Hoy continuamos con el repaso de la historia reciente de España a través de los ojos del mejor autor de comics que tenemos, Carlos Giménez. La semana pasada repasamos 36-39 y los horrores de la guerra. En esta ocasión veremos lo que sucedió tras esta tal y como nos conto Giménez desde su particular punto de vista en una de sus obras más famosas, Paracuellos.
Tras las guerras si hay algo que abunda esto son las víctimas, y la Guerra Civil Española no fue una excepción. Muchos fueron los niños que perdieron a sus padres o que por otras circunstancias, prisión, secuelas de la guerra, enfermedades… no pudieron seguir viviendo con ellos. Carlos Giménez fue uno de esos niños, su padre falleció cuando era muy pequeño y su madre estaba enferma, por lo que su hermano y el acabaron en uno de los muchos colegios de “auxilio social” que Franco había ordenado construir. Colegios que Carlos Giménez describió así:
“El estado que había ganado la guerra, el estado franquista, había montado unas instituciones de corte falangista donde la educación era muy de la época: los pilares eran básicamente mucha religión y mucha instrucción militar. Era aquella vieja frase de hacer niños para que el día de mañana fueran mitad monjes mitad soldados. Éramos niños falangistas que funcionábamos a golpes de corneta, desfilábamos y hacíamos la gimnasia en plan militar. Era como un pequeño cuartel.”
Basándose en sus experiencias personales y en las de algunos amigos también internos en algunos de esos colegios, Giménez puso en marcha la que acabaría siendo su obra más famosa. La intención de Giménez era que no se perdiera la memoria de cómo eran aquellos colegios y lo que sucedió allí, quería que las siguientes generaciones supieran perfectamente como fue la vida allí para todos aquellos niños que no tenían otro sitio al que ir.
La serie que acabo llamándose Paracuellos no tuvo una publicación fácil. Giménez la comenzó en 1975 y paso por las páginas de las revistas “Muchas Gracias”, “El Papus” y “Yes” pero sin demasiado éxito, por lo que acabo abandonándola. Por suerte para nosotros en Francia fue todo un éxito y Giménez retomo la obra llegando a completar seis álbumes con las historias de Paracuellos, demostrando una vez más que ese viejo dicho de que nadie es profeta en su tierra sigue siendo tristemente cierto.
Lo que nos encontramos en esta serie es la triste vida de unos niños en la posguerra española, que no solo tienen que sufrir el haber perdido a sus familias o el verse obligados a permanecer lejos de estas, sino que tienen que soportar el maltrato al que se ven sometidos por personas que les tratan peor que a animales. La mayor parte de los profesores, celadores, curas, etc. que trabajaban en esos colegios no parecían considerar a los niños como tales, a sus ojos no eran más que los hijos de los “rojos”, de los pobres… ciudadanos de tercera a los que aspiraban convertir en “gente de provecho” a base de religión y ostias.
A lo largo de las páginas de estos seis álbumes, recientemente recopilados en un solo tomo, seguimos el día a día de unos niños que sufren, que viven en un sitio que odian y cuyo mayor deseo es escapar de allí como sea. Comían poco y mal, les sometían a malos tratos tanto físicos como psicológicos… Pero incluso dentro de ese horror encontraban momentos para evadirse, siendo los tebeos de la época el mayor tesoro que uno de esos niños podría llega a tener, permitiéndoles escapar durante un rato de la realidad que tenían que sufrir. Algo que en parte debemos agradecer, ya que es gracias a este amor por los tebeos que hoy en día tenemos a un “monstruo” como Carlos Giménez entre nosotros.
Para Carlos Giménez esta no fue una obra fácil. Pese a que eran historias que quería contar, que necesitaba contar, había demasiados sentimientos implicados en ella. Para él los personajes no eran simplemente niños que sufrían basados en cosas que le habían contado, como en el caso de 36-39. Estos personajes eran sus amigos de la infancia, sus hermanos, el mismo. Así que pese a los años transcurridos desde aquello, a Giménez aun se le saltaban las lágrimas al narrar algunas de estas historias.
De adaptar Paracuellos a la gran pantalla se lleva hablando bastante tiempo pero sin concretarse demasiado el asunto. De hecho con el éxito de series como «Cuéntame», y la emisión de otras series como “La señora” o “La República” no entiendo como nadie ha puesto en marcha una serie basada en esta o en alguna de las otras obras de Giménez. Lo más parecido que hemos podido ver a Paracuellos en el cine fue en la película de Guillermo del Toro “El espinazo del diablo”. Del Toro, como gran aficionado al comic, no pudo evitar homenajear Paracuellos al estar ambientada su película en uno de aquellos colegios de auxilio social, llegando incluso a contar con la colaboración del mismísimo Carlos Giménez en la realización de los storyboards.
Si de 36-39 dije que debería ser lectura obligada, con Paracuellos sucede exactamente lo mismo. Lo que sucedió en la posguerra Española con aquellos niños es un triste capítulo de la historia de nuestro país que todos deberíamos conocer, y gracias al inmenso talento de Carlos Giménez podemos hacerlo.