Cuanto más lo piensas, menos mola: Bond, Yeims Bond

Hoy vamos a hacer una excepción y vamos a publicar un artículo que en realidad viene como una respuesta a otro artículo. Lo firma «El Respondón».

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A propósito de los Wesley, contrasta el indocumentado de M’Rabo Mhulargo a los Wesley con James Bond, llegando a decir que “El si que sabia molar” en un pie de foto. Obviaré los tres acentos que se ha saltado en esas 5 palabras; si listara las faltas de ortografía con las que nos obsequia este hombre, necesitaría un paquete de 500 folios por cada post. Debe ser que, al venir de África, su idioma nativo no es precisamente el español; pobrecillo.

James Bond no mola nada. Es en el fondo el Mary Sue de Ian Fleming (repase Vd. su biografía), un tótem de la testosterona trasnochado al estilo Rambo, pero vestido de etiqueta. Y como pasa con todos los tótems de la testosterona, la mayoría de los fans de la serie lo son porque el fondo les molaría ser como él, pero son demasiado civilizados para ello, por no hablar de que cualquiera lo bastante imbécil para intentarlo acabaría bastante mal, y bastante rápido. Pero eso da igual, porque ¿a qué adolescente bien hormonado no le gustaría ir por ahí salvando al mundo cada semana, viviendo aventuras, tirándose todos los días pibones de infarto, y pegándose la vida padre a costa de un pozo sin fondo de dinero público?

Pero, claro, a poco que lo pienses, Mr. Bond resulta ser un completo desastre de tío.

Como profesional es un manirroto que gasta en un día más que Paris Hilton en un año, un creído de proporciones bíblicas, un insubordinado de los que encima le chulean a su jefe, y un broncas exhibicionista que siempre completa las misiones a costa de armar tales pollos que el MI5 debe tirarse décadas haciendo control de daños y relaciones públicas después de cada película. Si cualquiera de nosotros fuera así en su trabajo, no sólo nos habrían echado el primer día, sino que tendríamos demandas multimillonarias de todo quisque (incluído nuestros ex-jefes). Y la excusa al estilo Jack Bauer (otro que tal) de que «es necesario, estoy salvando al mundo» no sirve, porque si analizas cualquiera de sus películas, sólo con que en vez de mandar a este tarado mandaran a un equipo de verdaderos profesionales, se evitarían todos esos problemas. La única explicación posible de que conserve el empleo es que tenga un enchufe en la casa real inglesa. O que se tire a M en secreto, que, con este tipo, cualquiera se fía.

En lo personal, es un machista de escándalo, un creído (¿lo había dicho ya?), un misántropo (¿le importa alguien que no sea él o la chica de turno?) y un egocéntrico (sólo existe lo que le importa a él). Su vida privada, que sepamos, no existe: no tiene parientes, ni amigos fuera del trabajo, ni novia. Liga seguido, pero casi siempre resulta que es por interés, ya que suele tratarse de una tía que espera ser así rescatada del mafioso de su novio, o de una espía que metiéndose en sus pantalones espera sacarle información, o cualquier cosa por el estilo. Y cuando liga de verdad, deja que las maten o para la siguiente película ya ni se acuerda. Me recuerda a Conan y sus rameras.

Por no hablar de que es un viejo verde; por regla general, el actor que lo interpreta suele tener edad para ser el padre de la chica Bond de turno. Y, lo que es peor, se le nota.

Cualquier psiquiatra diría que es un psicópata con tendencias suicidas, depresivo crónico, adicto al riesgo, el alcohol, el juego, el sexo y quién sabe qué más, que sobrevive en un ejercicio de puro narcisismo.

Menudo fenómeno de feria, el Bond, James Bond este.

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