El número uno de New Talent Showcase salió a la venta en el mismo mes en el que Alan Moore empezó a trabajar para DC. DC intentaba con esta serie recuperar el formato de revista de cómics y a la vez foguear a los nuevos talentos; lo que se suele llamar minimizar la inversión, porque a fin de cuentas se le paga menos a un novato que a un veterano. Las historias que componen el número en cuestión son Forever Amber (por Rich Margopoulos y Stan Woch), Class of 2064 (por Todd Klein y Scott Hampton), Sky Dogs (por LB Kellogg y Tom Mandrake) y la historia que vamos a repasar en este post, el Rock of Ages de Tod Smith.
Hoy toca post ligerito, que por algo estamos en verano…
La historia de Rock of Ages es bastante sencilla, un alpinista se gasta un pastizal en llegar a lo más recóndito del Tíbet (porque supongo que es el Tíbet, vaya) con el único objetivo de encontrar a un ermitaño que le cuente el sentido de la vida. Nada más llegar, el anciano le muestra sus poderes de levitación y clarividencia, afirmando que el ya sabía que iba a venir y llamándolo por su nombre, Paul March, con lo que el pobre alpinista se queda impresionado ante los poderes de su nuevo maestro.
Sin embargo, el anciano es claro: la respuesta a la pregunta de Paul no le va a gustar. Las respuestas a todas las preguntas están dentro de esa misma cueva, pero las palabras se quedan pequeñas para llegar a expresarlas. Sólo cincuenta años de permanecer en dicha cueva pueden llevarte hasta la iluminación, no hay una manera fácil de transmitir ese conocimiento.
Tal y como dijo el viejo, a Paul no le gusta nada esa respuesta. Él tiene trabajo y familia, tiene cosas más importantes que hacer en su vida, con lo que se enajena y le arrea un guantazo al ermitaño, que muere en el acto. Consciente de su horrible acto, Paul se da cuenta de que todo el conocimiento que pudiera aportarle el viejo ha muerto con el, y que ahora la única forma de recuperar todo ese saber es quedarse en la cueva y esperar…
Tras cincuenta años de meditar dentro de la cueva, Paul llega al entendimiento, y entonces un nuevo alpinista llega a la cueva buscando su consejo. Y así, el ciclo continúa, la historia termina y nosotros nos quedamos con cara de póker. En efecto, sí, esta historia la publica la misma editorial que en ese mismo mes nos sacaba guiones tan elaborados como los de Amethyst o el de Action Comics con Vartox. No es que la historia sea un prodigio (que no lo es), de hecho es bastante tontorrona, pero la violencia que lleva encima y lo poco que sigue el patrón habitual de los guiones de la editorial (en los que el «malo» siempre recibe un castigo) le dan a uno que pensar.
Ocho años después y durante el crossover Armageddon 2001, Giffen y DeMatteis nos cuentan una historia muy parecida; un hombre llega a un templo perdido del Tibet buscando al «Guru Verde», que no es otro que el Detective Marciano diez años en el futuro y en su forma marciana. El hombre se arrodilla y, con todo el respeto del mundo, le pregunta por cual es el verdadero sentido de la vida. J’onn, muy solemne, le responde:
La respuesta tampoco le gusta al buscador de la verdad, pero en vez de arrearle un guantazo a un tío que puede freirte el cerebro, el hombre decide ponerlo a caer de un burro y emprender acciones legales contra él. Acto seguido, el tío se larga, dejando sólo a un meditabundo J’onn que se da cuenta de que tal vez la vida no sea como una Oreo…
Las oreo no son mencionadas en los creditos de ninguno de los dos comics. Como se enteren los de Kraft Foods…
Por supuesto, estas historias pertenecen a DC, y no creo que nadie vaya a recuperarlas estas alturas para forrarse a costa del trabajo de los autores.
La semana que viene nos toca el número 2 de una serie limitada de tres números; Power Lords. Tengo que admitir que no se absolutamente sobre ella, ¿será un diamante totalmente olvidado? ¿Será una completa abominación que si es releida provocará la llegada del anticristo? Yo ya me espero cualquier cosa…