Aunque Hugo Pratt es conocido principalmente por Corto Maltés esta no fue su única obra ni muchísimo menos. A lo largo de su carrera realizo muchas grandes obras que pese a no gozar de la popularidad de su inmortal personaje no por ello son menos importantes. La obra de la que voy a hablar hoy se trata de uno de sus últimos trabajos antes de su triste fallecimiento, en el que narro a su manera lo que pudieron ser los últimos momentos de la vida de Antoine de Saint-Exupéry, el famoso autor del Principito.
La muerte de Saint-Exupéry está envuelta en el misterio, solo se sabe que desapareció durante una misión para los aliados sobrevolando el Valle del Ródano para un reconocimiento aéreo. Su avión jamás regreso ni se encontraron sus restos (Al menos no en vida de Hugo Pratt) Por lo que nunca ha estado claro del todo que fue lo que sucedió ¿Fue derribado por las tropas alemanas? ¿Sus problemas con la bebida provocaron un accidente? ¿Su avión fallo y se estrello?
Hugo Pratt opto por una versión algo mas “poética” de la muerte de Saint-Exupéry. En su historia este sufre problemas en el suministro de oxigeno de su avión lo que le provocaría alucinaciones a Saint-Exupéry al mismo tiempo que dos aviones de la luftwaffe le persiguen incansablemente para darle caza. Así que Pratt utiliza estas alucinaciones como hilo conductor para contar a través de ellas diversos episodios de la vida de Saint-Exupéry y realizar con todo ello un bonito homenaje a la vida y obra de este autor.
A través de las ochenta páginas de las que consta el álbum, y que se hacen pocas, asistimos a un repaso de diversos momentos de la vida de Saint-Exupéry, quizás no los más importantes históricamente, pero sin duda más significativos para quien los vivió. Pratt alterna estos momentos con vistazos a ¿la realidad? en la que los aviones alemanes tratan de derribarlo. Y como no, también una pequeña aparición de su creación más importante, el mismísimo Principito.
En el apartado grafico tenemos al Hugo Pratt de su última época, con un trazo algo más descuidado y menos detallado de lo que solía ser en los primeros tiempos de su carrera. Y también podemos notar (aunque igual me equivoco) al igual que en otras obras del autor y pese a que no estén acreditados, el uso de “ayudantes”, quienes se ocuparon de dibujar los aviones y algunos fondos de ciudades, cosas que a Pratt nunca se le dieron bien del todo. Quizás el contraste entre el trazo delgado y detalladísimo de artefactos y fondos contraste demasiado con el trazo grueso y descuidado de Pratt, pero puede que esto fuese algo buscado por el autor para que no quedasen dudas de lo que había dibujado él y de lo que habían dibujado sus asistentes.
Como toda la obra de Hugo Pratt, la lectura de “Saint-Exupéry: El último vuelo” es más que recomendable, aunque la lectura de cada nuevo álbum nos acerque cada vez más al momento en el que ya no quedara nada nuevo suyo que leer. Pero no por ello vamos a dejar que esta triste circunstancia nos prive del placer de leer tan grandes obras.