Action Comics fue, durante todos los años que duró la serie hasta su cancelación con el New52, la serie principal de Superman y el buque insignia de DC Comics junto a Detective Comics. El mes en el que Alan Moore empezó a trabajar para la editorial con su Swamp Thing, se publicaba el número 551 de Action Comics:
El número viene firmado por uno de los «capos» de la editorial en aquel momento, Marv Wolfman y dibujado por otro clásico, Gil Kane. En la portada vemos a un Superman estresado luchando contra el reloj, como si estuviera muy atareado; vamos a ver como se desarrolla la cosa y vemos si esto es un predecesor directo del primer número del Astro City de Kurt Busiek o un número más:
Empezamos bien, en vez de tener a Clark Kent en la WGBS perdiendo el tiempo, volvemos a donde debe estar el personaje, en el Daily Planet. Por lo visto un periodico de la competencia, el Metropolis Eagle, anda echando mierda del Hombre de Acero y eso no acaba de gustarle al bueno de Jimmy Olsen. Si le sumamos a eso el hecho de que Lois Lane anda un tanto requemada porque Superman le ha chafado un artículo vete a saber cuando (me he repasado los números anteriores y son un número de relleno infecto y una saga con en general Zod escrita por Cary Bates que ni por asomo hablan de esa entrevista) no parece que sea un buen día para ser Clark Kent. Sin embargo, la cosa empieza a cambiar cuando Perry White le encarga un nuevo trabajo y lo manda a cubrir una historia de «interés humano» en la que por lo visto la cura para un par de gemelas terriblemente enfermas ha sido retenida en un aeropuerto ruso por unos terroristas afganos que no se les ha ocurrido otra cosa que secuestrar un avión antes de que despegue. Eran otros tiempos…
De esto que iba volando Superman dispuesto a recuperar la dichosa cura y de paso mantener la bota soviética sobre el pueblo afgano, cuando se encuentra que unos frikis de H.I.V.E. estan atacando el ayuntamiento con rayos de hielo. Superman se hace cargo de ellos, solo para descubrir que ese no era el único ataque y que la cosa era generalizada por toda la ciudad. Básicamente lo de H.I.V.E. es para dar por culo, pero Superman juzga que estando Moscú a varios segundos a supervelocidad, puede pasarse unos minutos haciéndose cargo del asunto.
Mientras tanto, los rusos hacen de rusos. O por lo menos de rusos tal y como los veían los yanquis en los 80, que por lo visto según ellos no había policía en la URSS…
Cuando Superman por fín volaba hacia Moscú, se encuentra con un barco que se va a pique en mitad del atlántico. Por lo visto un extraño islote ha salido a flote por un seismo submarino con tan mala suerte que ha emergido justo debajo del trasatlántico. Superman arregla el problema rapidamente llevandose barco e islote a Irlanda, del tirón. Lo que no se es como los pasajeros gritan nada más llegar que estan en Irlanda, ¿tendrán carteles de «Bienvenidos a Irlanda» repartidos por toda la costa?
Para cuando llega a Europa, Superman se encuentra con un crío trepando por la torre Eiffel, unos esquiadores atrapados por un teleférico en Suiza… Mas tarde que pronto llega por fín al aeropuerto de Moscú donde están los secuestradores, donde tras una breve discusión sobre que es defender libertades y que es terrorismo, Superman se hace por fín con la medicina y cuando ya esta volviendo a EEUU se encuentra con otro contratiempo; la medicina ha perdido su potencia por haber sido retenida durante tanto tiempo en el aeropuerto, y la única forma de que recupere su efectividad para curar a las niñas es combinarla con unas hierbas raras de África. Y para allá que se va Superman…
Nada más llegar allí, más problemas: el terremoto del atlántico se hace sentir hasta en África y las casas construidas al borde de barrancos tienden a desparramarse por ellos. Superman salva a la gente de esas casas y en agradecimiento, uno de ellos le dice dónde están las hierbas raras que vinieron buscando los rusos hace un tiempo (porque por lo visto y mira tu que coincidencia, él trabajó con ellos). Y entonces Superman salva a las gemelas y se acaba el número.
Un poco brusco, ¿no? La idea de poner un «día normal» en la vida de Superman esta bien, lo de poner como a medida que pasa el día el Daily Eagle pasa de ponerle a caldo a cantar sus alabanzas… No tanto. El dichoso periódico saca más de tres o cuatro ediciones en un solo día, y para colmo el final no es que sea apresurado, es que directamente te da la sensación de que te han cortado. Con este número queda claro una vez más todo lo que no funcionaba en el modelo editorial de DC: un formato caduco de historias autoconclusivas y totalmente arquetípicas con un público objetivo infantil al que ni siquiera gustaban ya esas historias.
La semana que viene deberíamos continuar nuestro viaje por la DC de aquel entonces con el número 29 del All-Star Squadron, con los Siete Soldados de la Victoria de Roy Thomas y Jerry Ordway, pero el número en cuestión no deja de ser un refrito de una historia de la edad de oro, con el mismo esquema de «grupo de malos que pelean individualmente con uno de los buenos». Veo bastante mal que Thomas se limitara a versionar esa historia limitándose a fusilarla de mala manera, pero el que tenga curiosidad y quiera leer el número en cuestión es libre de hacerlo: