Que Dan Didio lo hace a propósito para que hablen de él es algo que ya sabemos todos. En el fondo estamos hablando de un tipo de hombre de negocios muy parecido a la escuela Bill Jemas, la de hacer que hablen de tí aunque sea mal, y nadie puede negar que DC no solía ser el centro de todas las miradas antes de la llegada de Didio.
Sin embargo, hoy tenemos a un Green Lantern con pistola, que es algo tan redundante como Superman llevando armadura o Lobezno llevando tiritas. Es cierto que John Stewart ya ha hecho eso mismo en Justice League Beyond, tratando de evitar la limitación de los anillos que no te deja matar, pero en el universo DC actual no existe esa limitación, y para colmo si un Green Lantern va por ahí con una pistola disparando al personal, los guardianes no tardarían en teleportarlo a Oa para echarle un rapapolvo.
Gangsta Lantern.
Aun así, lo importante de esta imagen es que es un resumen estupendo de la política de la DC de Didio y Lee: poner a personajes de etnias o credos distintos a los WASP con un giro noventero, todo con el único objetivo de vender como sea. ¿No tenemos musulmanes? ¡Pues que sea musulmán! Y que sea negro, ¡nunca tendremos suficientes negros! Y por supuesto los auténticos negros de barrio llevan pistola… Digo yo que este personaje será una especie de «green lantern caido» o algo así, y que morirá de forma horrible al final de la historia. A saber. La cuestión es que como siempre DC prueba a ver si suena la flauta con otra cosa absurda a todas luces. No se les puede acusar de no intentar nada nuevo, pero el problema es que todo lo «nuevo» que intentan sale más del cerebro de ejecutivos que de guionistas de la editorial; mientras Marvel tiene reuniones creativas entre escritores y jefazos de la empresa, en DC esas reuniones brillan por su ausencia y se limitan a grandes momentos de genio e inspiración del trío calavera (Johns, Didio y Lee). Lo peor es que esa «inspiración» suele venir de copiar a la competencia, recrear historias viejas con «un giro moderno» o lo peor de todo, «no tenemos ningún personaje que practique la coprofagia, ¡vamos a hacer una polinesia lesbiana que se coma la mierda de su perro!». Lo peor es que eso, más que enriquecer al universo DC con cierta diversidad, lo llena de tópicos lamentables y ofensivos para los colectivos a los que intenta agradar para sacarles los cuartos.
¿Saldrá alguna vez DC del agujero creativo en el que está? Pues está la cosa complicada, porque aunque te libres de los tres caballeros no da la impresión de que Warner vaya a dejarles ser otra cosa; ya en los 70 y 80 teníamos a personajes como The Black Bomber o Firestorm, creados más con unos objetivos empresariales que como vehículos para contar historias. Es cierto que todas las editoriales tienen estos problemas, pero en el caso de DC es una constante a lo largo de su historia. Si a todo esto le sumamos que Vertigo cada vez tiene menos series, y que Karen Berger cada vez pinta menos en la compañía… Malos tiempos tenemos, pero peores nos vienen.