El día en que Alan Moore salvó a DC (XXII): Supergirl #15

Alan Moore empezó a trabajar para DC en octubre de 1983, y la editorial que se encontró en aquellos tiempos publicaba cosas como esta:

«Starrfall», jeje. Se llama Black»starr» y «Starr»fall, ¿lo pillas? 

«The Daring New Adventures of Supergirl» nº15 es la segunda serie sobre Kara Zor-El, la prima de Superman, en la que se la trasladaba a Chicago y se le rediseñaba el uniforme con la idea de relanzar el personaje de cara a la película que Helen Slater protagonizaría un año más tarde, de ahi que el logotipo de la serie sea el mismo que el de la película. El número que nos toca hoy esta guionizado por Paul Kupperberg (un clásico de la editorial en los 80, creador de Arion y el predecesor de Morrison en Doom Patrol) y dibujado por un Infantino con prisas.

¡Tu a mi niña no me la tocas! ¿Estamos? ¡No me la toques! 

Empezamos con Supergirl pegándose con Blackstarr, una tipa que por lo visto incita al racismo y esas cosas chungas nazis. Por lo visto lleva ya un par de números liándola y diciéndole al personal que todas las personas son iguales con una sola excepción, las que no son como ellos ni se parecen a ellos, y predica sobre los beneficios de la cámara de gas como solución al «problema». Según empieza el número, la bronca es interrumpida por la casera de Supergirl, que identifica a Blackstarr como su hija Rachel. Por lo visto las dos perdieron el contacto durante el holocausto, y se creían muertas.

Si en realidad estoy ya más arrugada que la Sarita Montiel…

Supergirl no se traga que Blackstarr sea la hija de su casera, la ve demasiado joven. Sin embargo, Blackstarr viene a decir que sus «inmensos poderes y blablabla» son capaces de ponerla joven y lozana, con lo que tras una pequeña bronca y hacerle llorar a sa madre (que eso no se hace y os recordamos que esta fatal) Blackstarr decide que tiene mucho que pensar y que pasa tela de Supergirl, dejándola con un palmo de narices.

En los 80 todavía se usaba a los nazis como villanos, dentro de veinte años se usará a los bancos y las financieras…

Kara decide interrogar en su identidad secreta de Linda Danvers a su pobre casera, que le cuenta más o menos que su marido fue asesinado por los nazis y fue separada de su hija cuando las metieron en Auschwitz. Tras hacerla revivir los momentos más duros de su vida, nuestra heroína deja a la anciana en paz, que trata de dormir recordando el rostro de su hija perdida… Hasta que Blackstarr viene con cara de Satanás a secuestrarla. ¡Hala!

Lo habitual en los nazis es ir recogiendo niñas en los campos de concentración y… ¡HACER BOTONES CON ELLOS! ¡NO ADOPTARLOS!

Tras tener a la pobre mujer en ascuas un buen rato (es lo que tiene obligar a sentarse a alguien y darse paseos en su jeta con cara circunspecta y completo silencio), Blackstarr empieza a contar que pasó con ella después de separarse de su madre, y lo que viene a contar es que consiguió hacerse coleguita de los nazis (algo perfectamente creible) y se lo creyó tanto que según acabó la guerra, el comandante de su campo de concentración le dió unos papeles falsos según los cuales era una ciudadana de EEUU. Allí estudió física y desentrañó los secretos de la teoría del campo unificado, que le dio poderes de la hostia para manipular la realidad. Esto no es algo raro teniendo en cuenta que ya le pasó a Newton cuando descubrió la ley de la gravedad, que se puso unos leotardos y se puso a volar por ahí al grito de «muérete de envidia Leibniz, mío es el poder de controlar las fuerzas de atracción entre los cuerpos». O al menos algo así escribí en aquel examen de física en el que injustamente me pusieron un 2…

No se tú, pero yo a partir de aquí dejé de entender la historia esta…

Cuando Blackstarr estaba toda feliz hablando de lo maravilloso que es ser una nazi judía y lo estupendo que es cargarse a tu propia madre para que nadie se entere de que en realidad perteneces a una raza que supuestamente debes erradicar por impura, llega Supergirl y se lía a tortas con ella. Pero esta vez Blackstarr decide teleportar a las dos al centro del universo, donde las fuerzas primigenias del universo le dan ventaja o algo así.

«-Hola, vengo de cargarme a tu hija. -Jo, menos mal, me quitas un peso de encima…» 

Lo que viene a continuación es una bronca en la que los cuadros de texto hablan de «hondanadas de partículas subatomicas agrandadas billones de veces» o «la gravedad, un muro de fuerza suficientemente grande como para devastar un cometa» y que en realidad lo que vienen a contar es que se pegan y al final Supergirl gana porque a Blackstarr se la tragan unos agujeros negros. Luego ya Kara se las arregla ella solita para volver a casa, que total la carretera desde el centro del universo hasta su piso de Chicago no tiene pérdida.

Supergirl es de DC. Los derechos del personaje en cine los tenían los Salkind, que con cuatro duros hicieron la peli aquella de Helen Slater…

Supergirl se puso un pañuelo en la cabeza y murió un par de años después en Crisis en Tierras Infinitas. Todo el mundo recuerda la portada de Superman llorando con su cadavez en los brazos, pero es que la peli de Supergirl fracasó y DC no vio muchas razones para mantener con vida al personaje. Luego acabó siendo resucitada por Jeph Loeb en 2005 o así, y en las recrisis de DiDio la muchacha tiene serie propia y esta haciendo sus cosas. Por su parte, Blackstarr reapareció en Crisis y fue recuperada por Keith Giffen en el Escuadrón Suicida que se montó el sargento Rock allá por 2001… Pero atentos a las pintas que nos lleva la moza:

Sí, la Übertipa esta ahora es una negra sadomaso y lleva rastas. Supongo que los agujeros negros le saturaron de melanina y la dejaron así…

La semana que viene nos toca el número 3 de Thriller, de Robert Loren Fleming, una serie de la que casi nadie se acuerda y que es todo un perro verde dentro de lo que publicaba DC en aquellos tiempos:

Thriller, premio para el que se acuerde de ella…

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