de Frank Miller, pero creo que es mejor hablar de ello en otra ocasión porque poca mano debió meter DC en esta historia; al fín y al cabo se realizó con la idea de ser publicada por Marvel y a última hora fue «robada» por Jenette Kahn para DC. Asi que vamos a acabar estos artículos con el número 299 de World’s Finest Comics: