Me lo he pasado bien leyendo La Sombra del Viento. Tenía la novela por ahi perdida, uno de esos libros del montón «por leer» enterrados entre novelas de Terry Pratchett que pensabas leer cuando todavía no te habías hartado de leer a Pratchett, uno de tantos libros olvidados. Pero un día me puse y oye, que el libro se dejaba leer porque, quieras que no, «La Sombra…» no deja de ser un libro que hace unos años lo petó, lo regalaba todo el mundo y todos hablaban de él.
Se suele criminalizar a los bestsellers por ser de lectura facilona y todo eso, pero no creo que eso sea algo que se le pueda echar en cara a «La Sombra del Viento» porque ésa no deja de ser su mayor virtud; engancharnos, entrenernos, hacernos pasar un buen rato y otra cosa, que bastante es. Y sí, las tramas son más o menos predecibles y tal vez Zafón se pasa de la raya al cantar las alabanzas de Barcelona y la bibliofilia; que sí, que te encanta la biblioteca de Babel que te has montado, ¿pero hace falta detallarme todas las localizaciones de la ciudad, como si le estuvieras vendiendo a tus lectores una guía de la ciudad novelada?
La historia arranca en la Barcelona de los años 50, cuando el hijo de un librero es invitado al «Cementerio de los Libros Olvidados», una especie de biblioteca secreta de Barcelona exclusiva para libreros. Durante su visita el cuidador le pide que «adopte» un libro, y el chaval, Daniel, elige una novela llamada «La Sombra del Viento», escrita por un tal Julián Carax. Al chaval le gusta tanto la historia, que decide investigar que pasó con el autor, llegando a obsesionarse con el asunto hasta el punto de enfrentarse a la policía, a su padre y a quien haga falta para saber la verdad.
Sin embargo, no creo que esta sea una gran novela de misterio. Porque en ningún momento es lo importante; es bastante predecible, con unos villanos bastante claros y los personajes desdibujados, lo importante es la mirada ingenua/nostálgica del protagonista, su narración en primera persona, como te cuenta el viaje aunque a ratos lo notes tontorrón. Por eso no te molesta que los malos sean muy malos y justifiquen sus acciones siendo psicópatas y en paz, ni que otros personajes tengan acciones forzadas, como ese padre del protagonista no deja de ser tontos, sordo y mudo frente a lo que se desarrolla a su alrededor. Que sí, que el protagonista es joven y le falta un hervor, pero los demás personajes no tienen esa excusa y no hay subtexto que los salve.
Mientras lees la novela (que, insisto, se deja leer sola) te sientes como si la investigación no dejara de ser una serie de visitas a varios personajes y localizaciones, como en las aventuras gráficas de los viejos tiempos, point & click y de vez en cuando alguna cinemática con Daniel descubriendo el sexo; porque las visitas a los «sospechosos» no dejan de degenerar en los personajes exponiéndonos que les pasó 30 años antes, cuando Julián Carax era joven y todo eso, y son el punto en el que más me chirría el libro, porque sus narraciones no tienen un sabor distinto de las de Daniel, no parecen contadas por otro personaje distinto al protagonista porque no tienen su propia voz.
Todo es blanco y negro en la «La Sombra del Viento», pero como no deja de ser la primera novela de una serie de varias supongo que Carlos Ruiz Zafón se estaba guardando balas para las siguientes novelas. Habrá que ver.