Splice: Mezclar razas es divertido, mezclar especies no

Splice es una película de los 80 hecha hoy en día. Y no, no me he equivocado, no estoy hablando de «Los Mercenarios», la peli esa de Stallone en la que se dan piñas todos como en los viejos tiempos. Estoy hablando de Splice, un supuesto intento serio de hacer ciencia ficción con la manipulación del ADN y todas esas gaitas que están tan de moda hoy en día.

¡No me mires así! ¡Es tu amiguito el Profesor Bacterio el que me dejó calva!

Y es que en realidad estamos ante la enésima revisión de Frankenstein: Adrien Brody y Sarah Polley son dos científicos que se dedican a crear nuevas formas de vida mezclando ADN de distintos animalicos. Han llegado a crear dos masas de carne horrendas a base de juntar ADN, y supuestamente con eso iban a conseguir la cura del cancer o alguna gaita de esas. Como no conseguían resultados prácticos, la farmaceútica que les subvenciona la investigación les fuerza a abandonar su trabajo y a buscar resultados comerciales de las lenguas vivientes esas. El personaje de Sarah Polley decide que una mierda van a abandonar la investigación, y decide crear un nuevo engendro genético añadiendo ADN humano a la mezcla. Y eso, que los dos enamorados tienen un engendrito en secreto (aunque en este caso es engendrita, porque es niña) y la película cuenta como va creciendo la cosa esa y esas gaitas.

¡Ssssh! ¡Científicos locos trabajando!

Es cierto, este argumento no tiene por qué ser de los 80, el Frankenstein de la Hammer y el de la Universal dan el pego perfectamente. Uno se puede imaginar al inconmensurable Peter Cushing haciendo el mal, inventando criaturas genéticas de estas y tal. Yo hasta sonrío al imaginarme al bueno de Cushing haciendo esas maldades. Pero si es una película de los 80 es porque la forma en la que esta narrada me recuerda a La Mosca de Cronenberg, tanto que me da que el director, Vincenzo Natali, debe de tenerla bien grabada en la memoria.

Que quede claro que cuando el Dr Frankenstein de Cushing creó a una mujer, le salió bastante mejor…

Natali es el director que se hizo más o menos famoso cuando se montó aquel monumento a la claustrofobia que era Cube, una de las películas más sobrevaloradas de los 90. En Splice intenta repetir éxito, pero la película se hace tediosa mientras vemos como el engendro va creciendo. No hay miedo, sólo suspense. Y es ahí donde se parece más a La Mosca, sabes que algo va mal, pero el bicho se pasa toda la película intentando ser adorable hasta el final (bueno, en el caso de La Mosca algo iba de mal en peor y punto). Luego ya se les va la olla del todo en el guión y se transforma en un súcubo psicópata transexual; es ahí donde el guión creo que hace más aguas, la transición entre una cosa y otra no acaba de cuajar mucho. A ratos te preguntas si sólo estas viendo una demo técnica de efectos especiales a través de las distintas fases de la evolución del bicho, pero no es hasta que Dren llega a la madurez (y es interpretada por una actriz adulta) que empieza realmente la película. Y decepciona, porque en el punto en el que la película se la juega realmente, donde podía innovar, repite el cliché de monstruo malo, ciencia desbocada peor. Una pena.

Imagen promocional que quedaba muy bien para anunciar la peli, pero que en realidad no sirve para mucho más…

Y es que el final es tan tópico, que hasta tiene un «continuará» chungo, no te digo más.

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